Desconfianza

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—Lyam basta —gritó Aiden sujetándolo del brazo junto con Mark, pero esto era inútil ya que seguía intentando zafarse de su agarre.

—Sueltenme de una puta vez —Advirtió tajante forzando aún más.

De un momento a otro logró escapar de los chicos; por lo que me posicione rápidamente en medio de él y Aiden. No quería que siguieran peleando; aunque no supiera la razón.

En ese instante, al levantar la mirada, casi no reconozco a Lyam, todo su cuerpo estaba tenso, sus puños los tenía cerrados con fuerza, y sus ojos destellaban odio; algo que jamás había visto antes. Eso me preocupo mucho y también el hecho de que en un lado de su boca hubiera sangre.

—Vuelves a mencionar a mi familia otra vez y te aseguro que tus habladurías se volverán ciertas —amenazó Lyam.

Su respiración era un desastre; era notorio que estaba muy molesto.

—Lyam —esta vez fue Mark quien lo reprendió, por un momento se quedo tranquilo.

Pude notar sus intenciones de apartarme para agredir nuevamente a Joseph quien ya estaba bastante golpeado, su nariz sangraba y su boca también, pero no lo hizo.

—No vales la pena pedazo de mierda —soltó mostrando una sonrisa tan cínica y macabra que los vellos de mi piel se erizaron.

No tardo mucho en darse vuelta, buscar su moto, subirse en esta y perderse de nuestra vista.

Mi intensión fue seguirlo, era peligroso conducir a esa velocidad con la carretera mojada.

—Sueltame imbécil —gruñó Joseph.

Cuando volteé a verlo, ya su amigo se había apartado de él.

—Cuidate de tu noviecito —coloco la mano en su nariz y gruñó, le debió doler bastante—. Cuídate para que no te ocurra lo que a su madre —arrugué las cejas confundida, pero este no dijo nada más.

Simplemente se fue caminando con su amigo, y dejando con la duda por su comentario.

—Aiden me voy —solté al girar hacia él, quien me miró arqueando una ceja.

Mark se encontraba se brazos cruzados viendo hacia la carretera era evidente su preocupación.

—La carretera esta mojada, te puedo llevar en mi carro —negué repetidas veces.

—Mejor espera a las chicas, nos vemos en el departamento —no espere su respuesta.

Me dirige hacía mi moto, la cual se encontraba a pocos centímetros de distancia; me subí en ella, la encendí y salí rápidamente del estacionamiento de la universidad.

El trayecto fue corto ya que al no haber casi vehículos transitando aceleré un poco la velocidad, y en menos de lo que pensé me encontraba en la puerta del departamento de Lyam, hecha una manojo de nervios.

Las manos me temblaban levente y por un instante dude en tocar la puerta, pero igual lo hice y respiré profundo para calmarme un poco.

Pasaron algunos minutos, y cuando pensé que no abriría la puerta; lo hizo.

Al verlo puede percibir que su cuerpo seguía tenso, y su mirada ahora estaba vacía; cosa que causo un escalofrío en mi cuerpo.

Era extraño verlo así cuando el siempre me recibía con gran sonrisa.

—Hola Lyam ¿Puedo pasar? —pregunté temerosa fijando mi mirada en el suelo.

—Adelante —comentó seco haciéndose a un lado para que yo entrará.

Fue lo que hice entre rápidamente quedando de pie en la sala.

No tardó mucho en cerrar la puerta y dirigirse hacia mí.

—¿Estas bien?.

—Sí.

Levante la vista para poder mirarlo a la cara, estaba serio y su boca aún tenía sangre.

—Dejame ayudarte —no respondió simplemente se dirigió hacia el sofá y allí se sentó.

Rápidamente me dirige a la pared donde se encontraba un botiquín de primeros auxilios.

Tomé alcohol, un poco de algodón y me encamine hacía él. Me senté a su lado, humedecí el algodón, acerque mi mano y limpie con cuidado la pequeña herida.

Lyam era muy fuerte, siquiera tuvo reacción al sentir el ardor del alcohol, o a lo mejor aún la rabia lo estaba consumiendo por dentro.

—¿Por qué te peleaste así con Joseph? —pregunté en voz baja y un silencio incómodo se instaló entre nosotros.

—Lo siento, pero no puedo decirte, es algo personal y no quiero recordarlo —sus palabras me hicieron sentir un poco mal debido a su falta de confianza hacia mí.

Pero ¿De que me podía quejar? Si yo tampoco confiaba en él, mejor dicho en nadie más que en mi misma.

—Gracias —comenté cambiando el tema para hacer un lado la tensión.

Sus ojos se encontraron con los míos y mi corazón empezó a latir muy rápido.

—¿Por qué me das las gracias? —por su expresión era evidente que estaba contrariado.

—Por dejarme entrar —seguí limpiando con cuidado la sangre.

—¿Por qué no lo haría? —lo miré confundida.

—Porque estabas molesto conmigo.

—¿Qué te hizo creer que estaba molesto contigo? —arqueó una ceja y profundizó su mirada en espera de una respuesta.

—Ayer te fuiste de repente cuando estábamos hablando. Hoy te desapareciste de mi vista, siquiera fuiste a la única clase que compartimos y luego cuando estabas discutiendo me sentí un fantasma porque ni me miraste —solté tan rápido que sentí que quedé sin oxígeno.

—Te equivocas —esa vez fui yo quien arqueo la ceja, debido a su respuesta la que me dejó confundida—. Simplemente me desaparecí porque aveces cuando uno está molesto sin querer trata mal a las personas o dice cosas que terminan empeorando la situación.

Calló por un momento, mientras tanto solo lo observé esperando que continuara.

—Me desaparecí de tu vista, porque necesitaba entender y asimilar que tú nunca me vas a querer.

—Lyam... —quise intervenir, pero no me dejó.

—Es la verdad Sophia —se apartó con cuidado de mi y se colocó de pie—. Más allá de eso nunca podríamos tener una relación estable porque no confiamos el uno del otro y así de nada sirve estar juntos —sus palabras fueron como una daga directo a mi corazón, lo peor de todo era que tenía razón...

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