Capítulo 13

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Cada vez nos íbamos alejando más, y ese simple hecho hacía que un enorme nudo se formara en mi garganta.

Yo era la típica chica de pueblo incapaz de soñar algo más allá de lo que tenía, nunca había salido.

Estaba conforme con una vida de pobre sin buena compañía.

Pero al parecer el destino tenía otros planes para mí.

Yahemerth, uno de los países más grandes de nuestro continente. Ese sería mi nuevo hogar temporal en unas horas.

No estaba preparada para esto, para ver las grandes ciudades, la economía, los mercados... Había oído hablar de ellos, eso sí, pero estaba segura de que no sería lo mismo mi imaginación a estar de frente en aquel lugar.

Como dije anteriormente, en nuestra isla existen catorce pueblos distintos, pues es sumamente pequeña y se encuentra básicamente apartada de todo el mundo.

Nos consideran fenómenos.

Entre ellos destacan dos reinos, los cuales gobiernan las mitades de la isla. Kingdom of Nãus gobierna la parte izquierda, Kingdom of Legenday la parte derecha.

Erthmen se encuentra justo al lado de mi destino, por suerte. Pues de no ser así tendría varios días de camino, teniendo en cuenta que vamos a caballo.

Me preocupaba la idea de que no tendría en donde quedarme, no estaba del todo segura si me quedaría en una escuela o sería un grupo de personas los que me enseñarían.

No lo sé, pero fuera cual fuera mi paradero, solo espero que no sea un mal lugar.

Aunque dudaba mucho que traten bien a una persona de Erthmen, un pueblito de escasos recursos y de mala vida, como solían llamarle.

Odiaba también la idea de salir en la noche, pues no podía entretenerme viendo las preciosas vistas que de seguro había. Lo único que veía en ese momento es un bosque oscuro sin color.

Tampoco ayuda el hecho de que sea luna nueva. No hay pizca de luz.

Juzgando por la vibra, debíamos estar sobre las cuatro de la mañana. Señal de que en dos horas máximo comenzaría a salir por fin el sol.

Y ahí, perdida en mis pensamientos y llena de interrogantes, cerré mis ojos y me dejé llevar por el sueño, con una última imagen en mi mente. Una donde el protagonista tenía ojos de diferentes colores, verde, azul y marrón, para ser exacta.

La luz que entraba por la ventana de la carroza me obligó a abrir los ojos. Por suerte ya era de día, y al parecer ya habíamos llegado.

Escasos minutos después nos detuvimos delante de una bonita cabaña de la cual salieron cuatro personas, dos adultos, una chica y un chico. Quienes a primera vista me dieron vibras de ser la mamá, el papá y sus dos hijos.

Parecían de mi edad.

Salí de la carroza y pude estirar mis piernas, al fin.

—¿Señorita Mey? —La voz de la señora se hizo presente. —Es un placer conocerte, el sacerdote Eloy me ha hablado mucho de ti. Este será tu nuevo hogar, si necesitas cualquier cosa estamos a disposición.

Me sentí más relajada. Aquella persona parecía ser muy simpática.

—Muchas gracias. Para mí es un gran honor que me acepten en su casa, estoy realmente agradecida. —Dije mostrándoles una sonrisa forzada, pues aún no superaba lo de Alan, y el hecho de estar aquí solo era la prueba y el horrible recordatorio de mi traición hacia él.

—El honor es todo nuestro, espero que te sientas como en casa. —La señora dio media vuelta y comenzó a caminar hasta el interior de la cabaña invitándome a seguir sus pasos.

El Complemento del DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora