Capítulo 2

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Para los piratas existen pocas cosas sagradas:

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Para los piratas existen pocas cosas sagradas:

el océano, su barco y su tripulación,

la familia que escogió.

-Tercer Rey pirata, Capitán Samuel del Relámpago


Ser pirata no es el oficio más legal que se pueda decir, y aun así muchas personas quieren unirse a un tripulación pirata, se gana bien, aprendes y viajas, que más puedes pedir, pero bueno no es lo mismo pertenecer a una tripulación común, a una de los 12 grandes. Las doce naves que gobiernan el océano, una por mar.

La orden de hoy es muy simple, "No dejen que nadie suba al Media noche", tenemos permitido utilizar todo.

-¡Escuchen!- clamo Padre -El asunto es muy simple, todo aquel que logre subir al Media noche antes del mediodía podrá ser, artillero, marinero o gabier, tienen dos horas- anuncio y subió al barco.

Detrás de él Bruno y Erick levantaron la rampa. Todas las personas debajo querían pertenecer a esta tripulación, abandonar todo menos su nombre y metas, arriba del Media noche, dueño del Mar de Solwen. Todos le pertenecíamos al mar.

Todos empezaron a subir, como si sus vidas dependieran de ello, gritando, amenazando y haciendo caer a otros. Veo que alguien ya lleva 5 personas a su cuenta y acerco a la cuerda de la que se sujeta, casi ha llegado.

-Ayúdame a subir hermana- me pide el hombre extendiéndome su mano,

-Claro- aseguro sonriendo -Te ayudare a ser alguien más de la multitud- aclaro y con una daga corto la cuerda.

Cae sin poder sujetarse de nada, cae directo al mar. Todos se detienen y observan el lugar donde se sumergió y regresan la mirada a mí.

-Nadie dijo que los fuéramos a dejar subir a todos- agrega Bastián.

Seguimos así casi una hora, nadie podía colarse por nuestras defensas, entonces veo el Bauprés y sobre él, empapado totalmente y con una daga sujeta entre los dientes, con los brazos abiertos a los costados, camina concentrado un niño, que es mayor que yo, eso seguro. Martín se acerca corriendo a él y lo detiene por el hombro, después de que confirma que es un Salvef lo deja continuar con su camino.

-¡Tenemos al primero!- grita Daniel,

-Bajo cubierta muchacho- ordena Padre.

Ya casi han pasado dos horas cuando veo a una mujer, subir a la cubierta y no ser empujada fuera por Marina, es una Salvef también. En cuanto terminan las dos horas padre levanta el puño. Todos corren a cortar las cuerdas y redes, mientras yo me concentro en pedirle grandes olas al mar, que se estrellan contra el barco y hacen caer a los que quedaban.

El susurro del marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora