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Camila y Rodri estaban en la casa de Camila, preparando todo para el día que tenían por delante. Camila estaba en la cocina, terminando de preparar unos mates mientras Rodri revisaba su teléfono en el sofá.

—¿Querés uno más antes de salir? —preguntó Camila, sosteniendo el mate hacia él.

—Dale, uno más y nos vamos —respondió Rodri, levantándose para acercarse a la cocina.

Mientras compartían el mate, discutieron sobre los lugares a los que querían ir y las cosas que querían hacer. Camila, siempre llena de energía y entusiasmo, tenía varias ideas en mente.

—¿Te parece si empezamos por un buen almuerzo? —dijo Camila, sonriendo—. Tengo un antojo terrible de milanesas con papas fritas.

—Suena perfecto. ¿Conocés algún lugar cerca? —preguntó Rodri, intrigado.

—Sí, hay uno que queda a unas cuadras de acá y las hace riquísimas —respondió Camila.

Después de terminar el mate, se aseguraron de tener todo lo que necesitaban y se pusieron sus chaquetas.

—¿Listo para el mejor día de tu vida? —preguntó Camila, guiñándole un ojo a Rodri.

—Más que listo —respondió él, sonriendo ampliamente.

Camila y Rodri salieron de la casa con una sonrisa en el rostro, listos para disfrutar de un día juntos

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Camila y Rodri salieron de la casa con una sonrisa en el rostro, listos para disfrutar de un día juntos. El sol brillaba en el cielo azul y la brisa fresca de la mañana hacía que el paseo fuera aún más agradable.

—¿A dónde te gustaría ir a almorzar? —preguntó Rodri mientras caminaban por las calles empedradas del barrio.

—Tengo antojo de milanesas con papas fritas ya te dije —respondió Camila con entusiasmo—. Conozco un lugar que las hace riquísimas, queda a unas cuadras de acá.

Rodri asintió, contento con la elección. Llegaron al restaurante y se sentaron en una mesa junto a la ventana, desde donde podían ver el movimiento de la calle. El aroma de la comida recién hecha llenaba el lugar, despertando aún más su apetito.

Durante el almuerzo, compartieron anécdotas divertidas y se hicieron preguntas sobre sus vidas fuera de las redes sociales. La conversación fluyó fácilmente entre risas y gestos amigables.

—¿Cómo te está yendo con tus streams? —preguntó Camila mientras esperaban la comida.

—Bastante bien, por suerte —dijo Rodri, sonriendo—. La comunidad está creciendo y cada vez hay más interacción. Y a vos, ¿cómo te está yendo con los streams?

—También bien, aunque a veces es un poco estresante mantener el ritmo —admitió Camila—. Pero me encanta lo que hago, así que vale la pena.

Cuando la comida llegó, ambos se sumergieron en sus platos, disfrutando cada bocado. Después de almorzar, decidieron caminar un rato por la plaza cercana. Los árboles daban sombra y el canto de los pájaros creaba una atmósfera tranquila.

THAT GIRL [Rodrigo Carrera]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora