Rápido levanté la mirada para poder verlo a los ojos, era evidente que estaba preocupado, y aún así; su abrazo cálido me hizo sentir segura.
No sabía en que momento me agache en el suelo y abracé mis rodillas. La verdad es, que en aquellos minutos transcurridos sentí que me había trasladado a mi tormentoso pasado.
—Ven conmigo Sophi... no tengas miedo —dijo tomando mi brazo para ayudarme a levantar.
Cuando ya me encontraba de pie, me percate que el chico que estaba disfrazado de payaso se había quitado la máscara. Este me observaba desde el mismo lugar algo asustado y un tanto confundido.
—Sacame de aquí, por favor —pedí entre sollozos dejando de ver hacia aquel muchacho. Lyam accedió sin protestar.
Tomó mi mano y nos dirigimos al estacionamiento en busca de su moto. En el camino nos encontramos con varias personas, las cuales me miraron como un bicho raro por estar llorando, pero no le di importancia. Cuándo por fin llegamos, nos subimos en la moto, y de inmediato arranco.
Las calles estaban tan alborotadas por la celebración de Halloween y la oscuridad de la noche no ayudan en nada, por lo que Lyam tubo que conducir despacio para no llevarse a nadie por el camino.
De un momento a otro me sumergí tanto en mis pensamientos, que cuando pude notarlo ya estábamos en el estacionamiento del departamento. Rápidamente ambos nos bajamos de la moto y subimos en el ascensor.
—Las llave —refunfuñe al recordar que no las tenía encima.
Me lleve la mano a la frente y me di varias palmaditas.
—Que boba soy —gruñí un poco molesta.
—¿Qué ocurre? —se giró hacia mí mirándome con atención.
—Se me quedaron las llaves —me encongí de hombros cabizbaja y suspire pesado.
—Yo si traje las mías —agitó sus llaves en frente de mis ojos y me dedico una leve sonrisa—. Vamos, te puedes quedar en mi departamento —no lo pensé ni dos veces. Al escucharlo asentí, este tomó mi mano con cuidado y caminamos juntos hasta llegar a la puerta del departamento.
No tardó nada en abrirla. Ambos entramos y yo me quedé parada en la sala; sin ver a ninguna dirección.
—¿Te sientes bien? —levantó cuidadosamente mi mentón para verme a los ojos.
—Me duele un poco la cabeza —me encongí de hombros.
—Tengo pastillas para eso...
—No quiero pastillas, solo deseo descansar —lo interrumpí—. Y un poco de agua por favor.
Pude ver cómo dio media vuelta y se dirijo hacia la cocina, donde no tardo ni dos minutos. Luego cambio de dirección hacia el botiquín de primeros auxilios, saco algo de allí y a pasos rápidos se acercó a mí, me entregó un vaso con agua y unas pastillas.
—Ten —tomé el vaso, pero negué con la cabeza al ver la pastillas—. Sophia, agarra la pastilla... así te sentirás mejor —rodé los ojos de inmediato, sabía que no aceptaría un no por respuesta.
—Esta bien —tomé la pastilla resignada, la coloque en mi lengua y me bebí el agua—. ¿Contento?.
—Contento —sonrió complacido—. Bueno, ahora ven para que descanses.
Me quitó el vaso de las manos, lo colocó en su lugar y regreso por mi. Ambos caminamos por el pasillo hasta llegar a su habitación.
—Si quieres cambiarte de ropa, puedes tomar la mía —asentí sin protestar dirigiéndome hacia el clóset.
Abrí las puertas de este, observé por un momento y entre tanta ropa tomé un suéter gris. Siquiera pedí a Lyam que se marchara y tampoco le avisé que me quitaría la ropa en frente de él, solo quedé en bragas.
Al voltear hacia él, tuve que contener una risita, sus mejillas estaban coloradas e involuntariamente mordió su labio inferior. No podía negar que me gustaba verlo así, provocarlo y tampoco podía negar el deseo que tenía de que este cambiará su opinión.
—Gracias —comenté colocándome el suéter.
Rápidamente pase frente a él dirigiéndome hacía la cama y al estar encima de está, me acomodé.
—No hay nada que agradecer —al escuchar su tono suave le dediqué una sonrisa—. Si quieres te dejo para que descanses... —no lo dejé terminar de hablar.
—No Lyam, por favor —pedí rápidamente—. No me dejes sola.
La verdad no quiera quedarme sola, y a pesar de estar más calmada, aún tenía miedo.
—Por favor —pedí nuevamente haciendo un puchero.
Lyam me miró por un momento, se que lo estaba pensando.
—Esta bien, solo dejame cambiarme —asentí y este se dirijo a su closet sacando de allí un pantalón de pijama.
Se quitó el disfraz de héroe quedando solo en bóxer, para mí fue una tortura ver y no poder tocar su hermoso cuerpo, pero aproveche los segundos que estaba de espaldas para verlo de pies a cabeza.
—Listo —dijo volteando a verme cuando ya se había colocado el pantalón.
Luego se dirijo hasta la cama, me arrime un poco y este se acomodó a mi lado.
—Buenas noches...
—Buenas noches, que descanses Sophi.
Me tomó por sorpresa sentir sus brazos rodearme para atraerme hacia el, pero no me resistí, en vez de eso abracé su cintura; aferrando mi pecho en el suyo. La calidez de su tacto era reconfortante. Entre sus brazos sentía que no había nada, ni nadie más en este mundo, que no podría ocurrir algo malo junto a él, sentía que Lyam era mi lugar seguro...
ESTÁS LEYENDO
Cicatrices
RomanceEsta es la historia de Sophia una chica tímida, aventurera y apasionada que por motivos de la vida tuvo como única opción escapar de su hogar para otra ciudad con Ethan su novio en aquel entonces. Luego de tres años juntos toda la magía de ese gran...