24: Siempre me arrepentiré

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Draco miró la hora ¿Cuánto tiempo habían dormido? Pasaba del medio día, se sentó a su lado y le dio la carpeta, ella lo leyó al momento y se volvió a mirar al rubio de modo interrogante, aunque la verdad ¿Qué preguntas podría hacer? El documento lo decía todo… pero iba a preguntar cuando en ese momento tocaron la puerta, Draco fue a abrir y…

-¡Draco, hace dos días que no te he visto, ya se donde esta tu tía abuela! – Entró Emily de súbito sin pedir permiso y de repente se paró en seco

-¡Oye! – Susurró Draco demasiada tarde

-Eh… - Masculló al ver una mujer desnuda en la cama que rápidamente se cubría

-Ya se que esta en Alemania…

-Si, en “Castle Flower” ¿Quién es ella? – Se volvió a preguntarle

-Mi mujer…

-¡Oh! ¡Cielos, me lo pudiste haber dicho! Interrumpí algo por lo visto

-No, no… de hecho iba a escribir una nota para mi abuela, pienso regresar a Londres para intentar buscar a Ike…

-Eh… ¡Hola! – Saludó Emilia de lejitos – Bueno, mira, dado que es mi responsabilidad, yo iré a Alemania mientras tu regresas a Londres ¿Me avisas ok?

-Claro que si…

-¡Adiós! – se despidió de los dos  

-¿Ella es la investigadora?

-Si… ¿No te irás a poner celosa?

-No, tu ya eres mío – Dijo ella de modo serio

-¡A ver si sigues diciendo eso cuando lleguemos a Londres!

-Te reto… - Dijo ella y Draco le dio un beso en los labios

-Me bañaré para que arreglemos todo y regresemos a Londres

-¿Nos bañamos juntos?

-Está bien – sonrió Draco y la levantó en brazos llevándola en la tina de baño, en donde entre las burbujas y el agua, se besaron apasionadamente, se entregaron al amor una vez más, mientras que según ellos, se preparaban para volver a Reino Unido.

Y por esos lugares…

Luna miraba a todos lados, había tenido que salir y ahora que regresaba el miedo se apoderaba de ella, la oscuridad había caído sobre la ciudad de un modo asombroso, la muchacha tembló, sentía que alguien la seguía, volteaba en ocasiones, pero había perdido su varita y por eso había tenido que ir a Diagon

Había obtenido una nueva y ahora la sujetaba con fuerza entre su ropa, iba bien cubierta, pero el miedo lo respiraba a cada paso, ya casi lloraba de solo pensar que de nuevo fuera a ser secuestrada de nuevo.

En una de esas notó que tras ellas iban un grupo de hombres con gorros, capuchas y guantes, ella comentó a temblar de miedo, intentó ir más a prisa, pero las piernas se le doblaban, su corazón se agitaba, el terror se estaba apoderando de ella, en su loco caminar se metió a un parque

-¡No, no, no, por favor no! - Susurraba

No veía ni a donde iba, solo escuchaba las pisadas a sus espaldas, hasta que no resistió mucho tiempo y cayó de bruces en el pasto, ella gimió al ver que una sombra avanzaba hacia ella, se acurrucó cubriendo su cabeza y cuando sintió que la sujetaban, simplemente se desmayó

Cuando abrió los ojos se dio cuenta que algo le ardía, miró al techo, a un costado y supo que estaba en su habitación, y cuando se incorporó vio que era lo que le ardía, una de sus rodillas estaba lastimada y con sangre seca

-Te lastimaste cuando te caíste – Dijeron de pronto y ella pegó un respingo

Ike estaba ahí de pie, sosteniendo un ungüento en las manos, lentamente se acercó a Luna y comenzó a aplicárselo, ella no dijo nada por un momento, mirando con atención lo que el hacía… ahora podía verlo mucho mejor, porque en aquella habitación donde la vejara, la iluminación era escasa.

-¿Cómo sabes donde vivo? – Murmuró Luna de repente

-No quiero asustarte más Luna, no voy hacerte daño… así que no quiero que entres en pánico.

-T-te creo…

-No espero tampoco que me perdones por lo que te hice, porque simplemente no tiene perdón de Dios… solo te quiero decir una sola cosa – y le miró directamente a los ojos

Luna no pudo evitarlo, recordarlo desnudo, con ese rostro tan hermoso y varonil, con ese cuerpo esbelto, ese aroma que despedía… sus mejillas ardieron y desvió la mirada.

Ike no la tocó más de lo necesario, es mas, evitaba mirarla, se le caía en definitiva la cara de vergüenza, por eso es que la vigilaba y la cuidaría cuando pudiera, pero no quería que Maurice se diera cuenta o era capaz de hacerle algo

-¿Qué cosa?

-Voy a estar cerca de ti cuidándote… no salgas de noche por favor, lo que te hicimos, no debió pasar, eres una niña inocente que no tiene la culpa que en este mundo haya parias como nosotros. No creas que nos la pasamos ultrajando muchachas…

Luna miraba ese hermoso cabello rubio revuelto que le caía sobre el rostro, quizás pudiera echárselo hacia atrás y contemplar sus ojos grises, su rostro cuadrado y esos hermosos labios… si no hubiera sido porque la había tomado “a la fuerza” jamás en su vida ese hombre le había puesto una mano encima

Ike miró de reojo a Luna, sus ojos serenos, enormes y azules, la simpleza de su rostro, sus labios delgados, recordó la ternura de su piel, su cuerpo suave y puro al momento de poseerla, sintió una horrible sensación de deseo y se puso en pie lo antes posible, alejándose de ella unos centímetros…

-No hagas tonterías Luna, cuídate… yo… te estaré vigilando, como sabes, soy un delincuente, nos buscan así que me arriesgo a todo, pero tengo una deuda contigo, porque jamás me perdonaré lo que te hice…

-Nunca me hubieras tocado – susurró

-Nunca – Le dijo convencido y salió de inmediato.

Luna se acurrucó en su cama, mirando a la nada, era la historia de su vida… quizás debía regresar a la casa de su padre, estar a su lado, escribiendo para el quisquilloso, así corría menos peligro… de todos modos, de nada le servía pensar de modo romántico en su vejador…

Sobre todo cuando éste le había dicho que jamás la hubiera tocado

Pero también le había dicho que la vigilaría, lo tendría aparentemente cerca, aunque no lo viera, sabría que ahí estaba acechándola, de que nadie más intentara hacerle daño… ella negó con la cabeza ¡Después de lo que le había pasado seguía de estúpida romántica!

-Luna… tu no eres así – se dijo así misma – Tienes que superar esto, tienes que dejar de soñar y dejar de ser una niña…

En el parque ubicado frente al edificio, Ike permanecía a la sombra de un árbol, con su maldita conciencia echa nudos, hundido en la oscuridad de la noche y de su alma, con las imágenes de lo ocurrido esa noche, cuando la tomó, si bien no fue completamente a la fuerza, no era libremente.

Hacía mucho tiempo que el no tenía sexo con nadie, quizás desde los 19, cuando salió de Moscú, buscando una mejor vida, pero en todo su trayecto hasta Reino Unido, había sido un sufrimiento horrible, acompañado en algunas ocasiones por magos errantes, otras completamente solo…

A lo mejor por eso recordaba esa noche, cuando el tomo el cuerpo virginal de esa muchacha, sintiendo toda su inocencia, escuchando sus sollozos, aspirando el olor de su piel, buscando en ella calor corporal, buscando sentirse amado, porque desde que el recordaba su vida, nada había sido fácil, había salido buscando los parientes que su madre le había mencionado antes de morir, pero Nott le había dicho que todos estaban muertos.

¡Rétame... y después... ámame!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora