Capítulo 5

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Yo dejé el gimnasio antes de que Jessie volviera para echarme la bronca.

Fue raro.

No me tembló el pulso en ningún momento al verla.

Para mí fue como ver a otra persona.

¿Que me ha pasado?

Yo pensaba una cosa de ella pero al final.. resultó que no era para tanto.

¿Acaso es que la había idealizado?

En su momento lo hice hasta olvidarme de su existencia pero siempre sentía que algo albergaba dentro de mi.

Es muy confuso.

Todo lo que hice cuando llegué a mi casa fue darme una ducha para aclarar mis ideas pero todo lo que hacía era en pensar en ella.

Su voz autoritaria y su mirada llena de coraje no había desaparecido a pesar de que pasaron diez años.

Y tampoco había desaparecido su linda belleza de ella..

Me salía de la ducha completamente mojado y me colocaba una toalla alrededor de mi cintura mientras me quedé mirándome en el espejo.

Tú si has cambiado, Romeo.

O tal vez es que...

¿Siempre he sido así?

Me dirigía a mi habitación habitual dándome cuenta de qué el móvil estaba sobre la cama y decidí cogerlo para llamarla mientras me senté en el filo.

Me acordaba perfectamente de su número móvil pero antes de llamarla quise revisar alguna llamada o mensajes.

No me envió ninguno.

No tuve otra opción qué llamarla mientras me quedé mirando al suelo de mi cuarto de color blanca y reluciente.

—¿Hola?—

Lo cogió.

—Hola.—respondía seriamente de manera tranquilo.—

—¿Quién eres?—

—¿Sufres de alzheimer?—

—¿Perdón?—

—¿Acabas de estar en mi gimnasio y ya no me recuerdas?—

—Ay, Dios, perdona..—

—Perdonada estás.—

Katrina se quedó en silencio por segundos y la escuché de suspirar.

¿Le habría molestado lo que le dije?

Desvíe mi mirada hacia mi armario de color grisáceo y de material de roble sin importancia alguna.

—¿Mi entrenador os llevó a casa?—

—Iba a llevarnos pero decidimos que nos dejará en la estación de buses, él parecía estar demasiado cabreado.—

—Se le pasará.—respondía mientras chasqueaba la lengua a los pocos segundos y me quedé pensando en las palabras correctas.— Te llamaba para preguntarte cuando querías tomarte ese café conmigo.—

—Si, a mí.. me gustaría, creo que tenemos que hablar de tantas cosas.—

Me quedé callado con algunos recuerdos en mi mente y pasaba mi lengua por mis dientes relucientes.

—¿Que te parece mañana?—le pregunté sin rodeos de manera directa.—

—Podría mañana pero en la tarde noche, es por el trabajo.—

—No te preocupes.—dije.—

—Y tardaré un poco por qué tendría que ir a Nueva York..—

Pero la interrumpía.

ROMEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora