Capítulo 20

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Maratón 2/2

Narrador Omnisciente.

Mientras Raven luchaba por mantenerse con vida y Alek acudía a su rescate, el monstruo se preparaba para su llegada. Ese monstruo no era otro que Mikhail Ivanov, el patriarca de los Ivanov, un hombre consumido por un cáncer que lo debilitaba físicamente, pero cuya mente seguía tan afilada como siempre. Su odio hacia Raven tenía raíces profundas y personales que trascendían su papel como jefe de la Bratva.

Mikhail había sido un hombre poderoso, pero también cruel e impulsivo, características que dejaron grietas en la organización que ahora lideraba su hijo Alek. Había escogido a Alek no por afecto, sino por la convicción de que sus otros hijos eran incompetentes. Axel, con su sadismo y estupidez, y Hayden, con su falta de ambición, no eran más que herramientas defectuosas en sus manos.

Raven, cuyo verdadero nombre era Camila, era la última sobreviviente de un linaje que Mikhail había intentado borrar. Su madre, Cecile, había sido el amor prohibido de Mikhail, la criada que robó su corazón y luego lo traicionó al enamorarse de otro hombre: el padre de Raven. Ese amor se transformó en odio cuando Cecile lo rechazó, y la llegada de Raven al mundo fue un recordatorio constante de esa humillación.

En un BMW gris oscuro, Mikhail miraba por la ventana con su mirada gris perdida en el pasado. Frente a él, su primogénito, Axel, sonreía con la misma malicia que siempre lo caracterizaba.

—Papá, Camila está de vuelta. —La declaración de Axel rompió el silencio, cargada con una satisfacción sádica.

Mikhail desvió su mirada hacia él, lenta y calculadamente, tomando su tiempo antes de responder.

—Por supuesto que está de vuelta —dijo con un tono que destilaba desprecio—. Esa niña siempre fue una molestia, un problema que debí haber resuelto hace años.

Axel rió, encantado con la reacción de su padre.

—No te imaginas lo arrogante que está. Cree que puede jugar en nuestro terreno. Y lo mejor de todo, está con Alek. Parece que la niña buena se enamoró del jefe.

Los labios de Mikhail se curvaron en una sonrisa gélida, pero no de diversión, sino de puro cálculo. Dio una calada profunda a su cigarrillo y exhaló el humo lentamente antes de responder.

—¿Y qué esperabas, Axel? Alek siempre fue más inteligente que tú. Sabe cómo convertir a sus enemigos en piezas útiles en su tablero. Tal vez deberías aprender algo de él, en lugar de simplemente disfrutar viendo sufrir a los demás.

Axel frunció el ceño, incómodo con la comparación.

—Ella no es solo una pieza, papá. Es un peligro. Si no la detenemos, puede destruir todo lo que hemos construido.

Mikhail dejó escapar una carcajada seca.

—¿Destruirnos? Por favor. Esa niña Ileva toda su vida huyendo de mí. Cada vez que escucha mi voz, el miedo la consume. No es más que una sombra, Axel, un eco de algo que ya destruí hace años.

Axel entrecerró los ojos, aún inseguro de cómo interpretar las palabras de su padre.

—Tengo un plan para ella. —Su voz bajó a un tono más oscuro, reflejando su crueldad—. La capturaré, la torturaré hasta que no pueda más, y luego la dejaré vivir, solo para que sienta el dolor una y otra vez.

Mikhail dejó escapar un suspiro teatral, como si las palabras de su hijo fueran una molestia menor.

—¿Y qué ganaríamos con eso, Axel? ¿Satisfacer tu ego? La venganza no se trata de simple dolor. Se trata de control. Cada llamada que le hago, cada vez que escucha mi nombre, se paraliza. Ese es el verdadero poder, hijo.

Venganza: Trato Con El Boss (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora