Prologó

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Nunca ofendas al océano,

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Nunca ofendas al océano,

recuerda que así como puede ser tu espejo

puede ser tu asesino.

-El primer rey pirata, Capitán Saúl del Caracola


Ya casi nadie recuerda la historia, aquella que ha se contado durante los últimos dos milenios a los niños para alejarlos del mar y a los jóvenes piratas para que no se atrevan a retarlo.

El mar es el creador y el destructor de la vida, el hogar de muchos y el temor otros. El mar tiene sus propios hijos, las bestias más aterradoras, aquellos que simplemente salen por un capricho de destrucción y otros que obedecen los deseos de castigo y venganza de él. Enormes monstruos capaces de desatar las peores catástrofes.

Hace dos milenios los continentes unieron fuerzas para hacer retroceder al feroz e iracundo océano que constantemente los azotaba, impidiendo que se expandiera la civilización. Grandes magos y guerreros se reunieron y le quitaron terreno al océano, ampliando las tierras, pero más pronto de lo pensado, solo unas horas después mientras festejaban su victoria el océano herido y furioso mando al más caótico de sus hijos, una bestia que destruyo todo cuanto alcanzo a ver y se cruzó en su camino; enormes olas arrasaron las nuevas tierras y las sirenas clamaban la venganza de su hogar.

Una catástrofe que devasto todo, fueron apenas cinco castillos los que quedaron en pie, uno por continente, fue todo lo que perdono. Las mayoría de las ciudades cercanas a las costas nunca se restablecieron, las pocas cercanas eran para el comercio y viaje, y aun así antes de zarpar los piratas, marinos y viajeros rogaban al océano un poco de piedad.

El susurro del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora