23: ¡Oh, Sole Mío!

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Dar el paseo en góndola por los canales de Venecia, era la cosa más romántica del mundo… y mas costosas por cierto. Después de tener una apasionada tarde en la cama, se bañaron juntos, se pusieron sus disfraces y se fueron hacia San Marcos, donde estaban los gondoleros…

Hermione llevaba su botella de vino, compraron dos copas en el camino y contrataron a un gondolero cantante, porque no todos cantan y Hermy quería escuchar algo hermoso en italiano, a lo mejor una Traviata…

El chistesito de aproximadamente 50 minutos por todos los canales le estaba costando a Draco, la cantidad (hoy en día) de 680 galeones… si, como unos 120 euros, todo porque a la señorita Granger se le había antojado lo más costoso ¡Si, que gaste el señor Malfoy!

¡Ay si Lucius reviviera volvería a morir por que una impura gaste el oro familiar!

En la góndola no hubo necesidad de las máscaras, mientras el gondolero cantaba con sentimiento, los dos brindaban chocando sus copas, se daban besos, ella le ponía fresas con chocolates en los labios y los masticaban juntos, sin duda, era el día más feliz del mundo…

¡Draco era absoluto y enteramente suyo!

Y podía gritarlo al viento, al mundo entero ¡Estaba enamorada! Lo quería, lo quería para siempre, que fuera el único hombre en su vida, que la amara hasta sangrar su corazón… podía ver eso en los ojos del rubio

¡Claro que no era la única que pensaba locuras! Draco también estaba impresionado por lo sucedido, el hecho de que sus ojos se hubieran fijado en ella a esas alturas, era algo increíble, después de unos años con una vida vacía, ahora ella parecía llenarla…

¡Pero en esos momentos ni se acordaba de su tía abuela ni de ese otro pariente!

El que era tan propio, tan recto, tan educado a la usanza antigua, no entendía porque adoraba a esa bruja de padres muggles que era una loca irremediable, ella de ser una matadita, una chica cerebral parecía que había mandado todo al carajo y solo vivía por el…

La veía reír, gritar, decirle una y otra vez que lo quería… sentir el amor en esos ojos cuando lo miraba, no era otra cosa, no eran por las copas de vino, más bien era el amor, a mitad del recorrido, no hacían otra cosa que besarse, mirar el recorrido y seguir besándose.

-EEEEEEEEEEEEH

-UUUUUUUUUUUUH – de pronto gritaron lejos de ellos, eran otras dos góndolas donde iban Elena y Sofía

-¡Duro con el Hermione! – Gritaba Elena

-¡Déjalo sin oxigeno! – Le ayudaba la otra

-¡Y si te cansas de él, lo pasa! – Y le hacían señas divertidas

-¡Cuidado con el vino, porque te ataranta!

-¡No vas a poder cumplirle al rato!

Hermy estaba prendida al cuello de Draco, rodeándolo mientras se reía de lo que las amigas recientes le gritaban, claro que otras góndolas iban al paso con personas disfrazadas y seguían el juego, cantando “¡Amore mío!” O el famoso “¡Oh sole mio!” o lo que fuera…

Draco también reía divertido, ella admiraba esos dientes perfectos, esos labios delineados y su piel que lucía aperlada bajo la luz que tenía la góndola a esa hora porque obviamente, era de noche… el carnaval estaba a su punto, en toda las callezuelas de las orillas del canal estaban los turistas o los habitantes con sus disfraces multicolores…

¡Lo que era tener amor y dinero!

Porque lo que era Ike, regresaba a su guarida, en donde ya contaban las ganancias, los robos iban bien, al menos todos podían darse algunos lujos, el solo pedía lo necesario, algo de plata para comer y vestirse, no tenía papeles, así que no podía solicitar un empleo digno sin una identificación… finalmente el resto de los que estaban ahí, eran hijos de los magos que seguían a Voldemort que al morir o caer en Azkaban, habían perdido todo lo que poseían… algunos sin familia viva o libre… el atraco y el vandalismo era su única sobrevivencia.

-¡Tu parte Ike! – Le alcanzó Nott

El tomó las monedas ante la mirada inquisidora de Maurice, quien fumaba, era su vicio, su pasión. El muchacho se guardó las monedas y aceptó un trago de whisky, del grupo, pese a todo, al único que detestaba por su prepotencia, era a Maurice.

Ellos estaban escondidos en una vieja casona abandonada a la que Ike le había puesto muchos hechizos protectores, quizás no tenía papeles de estudios, pero era diestro en la magia… había tenido una excelente maestra que le había enseñado mucha magia, por nada...

Por eso Nott lo tenía a su lado, nadie como él para la defensa…

-¿Dónde estuviste Ike? – Preguntó Maurice con su tono mordaz

-Lo que yo haga en mis ratos libres no te importa…

-¡Uy! Pero que susceptible, todavía que te cedí a la palomita, me haces el feo…

-¡No se te ocurra volver a traer a otra inocente muchacha aquí! – Gruñó Ike – Porque entonces… si puede ocurrir algo…

-¡JA!

Ike se alejó de Maurice antes de comenzar un pelea mayor, se metió en su habitación, cerrando la puerta con furia y sentándose pegado a ella, no pudo evitar sentir la maldita culpa, sus ojos se nublaron, no quería llorar, porque era un hombre fuerte, pero lo que le había echo a esa muchacha… era imperdonable

Su única justificación, era que… de haberla tomado Maurice, el trauma hubiera sido peor, porque aparte que la hubiera golpeado, de igual modo a lo mejor la hubiera asesinado ¡Eso siempre tenían que vigilar en el sádico de Maurice!

El sufría mientras que el otro Malfoy se divertía…

Habían bajado de la góndola, cerca de la plaza principal, con la botella vacía, en un acto alojado, que no debe hacerse por cierto, la botella fue arrojada al canal y siguieron su camino hacia el carnaval que estaba en su apogeo, los bailes, los cantos, los escenarios con música clásica, ópera y alternativa…

Ellos se revolvieron entre la gente, abrazados, tomados de la mano, bailando, aceptando vino de otras personas, comiendo algunos bocadillos, de pronto se ponían sus antifaces y disfrutaban con los disfraces de otros, en fin que aquella fiesta era preciosa.

En realidad no se como llegaron a su habitación, pero por la mañana, Draco se incorporó de súbito de la cama, miró a su alrededor, los disfraces regados por toda la habitación, las sábanas revueltas y una Hermione durmiendo a su lado, con el pelo alborotado, desnuda

-¡Demonios! – susurró Draco al momento

Se puso en pie y buscó los papeles que Emilia le había dado y comenzó a revisarlos, ahí había una foto vieja de un niño rubio, que tendría unos ocho años, su nombre IKe Abraxas Malfoy… origen: ruso de padre hechicero, madre muggle. Ubicación actual: desconocida.

Leyó la reseña de la investigación, se decía que había nacido en uno de los barrios rusos más pobres, que nunca había ido a una escuela de magia apropiada y que se ignoraba como es que había obtenido una varita mágica, había emigrado cuando su madre se murió, su padre ya había muerto desde que era pequeño…

Todos los datos indicaban que a lo mejor había ido a Londres, pero nada era seguro, porque el rastro se perdía en la frontera, no sabían si había ingresado o se había ido a otro país.

-¿Amor? – Murmuró Hermione cuando no lo sintió en la cama

-Tengo que ir a Londres…

-¿Tienes? ¿Y yo que? ¿Me vas a dejar? – Preguntó angustiosa

-¡Claro que no! Pero no puedo obligarte a ir conmigo…

-¡Claro que me voy contigo! ¡No me vas a dejar botada de nuevo Draco Malfoy! – Protestó la castaña, asustada por el hecho de que el rubio la abandonara…

¡Rétame... y después... ámame!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora