Venganza: Trato Con El Boss (#1)

Epílogo.

Raven.

"En el umbral del abismo, donde la venganza se encuentra con la redención, el amor y el peligro se entrelazan en una sinfonía oscura y apasionada, forjando las promesas más profundas."

La lluvia golpea con fuerza las ventanas de la mansión en San Petersburgo, creando una sinfonía de gotas que resuenan en la habitación. Decidimos mudarnos a San Petersburgo en lo que terminaba los planos de nuestra nueva casa, y creo que ha sido la mejor decisión. Estar lejos del bullicio de Moscú me proporciona una libertad y una calma que no había conocido en mucho tiempo.

Estoy acurrucada sobre las piernas de Alek, buscando el calor de su cuerpo. La luz tenue de la lámpara de noche ilumina nuestros rostros, creando sombras suaves que bailan con el movimiento de las llamas en la chimenea. La mansión, con sus altos techos y amplios ventanales, se ha convertido en nuestro refugio. Cada rincón de la casa está impregnado de una tranquilidad que contrasta con las tormentas que hemos enfrentado.

- ¿En qué piensas? -pregunta Alek, su voz un susurro en la oscuridad.

Levanto la mirada, mis ojos seguramente reflejando la luz del fuego.

- En todo lo que hemos pasado. En lo que viene. - Mis dedos trazan círculos suaves en su pecho, sintiendo el latido constante de su corazón.

Alek sonríe, una sonrisa que solo yo conozco.

- Hemos sobrevivido a tanto, koroleva. Y lo que viene... lo enfrentaremos juntos.

Asiento, sintiendo una paz que no he conocido en mucho tiempo.

- En la luz y en la oscuridad.

- En la luz y en la oscuridad, - repite, inclinándose para besarme suavemente.

- ¿Crees que alguna vez encontraremos la redención? - pregunto al separarnos, mi voz apenas un murmullo.

Alek se queda en silencio por un momento, sus ojos fijos en los míos.

- La redención no es un destino, es un camino. Y mientras estemos juntos, lo recorreremos.

La conversación se desvanece en el silencio de la noche, sus manos acarician mi espalda y suspiro. Me levanto y me siento a horcajadas sobre él. Afuera, la lluvia continúa su danza, un recordatorio de que, a pesar de todo, siempre habrán momentos de calma en medio de la tormenta.

- ¿Qué haces? - pregunta cuando inesperadamente dezlizo los tirantes de mi camisón por mis brazos y dejo mis pechos al descubierto.

Sonrío y apoyo mis brazos en su pecho cuando me inclino hacia adelante y atrapo su labio inferior entre mis dientes.

- Que crees...

Sin decir nada más hace un movimiento que me tiene al instante debajo de él. Su boca asalta la mía con fuerza y comienza a besarme con detenimiento. Gimo cuando sus manos aprietan mis pechos y envuelvo mis piernas en su cintura.

- ¡Por dios, Alek!- jadeo al entir su boca atrapar mi pezón y lamerlo lentamente.

Sus manos delinean mi cintura y luego escucho el sonido de la tela al ser rasgada.

- Amaba ese camisón.- gimoteo y un grito ahogado sale expulsado de mi garganta cuando me voltea, colocándome en cuatro y enviando una palmada a mi trasero.

- Me gustas más sin él.- contesta y rasga mis bragas de encaje.- y sin estas...

Siento sus labios besar mi hombro pero solo puedo concentrarme en la sensación de excitación que me provocan sus manos y dedos. Escucho el sonido de preservativo al ser extraído de su sobre y me acomodo en la cama abriendo más mis piernas gustosa de recibirlo.

-Quiero escuchar tu voz gemir mi nombre y sentir tu piel sobre la mía.- susurra en voz baja, como si me estuviese contando un secreto y yo solo puedo gemir al sentir una punzada ir de lleno a mi clítoris.

Desciende sus labios hasta mi cuello y ladeo mí cabeza para darle mayor acceso. Su puño envuelve mi cabello y tira de mi cabeza hacia atrá, rozando con sus labios el lóbulo de mí oreja.

- Mía.- gruñe y entra en mí de una estocada.

Me estremezco y chillo cuando da el primer movimiento, fuerte y contundente. Aprieto las sábanas entre mis manos cuando seguido de ese le vienen más estocadas duras y condenamente deliciosas.

- Oh dios, Alek, más rápido.- grito y agarro el cabecero de la cama tratando de encontrar apoyo para mi cuerpo gelatinoso.

Mientras me sumo en el placer y me derrito entre las manos del Boss, una última pregunta cruza mi mente, una que sé que solo el tiempo responderá: ¿Qué nos deparará el tablero en nuestra búsqueda de redención?

...