Capítulo 2

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Siempre quise ser boxeador desde edad muy temprana.

Pero para convertir mi sueño en realidad me fui de mi casa a los dieciocho años y estuve divagando por varios gimnasios hasta que llegué a uno de los barrios más peligrosos.

El Bronx

No tenía nada en mis bolsillos, solo mucha esperanza e ilusión con perseguir mi sueño.

Mi entrenador Jessie en ese momento se estaba empleando con otro boxeador que sería su futura promesa y no quería entrenarme.

Él me dijo que si lograba a derrotar a su chico, le echaría y me incorporaría a mi.

Le gané sin complicaciones y al final Jessie pasó a ser mi entrenador.

A día de hoy no se de lo que habrá sido de ese chico, ni si quiera recuerdo su nombre.

Jessie es un hombre adulto de cuarenta y seis años, casado y una hija.

Un hombre de pelo castaño oscuro y corto, de baja estatura, delgado, ojos castaños oscuro como su cabello y lleva gafas de la vista.

Es un hombre físicamente promedio, normal.

Fue un boxeador pero no un boxeador de alta categoría, ahora es más reconocido por ser mi entrenador.

Ambos solo tenemos una relación de entrenador-boxeador y aunque él se preocupa por mí yo no quiero que se adentre en mi vida personal.

No quiero su compasión de él, ni de nadie.

*****

Me encontraba en el gimnasio haciendo la tabla de ejercicios que ya lo tenía más que memorizado.

Ahora me encontraba saltando a la cuerda sin contar las veces que llevaba saltando hasta que me di cuenta que Eddie se estaba acercando a mi y yo decidí mirar al frente.

Es mejor ignorarlo.

—¡Romeo! Ya mismo tienes el combate benéfico ¿no estás emocionado?—

Seguía saltando la cuerda sin responderle mientras miraba la frente sintiendo una enorme indiferencia por él.

—He oído que serán tres combates espectaculares ¿cierto?—

Yo solté un resopló de agobio hasta que decidí dejar de saltar la cuerda y me quedaba quieto, desvíe mi mirada hacia al joven Eddie con cierta molestia.

—Eddie, tú estás viendo lo que estoy haciendo ¿verdad?—

Asintió lentamente.

—¿Y por qué me interrumpes?—

—P-perdona, Romeo..—dijo mientras su cara se enrojecía por la vergüenza y pasó una mano por su nuca.— Solo que.. ya sabes que estoy atento a todos tus movimientos por qué..—

—¿Y por qué no estás atento mejor a los tuyos?—pregunté.— ¿Jessie ya te ha conseguido un buen combate?—

—P-pues...—

—¡Romeo!—

Desvíe mi mirada automáticamente hacia mi entrenador Jessie al gritar mi nombre y él andaba hacia a mí.

—¿Ya andas haciendo el vago?—

Me quedé en silencio hasta que Eddie se giraba y parecía intervenir en la conversación.

—¡No!—respondía Eddie nerviosamente.— Fui yo quien le interrumpí el entrenamiento.—

Jessie miró de malas maneras a Eddie y le señaló repentinamente el saco.

ROMEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora