Ya había tomado una decisión.
Dejar a ir a Katrina para siempre, pero antes de hacerlo, tengo que ir hablar con ella.
Lo haré cara a cara y no atreves de una absurda discusión que tuvimos en el gimnasio.
Me niego.
Además, me arrepentí de lo que le hice aquella noche.
No estuvo bien.
Y por ello, me fui a la floristería más cara de Nueva York para hacer un envío especial.
No sabía cuál era sus flores favoritas pero le envié una cesta de 250 de rosas rosas junto una tarjeta diciendo:
"Lo siento"
Dejé pasar un día, cuando me confirmó la dependienta de la floristería que ya le llegó las flores.
Y luego fui a comprarle su segundo regalo, pero eso sería una sorpresa.
Yo mismo quería dárselo en persona, por ese motivo, me encontraba conduciendo hasta Brooklyn.
Cuando llegué al edificio que ella vivía, aparcaba el coche en la cera de en frente y me miraba por el retrovisor arreglando mi cabello rubio platino.
Me di cuenta que se apreciaban mucho más el color de mis ojos y resaltaba el lunar que tengo junto a mi boca.
Es la hora de la verdad.
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Antes de tocar su puerta, me arreglaba mejor mi chaqueta vaquera de color marrón oscuro y alisaba mi camiseta negra.
Estoy bien.
Le di al timbre dos veces y luego pegaba su puerta con mi mano hasta que abriese.
Katrina abría la puerta rápidamente y se quedó helada al verme en su casa aunque segundos después reaccionó de malas maneras.
-¿Que haces aquí?-
-¿Te llegaron las flores?-
-Si, las he tirado.-
-¿En serio? ¿Has tirado las flores que te he regalado?-
-¿Que te creías? ¿Que por regalarme un enorme ramo de rosas iba a perdonarte?-
-Esa era mi intención.-dije con cierta ironía al igual que siendo sincero con ella y luego encogía mis hombros.-
-No tenemos nada de que hablar.-
-¿Puedo comprobarlo?-
Katrina frunció su ceño sin entenderme.
-¿El qué?-
-Si has tirado las flores.-
-P-pero ¿De que vas?-
Ella abría más la puerta, a lo que a mí me dio ventaja en poder entrar en su casa y andaba a paso lento, relajado.
-¡Romeo!-
Seguía andando hacia al salón y me di cuenta que la cesta de flores que le regalé estaba en la mesa de centro, me giraba despacio aunque las señalaba.
-Están ahí.-
Katrina suspiró mientras que cerró la puerta y andaba con la mirada puesta a la cesta de rosas con frustración.
-Si.-dijo.- Te has pasado, es un ramo enorme, ni si quiera me caben en la mesa..-
-Es lo que te mereces.-
-Romeo, no voy a perdonarte por unas..-
Ella se quedó en silencio y su mirada la dejo puesta en mi cabello rubio.
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ROMEO
RomanceUn boxeador norte americano llamado Romeo, se dedica al boxeo desde un tiempo atrás y lleva defendiendo el título durante tres años pero en su último años en su profesión ha tenido altibajos por los recuerdos del pasado, y principalmente por su fami...