22: Los ojos más hermosos del mundo

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“Quand tu me prend dans tes bas, quand je regarde dans tes deux, je vois que dieu existe c´ est pas dur croire”

Hermione escribía afanosamente en el pequeño escritorio, frente a la ventana del cuarto de hotel, avanzaba más rápido, de pronto se detuvo y se volvió a la cama, la cual estaba bellamente adornada por un hermoso hombre rubio, que dormía a pierna suelta…

Ella suspiró y cruzó las piernas mientras lo contemplaba, aquel exquisito espécimen masculino, yacía solo con los pantalones de pijama puestos, mostrando su torso delgado pero marcado, los ojos de la castaña lo devoraron de pies a cabeza, si él era un pecado ¡Gustosa pecaba todas las noches así se fuera al mismo infierno!

Sonrió y se volvió a sus escritos, tenía que avanzar lo más que podía, pero de pronto se volvía hacia el blondo ¿Cómo concentrarse con eso distrayéndola? Le parecía escuchar su murmullo parsimonioso al dormir, su suave respiración.

Aunque de pronto, como que temía que eso fuera un sueño y que despertara de un momento a otro, no quería pensar en todas las explicaciones que daría a su familia, a sus amigos ¿Cómo explicarle a Harry y a los Weasley que estaba enredada con su peor enemigo?

¿Cómo decirle a Harry que ese hombre la elevaba al cielo con sus besos y con sus caricias? A lo mejor Ginny o Luna le entendían como mujeres, pero, después seguramente lo repudiarían ¡No, no debía pensar en ello, aún no!

El problema con ella es que ya estaba estúpidamente enamorada de Draco, era el aire que respiraba, esos días que el desapareció era como si su mundo se le acabara, y cuando se lo imaginaba con otra casi moría de rabia…

Pero si lo amaba, entonces era justo que le diera su lugar, que ella confesara de una vez por todas, que se había enamorado del hombre equivocado, pero como era correspondida y muy bien, lo sentía en el alma, pero elegía quedarse con aquel que la hacía tan feliz

¡Además demasiadas puerquezas le había echo a Draco en el lecho como para que cambiara de amante! ¡Ahora ese hombre y todo lo que poseía era suyo por derecho! Y el se lo debía por siete años de sufrimientos escolares ¡que se jodiera el rubio, pero a ella de su cama no la sacaba! ¡Pues este!

Cerró sus notas y dejó todo en su lugar, ella caminó lentamente hacia la cama, subió despacio, como si fuese un felino, pasó sobre el cuerpo de Draco como si fuese una gatita, quedando su rostro sobre el de Draco contemplando ese varonil rostro…

Y de repente el abrió los ojos… ella contempló el tono gris de sus pupilas ¡Merlín! ¿Cómo pudiste crear tanta perfección en un hijo tuyo? Por un momento se sintió hipnotizada en medio de esos ojos intensos, brillantes, en la cual ella podía contemplar todo el universo que Draco le mostraba

No entendía como es que esos ojos la podían ver antes con tanta crueldad y como es que ahora era solo la ternura reflejada en ellos, como esas dos preciosidades parecían diamantes…

-¿Qué pasa mi amor? – Murmuró Draco con la sonrisa mas encantadora del mundo, no, que digo, del universo entero…

-Nada…

-¿Nada? – Volvió a murmurar y ella lo contempló con un deseo febril en sus ojos castaños, hasta el rubio notó como el color chocolatoso de sus ojos se volvía líquido ardiente al mirarlo.

-Te ves bien rico – Susurró y le dio un beso de piquito en sus labios

-Tu también – Agregó mirando un poco hacia abajo levantando la ceja, en donde se le colgaba la bata de baño a la castaña ya que estaba levantada sobre el, pues le estaba mostrando todo el pecho y no llevaba ropa interior

¡Rétame... y después... ámame!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora