Criaturas desafortunadas

Capítulo 31 : Construyendo y quemando puentes

Si observamos cómo se construyó la ciudadela de Rocadragón y cómo en algunas de sus estructuras la piedra fue moldeada de alguna manera con magia... sí, es seguro decir que todavía hay algo de magia valyria presente.

Extracto de Maravillas arquitectónicas: los edificios que representan la historia de Poniente , del Maestro Florentin
DEMONIO

Daemon observó cómo su hija aterrizaba con gracia junto a él y Caraxes. Después de desmontar de Summer, corrió inmediatamente a sus brazos.

"¿Disfrutaste tu viaje?" preguntó.

—¡Sí, Kepa ! —dijo radiante—. ¡Hola, Caraxes! ¿Tú también has disfrutado del vuelo? —le preguntó a su dragón y pareció divertida cuando el Wyrm de Sangre ronroneó en respuesta. Caraxes todavía tenía debilidad por sus hijas, incluso si pensaba que Summer era el dragón más molesto que existía. —¡Lo tomaré como un sí! —dijo, rascándole el ojo al dragón.

—¿Podrías dejar de tratar a mi dragón como si fuera uno de los cachorros de tu madre? —cuestionó.

" Muña no tiene cachorros, tiene perros de raza Gran Danés y Terranova", los grandes daneses eran los perros de caza de Rhea, mientras que los terranovas habían sido utilizados en las granjas como perros guardianes del ganado. A pesar de su enorme tamaño, se comportaban como pequeños cachorros y les encantaba que les prestaran atención.

—Que actúan como cachorros; estoy bastante seguro de que el pug de Lady Redwyne es más un perro guardián que las amenazas de Rhea —respondió con una sonrisa burlona.

—¡Me gustan mucho! —lo sabía. A Alyssa y Selaena parecían gustarles todo tipo de animales. Perros, gatos, caballos, pájaros... Los dragones eran sus favoritos, por supuesto, pero aún tenían debilidad por los animales peludos. El hecho de que Alyssa mimara a los perros era especialmente inquietante en su opinión. —Y son muy dulces, igual que los Caraxes. ¿Verdad, Caraxes? —mientras el dragón ronroneaba, Daemon suspiró.

"¿Dulce? ¡Ese es uno de los dragones más temidos que existen, Tala !"

—Eres uno de los hombres más temidos de este mundo, y sigo pensando que eres el padre más dulce de todos —casi se atragantó con su respuesta descarada. ¡Él! ¿Dulce? ¡Qué descaro!

En respuesta a su descaro, él la levantó, la arrojó sobre sus hombros y comenzó a caminar hacia el castillo de Rocadragón.

"¡KEPA! ¡Bájame!"

—No creo que lo haga, no cuando estás decidido a destruir mi reputación —dijo—. Entremos; estoy seguro de que el castellano de tu primo está listo para recibirnos.

Daemon ignoró las protestas de su hija mientras los acompañaba al interior. A Selaena, una fanática de las reglas y la corrección, no le gustó que su padre la llevara sobre los hombros como un saco de patatas y lo dejó en claro. Daemon simplemente sonrió. Ser Robert Quince, el castellano de Rocadragón, los estaba esperando y parecía un poco sorprendido por su entrada.

—Príncipe Daemon, tenemos dos habitaciones preparadas para usted y su hija, y le espera un almuerzo en el salón.

—Bien. Selaena comía como un pajarito antes de que llegáramos. Estoy seguro de que tiene hambre —dijo, notando que Selaena había comido considerablemente menos de lo habitual por las mañanas.

—¡Basta, Kepa! ¡Bájame! —le exigió, y él se rió entre dientes. Sólo la volvió a dejar en el suelo cuando llegó al salón donde se estaba sirviendo la comida. Ella resopló y resopló con desagrado, y él sólo se divirtió más con su mirada.

—Ñuha Prūmia , ya deberías saber que tu mirada es tan aterradora como la de un gatito —sonrió y ella se cruzó de brazos.

"¡Eso no es verdad!"