30: No dejes de besarme

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El cielo estaba nublado esa noche, parecía que las lluvias amenazaban, Luna miraba el horizonte relampaguear, ella buscó en el parque, por si veía alguna sombra, algo que le indicara que Ike la vigilaba… suspiró y dejo de nuevo su ventana abierta, se recostó y solo esperó…

Las horas pasaron y el pensó que a lo mejor no iba a subir, estaba a punto de quedarse dormida cuando escuchó un ligero ruido, se quedó inmóvil, la rutina parecía ser la misma, acomodarle bien las sábanas y cerrar la ventana, pero ella no podía mas con la situación

Lentamente se movió y se giró… el se quedo inmóvil, luego reacciono

-No tengas miedo…

-¿Cuántos días has estado haciendo esto?

-Desde que… casi desde que te solté…

-¿Por qué? – pregunto ella casi de un modo tan inocente que Ike no pudo más con su conciencia…

De repente y ante el asombro de Luna, el muchacho se arrodilló al pie de su cama, mirando a la muchacha con infinita tristeza, con el alma destrozada y su conciencia rota…

-Por favor – susurró – por favor, dime que me perdonas… dímelo… ¿Me perdonas? Yo se que no tengo perdón de Dios, pero el sabe que cuando llegué aquí lo que menos quería era ultrajar personas – y le tomó de la mano con suavidad

-Ike… - Ella se estremeció a ese nuevo contacto

-Dime que me perdonas… solo dilo, así al menos podré estar en paz…

-Yo te perdono Ike… no te guardo Ningún rencor…

-¿Por qué no?

-No se odiar a nadie Ike, no me gusta ese sentimiento

-Pareces… pareces un ser irreal Luna… pero debe haber algo que quieras de mí, lo que sea, a lo mejor lo que estoy haciendo lejos de ayudarte, te molesta

-¿Por qué no me besaste esa noche? – Preguntó de pronto

-Yo… considero que un beso es demasiado intimo, suficiente profané tu cuerpo como para besarte a la fuerza… bueno, es mi manera de pensar…

-Puede ser…

-¿quieres pedirme algo?

-Quiero que me des un beso – Murmuró, Ike quedó azorado

-¿Qué?

-Bésame…

-Luna yo… no debería…

-Por favor – susurró ella – regálame un beso…

Ike la miró intensamente, Luna tembló al solo observar los hermosos ojos del muchacho, ese gris intenso, esas pestañas largas, su nariz perfecta, esos labios que podían enloquecer a cualquier mujer, si pudiera tocar esos labios tan masculinos y delinearlos…

El rostro de Ike tan… angelical, tan hermoso, que por un momento volvió a sentirse pequeñita, su autoestima bajó a millón, se sintió menuda, indefensa, ese muchacho era algo que estaba lejos de sus posibilidades aunque fuera un delincuente…

Un hermoso delincuente…

Pero Ike de pronto se incorporó con lentitud, sentándose en la cama, tomando el rostro de Luna entre sus manos, los mechones del pelo rubio del muchacho se deslizaron enmarcando su rostro, parecía un ángel

Ella cerró los ojos, esperando que el pegara sus labios a los suyos, Ike estaba nervioso, lento, suave, el pego sus labios a los de Luna, la presión fue suave, delicada, buscando la confianza, que los músculos se aflojaran

¡Rétame... y después... ámame!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora