Raven Kozlova, una sombra del pasado, regresa a la mansión que la vio caer. Educada para proteger y luego traicionada, su vida se entrelaza con Alek, el rey de la mafia que juró amarla y protegerla. Pero en un mundo donde el poder lo es todo, ¿puede...
Alek se encontraba tumbado en la cama de su hermano mayor, mientras el mismo posaba y tomaba fotos de sus bíceps con el teléfono.
- Hermano.- susurró Alek dispuesto a confesarse. Sin embargo Axel no le prestó la más mínima atención -. Me gusta Camila...
Inmediatamente el hermano mayor dejó de tomarse selfies para mirar furioso a su hermano. Le lanzó el teléfono a la cara, pero Alek logró atraparlo justo antes de que golpeara su frente.
- Eso es una tontería.- ledijo el hermano mayor mientras se colocaba una camiseta sin mangas con unos escritos muy cool-. Además ella ya tiene novio.
El hermano menor abrió los ojos desmesuradamente y observó con curiosidad a su hermano.
- ¿Quién es? - Axel esbozó una sonrisa pequeña y comenzó a hacerse el interesante -. Dímelo Axel.
- Soy yo.
Alek se aproximó hasta su hermano como si no lo creyera y luego le pegó un puñetazo, que no le rompió la nariz pero si el labio inferior. Axel furioso lo sostuvo del cuello y comenzó a apretar hasta dejar a su hermano menor casi sin aire.
- Es mía... y se lo demostraréesta noche .- lo soltó y el chico de ojos grises cayó al suelo agarrándose la garganta mientras miraba con odio a su hermano-. La voy a hacer mujer, hermanito.
Sonrió de forma cruel imaginándose todo lo que le iba a hacer esa noche a la rubia que acababa de cumplir sus 10 años.
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Raven-Camila (10 años)
La niña de cabello rubio, jugaba animadamente en su pequeño pero cómodo cuarto. Estaba feliz porque su amigo Axel le prometió llevarle chocolates. Esta pequeña criatura inocente, no tenía ni la menor idea de lo que le esperaba por la noche.
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Había oscurecido y la enorme mansión se encontraba totalmente alumbrada. La nieve caía sin cesar y la maravillosa vista de los copos de nieve deshacerse entre las rosas del jardín, le proporcionaba paz a la niña de ojos azules; que impaciente, esperaba sus chocolates.
- Princesa, ¡Feliz cumpleaños!- la voz de Axel la hizo alejarse rápidamente de la ventana y por inercia corrió hasta sus brazos.
- ¿Me trajiste lo que te pedí?- preguntó la pequeña niña de ojos azules elevando su mirada para observar la cara de Axel.
- No princesa, pero si algo mejor que eso.- Axel la alejó unpoco de su cuerpo y le sostuvo la cara -. Te voy a dar un beso y de paso otras cosas.
Camila confundida frunció el ceño y el miedo creció en su cuerpo como una llama encendida.
- No... yo quería chocolates, Axel.- susurró mientras poco a poco comenzaba a retroceder.
Axel sonrió malevolame y cerró la puerta con pestillo, para luego acercarse a Camila y sujetarla de los hombros.
- ¡No!- gritó aterrada mientras se retorcía; Axel cegado por la lujuria la sujetó del cabello y la lanzó a la cama -. ¡Déjame! Por favor Axel...
- Te ves deliciosa Camila.- acarició los brazos pálidos de la chica -. Me divertiré contigo. Este día y los que vienen.
Después de esas palabras, la pequeña Camila vió todo negro.
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Los demás días fueron una pesadilla para la pequeña. Axel la visitaba todas las noches, pero lo raro era que no abusaba de ella, sino que siempre quería conversar y sinceramente era mejor para Camila conversar que tener relaciones sexuales en contra de su voluntad.
Desde aquella noche en que sus 10 años habían sido cumplidos y que su pureza y virginidad fue arrebatada, Camila no sintió más que puro odio hacia su persona y también hacia Axel, quien pagó las consecuencias; una noche, el mismo día de su cumpleaños, con una cicatriz que arruinó parte de su rostro.
Luego de eso Camila huyó, pero no por cobardía, sino para encontrar la mejor manera de vengarse de todas y cada una de las personas que le hicieron daño y que prometieron promesas que nunca fueron cumplidas.
Huyó la princesa de su oscuro castillo en aras de construir una venganza certera.
Las palabras que dijo al poner los pies fuera de esa casa no podía haber sido más ciertas...
- La reina ha resurgido y no pienso permitir que nada ni nadie arruine mi reinado.- una sonrisa ladeada bailó en sus labios-. Ni siquiera tú... mi niño de ojos grises.
