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Cami se despertó temprano en su cama. Las primeras luces del amanecer filtraban un suave resplandor en su habitación. Había pasado casi una semana desde que su madre fue ingresada en el hospital y, aunque su estado seguía siendo delicado, los médicos habían mostrado cierto optimismo sobre su recuperación.

Rodri, que se había quedado con ella durante todos estos días, seguía profundamente dormido en el sillón. Cami lo miró con cariño, sintiendo una profunda gratitud por su apoyo incondicional. Se levantó lentamente para no despertarlo y fue a la cocina a preparar un café.

Mientras esperaba que el café se hiciera, revisó su teléfono. Tenía varios mensajes de sus amigos y seguidores preguntando por su madre y ofreciendo apoyo. Decidió hacer un breve stream matutino para dar una actualización a todos los que se preocupaban por ella.

—Hola, chicos —saludó Cami con una sonrisa cansada pero sincera cuando la transmisión comenzó—. Sé que he estado ausente estos días, pero quería agradecerles a todos por sus mensajes y apoyo. Mi mamá sigue en el hospital, pero está mostrando signos de mejoría, y eso nos da mucha esperanza.

El chat se llenó rápidamente de mensajes de apoyo y cariño, lo que le dio a Cami un impulso de ánimo que tanto necesitaba. Decidió que sería bueno responder algunas preguntas y mantener a todos informados.

—Rodri ha estado aquí conmigo todo el tiempo. No sé qué haría sin él —dijo, mirando a la cámara con gratitud—. También quiero agradecer a mis amigos que han estado pendientes y ofreciendo su ayuda. De verdad, no sé cómo agradecerles lo suficiente.

La transmisión duró solo unos minutos, pero fue suficiente para que Cami sintiera el apoyo y el cariño de su comunidad. Después de cerrar el stream, volvió a la cocina para terminar de preparar el café.

Rodri se despertó poco después y se unió a ella en la cocina. Se veían cansados, pero había una determinación tranquila en sus ojos.

—Buenos días, flaca —dijo Rodri, acercándose a ella para darle un abrazo—. ¿Cómo dormiste?

—Más o menos. Estuve pensando en mamá toda la noche —respondió Cami, apoyando su cabeza en el pecho de Rodri—. Pero me siento mejor sabiendo que estás aquí.

—Siempre voy a estar aquí para vos —respondió Rodri, dándole un beso en la frente.

Decidieron pasar la mañana en el hospital, como lo habían hecho durante la última semana. La madre de Cami seguía en cuidados intensivos, pero los signos vitales eran estables. Cada día que pasaba, había una pequeña pero significativa mejora.

Al llegar al hospital, se encontraron con el padre de Cami en la sala de espera. Tenía ojeras profundas, pero sus ojos reflejaban una esperanza renovada.

—Buenos días, hija, Rodri —saludó, levantándose para abrazarlos—. Los médicos dijeron que tal vez podamos entrar a verla hoy, aunque sea por unos minutos.

Cami sintió una oleada de emoción y nerviosismo. Era la primera vez que le permitían ver a su madre desde que había sido ingresada.

—Eso es una gran noticia, papá —dijo Cami, tratando de contener las lágrimas—. No puedo esperar para verla.

Rodri les dio espacio a Cami y su padre, sabiendo que era un momento importante para ellos. Se sentó en la sala de espera, dispuesto a apoyarlos en lo que fuera necesario.

Pasaron un par de horas antes de que finalmente les permitieran entrar a la unidad de cuidados intensivos. Cami caminó junto a su padre, sintiendo cada paso como una eternidad. Cuando finalmente llegó a la habitación de su madre, su corazón se detuvo por un momento.

THAT GIRL [Rodrigo Carrera]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora