Emma se sentó en el borde de su cama, las palabras de Elsa resonando en su mente. La frustración ardía en su pecho, pero también había una tristeza profunda que no podía ignorar. Se dejó caer hacia atrás, mirando el techo, tratando de calmar su mente.
Después de unos minutos, decidió que no podía seguir así. No podía dejar que la tensión con Elsa arruinara su vida. Se levantó y fue al baño a lavarse la cara. Al mirar su reflejo en el espejo, se dio cuenta de que necesitaba un cambio.
Emma caminó hacia el armario y sacó su pijama. Se acercó a su mesa de noche y conectó su celular mientras se vestía, aún aturdida. Decidió que lo mejor era intentar descansar y esperar que mañana fuera un día mejor. Prendió su celular y recibió una notificación de un mensaje; decidió ignorarla. Se quitó las pantuflas y, cuando llegó otra notificación, sacó las sábanas para meterse a la cama.
Esto la llevó a tomar su celular y revisar. Quizás era su madre preguntando cómo había estado su regreso... pero no, era Regina. Abrió las notificaciones y fue directo a su chat. "Asqueroso", le respondió a la foto de sus pies con el vómito de Simpson en ellos. Al finalizar, añadió un emoji de una cara vomitando. "Estoy bien, tu padre me ha estado ayudando mucho", contestó el segundo mensaje. Luego envió el último: "Gracias, no te preocupes, estaré bien, aunque sé que siempre cuento contigo. Quizás mañana te diga todo; iré con mi madre a interponer la denuncia. Buenas noches".
"Que descanses", fue la respuesta de Emma, que casi se quedó ahí. Regina envió otro mensaje: "Espero que hayas lavado muy bien el vómito de tus pies antes de irte a la cama", seguido de un emoji de la cara vomitando. Esto hizo reír a Emma, y reír la hizo sentir un peso menos en sus hombros. Ella estaba bien, y, sea cual sea su decisión, también estará bien con eso.
Su alarma la sacó del sueño. Emma no quería levantarse, pero sabía que debía hacerlo. Hizo su rutina antes de levantarse, caminó al baño, hizo sus necesidades y luego tomó una ducha. Al salir, se vistió y arregló sus cosas. Cuando salió de su habitación, para su sorpresa, Elsa estaba en la cocina bebiendo su café.
—¡Buenos días! —le saludó Emma, sin mirarla a la cara mientras se dirigía a sacar su cereal y la leche de la nevera.
—¡Buenos días! —respondió Elsa, con una sonrisa tímida.
—Espero que hayas descansado. No quise molestarte anoche.
—Ya, bueno, lo hiciste —dijo Emma, sintiendo una punzada de frustración mientras se sentaba en el pequeño comedor de la cocina y comenzaba a comer su cereal. Se había servido un poco de café en una taza también.
—Lo siento —dijo Elsa, bajando la mirada, consciente de la tensión en el aire—. No era mi intención que lo primero que hiciéramos a mi regreso fuera pelear.
—Bueno, tampoco era mi plan para cuando volvieras.
—Lo sé, lo siento mucho, de verdad.
Emma suspiró, sintiendo que la conversación la agobiaba.
—Sí, bueno, dejémoslo así.
—No, Emma, no lo dejaremos así —dijo Elsa, tomando un trago de su café, buscando el valor en sus palabras—. Primeramente, quiero que sepas que estuve con mi hermana en Boston y ella me ayudó a recapacitar.
—¿En serio? Qué bien —respondió Emma, tratando de ocultar su preocupación tras una fachada neutral.
—Quiero que sepas que te amo, y sé que mis celos son exagerados, pero también, entiéndeme... —dijo Elsa, su voz temblando levemente.
Al escuchar esto, Emma centró toda su atención en ella, la tensión en el aire palpable.
—Siempre me siento insegura con Regina... o más bien con la forma en que la tomas bajo tu ala. Siempre estoy pendiente. Pasas tiempo con ella en la escuela, en su casa algunas veces... Siempre tengo la inseguridad de que nunca me amarás como a ella.

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A veces sólo debemos seguir
FanfictionRegina es una mujer que recibió un diagnóstico tardío de autismo a los 30 años. A medida que comienza a descubrirse y aceptarse a sí misma, enfrenta desafíos constantes en su vida personal y profesional. Como maestra, enfrenta la discriminación y la...