Capítulo 25

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Alek...

Siempre digo que: “El verdadero poder no reside en la fuerza, sino en la capacidad de prever y manipular las jugadas de tus enemigos.” Estoy sintiendo eso ahora mismo. La humillación, la furia y la impotencia de no poder hacer nada. Mi cabeza es un revoltijo de pensamientos. No paro de darle vueltas a cómo pude ser tan descuidado; al final de cuentas todo fue una trampa. Sabía que debía de estar preparado para ello en el momento en que llegara, pero nunca tuve previsto que Ivanka estuviera detrás de todo.

Inspiro aire y de inmediato me arrepiento; el hedor de algo podrido inunda mis fosas nasales, mezclado con la humedad sofocante que alberga esta fría y asquerosa habitación en la que me tienen encadenado como si fuera un perro. Las paredes amarillentas, ensuciadas de Dios sabe qué, torturan mis ojos, mientras la luz parpadeante perfora mi retina.

El sonido constante de una gotera a unos pocos centímetros de mí es lo único que me ha mantenido despierto durante estas dos semanas. Estoy asqueroso, hambriento y con dolores en todo mi cuerpo. No siento mis brazos, y mi cara debe de ser un cuadro lleno de colores morados. Cada segundo en este lugar es una prueba de resistencia, una batalla contra la desesperación que amenaza con consumir mi mente.

— ¡Mierda! — gruño, al sentir cómo el agua fría impacta contra mi rostro, deslizándose por mi cabello y cuello. Alzo la barbilla levemente y esbozo una mueca.

— Despierte, Boss. — La diversión en el tono de la pelirroja no me pasa desapercibida y tenso mi mandíbula mientras la veo analizar las cadenas en mis brazos.

— Arrancaré cada cabello pelirrojo de tu cuerpo y me regodearé en tu maldito dolor — amenazo, tosiendo un poco debido al tiempo que llevo sin hablar. — ¿Qué haces aquí?

Se cruza de brazos y me observa con respeto, una chispa de desafío en sus ojos.

— Me he infiltrado. Cuando Axel organizó todo para secuestrarte, recopiló un pequeño ejército de la mansión, Viktor incluido,el cual por cierto es un traidor, y yo fui una de las voluntarias. — Hurga en el escote de su camiseta negra y saca unas pequeñas llaves. — Mañana, en la bandeja del desayuno, obtendrás un mapa con los planos de la villa. Cuando salgas, estaremos esperándote.

— ¿Y por qué debería confiar en ti? — pregunto, entrecerrando los ojos. La traición es una moneda corriente en nuestro mundo, y no puedo permitirme bajar la guardia.

Ella se inclina hacia adelante, sus ojos fijos en los míos.

— Porque, Boss, sé lo que está en juego. No estoy aquí por lealtad a Axel, sino por lealtad a usted. — Su voz baja a un susurro. — He visto lo que haces por los tuyos, y sé que eres el único que puede liderar el clan.

La miro fijamente, buscando cualquier indicio de mentira en su rostro. Finalmente, asiento lentamente.

— Muy bien. Pero si me traicionas, te aseguro que desearás no haber nacido.— parpadeo y me acomodo mejor para aliviar el dolor en mis músculos— ¿Dónde me tienen?

— Estamos en Boston, Boss. Específicamente en Beacon Hill.

— Beacon Hill… — murmuro, procesando la información. — ¿Cómo lograron traerme aquí sin que nadie se diera cuenta?

— Axel tiene un equipo muy bueno, saben lo que hacen. Tienen contactos en todas partes.

— Hijo de puta.— mascullo.

Ella sonríe, una sonrisa llena de determinación. Parpadeo lentamente y el alivio llena mi cuerpo.

— ¿Quién está detrás de todo? — pregunto, la curiosidad, acechándome.

Venganza: Trato Con El Boss (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora