El Complemento del Diablo

Capítulo 23

Me levanté de la cama y a paso lento bajé por las escaleras mientras con mi mano recorría las barandillas intentando sentir todo, hasta lo más mínimo. Así quizás se grabaría en mi memoria.

Quizás así no olvidaría mi hogar.

Escuché las risas de los papás de Evelyn. Aquellos que me habían tratado como hija el tiempo que estuve aquí.

Más de una vez me pidieron que me quedara para siempre, pero yo tenía cosas que hacer, problemas que resolver.

Siendo sincera lo único que quería era que ambos me pidieran que olvidara esta situación, que le pidiera a Zareth que él terminara con todo.

Eso significaba que no vería por última vez a Alan, y tenía que ver esos preciosos ojos de colores, aunque sea una última vez.

Mirarlo a los ojos, grabar sus cicatrices en mi memoria y despedirme de él como debe ser.

Yo lo había traído de nuevo a este mundo, lo correcto era que yo misma lo mandara de vuelta a donde nunca debió haber salido.

Me dolía en lo más profundo de mi corazón, lo amaba. No sabía cuándo, cómo o de qué manera. Pero era cierto, lo amaba.

Y me negaba a que alguien más que yo le diera el fin a nuestra historia.

Entonces, ese era el plan. Volvería a Erthmen, lo desterraría y regresaría. Seguiría en la escuela, me graduaría y viviría mi vida rodeada de mis amigos y mi nueva familia.

Sí, eso haría.

Sabía que todos estarían muy contentos con mi decisión. Así que sin pensarlo más me dirigí hacia la cocina y les conté a todos.

Los padres de Evelyn, ahora mis padres, me abrazaron y se alegraron de que me quedaría con ellos una vez regresara.

Ver su reacción de confirmación a lo que ya pensaba hizo que estuviera aún más decidida.

El próximo fin de semana volvería a Erthmen y acabaría con esto de una vez por todas.

Los problemas y preocupaciones que venía arrastrando hace meses atrás por fin iban a parar.

—Evelyn podría ir contigo. —Sugirió mamá —Te haría compañía para ir y virar.

No quería meter a Evelyn en problemas.

—Yo encantada. —Respondió la chica.

Pero tenía miedo, ¿y si Alan se salía de control?

—No. Es algo que debo hacer sola. No se preocupen, estaré bien.

La campana de la carroza interrumpió nuestra conversación, obligándonos a marcharnos hacia la escuela.

Evelyn por el camino intentaba convencerme de ir juntas.

Y aunque la propuesta sonara tentadora prefería ir sola y saber que ella estaba a salvo.

Solo yo debía manejar a Alan, nadie más.

Llegamos al colegio y no pude evitar mirar todo con una expresión de tristeza en mi rostro.

En mis ojos se comenzaban a formar lágrimas. No podía ignorar el hecho de que dentro de poco estas construcciones se volverían solo recuerdos para mí.

Iba a extrañar tanto este lugar que dolía.

Agradecía completamente el hecho de haber pasado estos últimos meses aquí.

Haber conocido este pueblo, a estas personas, era mi mayor tesoro.

Regresaría, claro que lo haría. Pero primero tenía que volver a donde pertenecía.