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La cita organizada que tuvo con Shoto no resultó del todo mal, el tipo serio y reservado resultó ser agradable y con una bella sonrisa. Tal vez dicho acuerdo matrimonial no sería tan mala idea, pero antes de dar ese paso, deseaba poder conocerlo más, conocer más sobre su familia y asegurarse de que tendrían una buena vida como pareja.

Porque después de haber vivido en un núcleo familiar dónde el respeto y el amor van de la mano, es lo menos que esperaba para sí.

Y de solo imaginarse un futuro con esa persona, no podía evitar ponerse triste ante el recuerdo de las múltiples veces que su cabecita esponjosa y verdosa lo hizo ver más de una ilusión con uno de los empleados de su padre: el cómo llegaría este atractivo rubio a pedirle una cita después de confesarse, o simplemente saludarlo cuando se encontrarán. Sí, sus ilusiones iban de lo más cursi, al acto más insignificante que pueda haber dentro de la interacción entre dos personas.

Vaya vida, ahora tendría que enfocarse en cumplir la petición de su padre al pie de la letra.

Y por ende, se encontraba allí, respondiendo los mensajes que Shoto le enviaba sin ningún tipo de pausa. Era un tipo agradable, con el que extrañamente tenía muchas cosas en común, pero, era tan asfixiante.

Liberando toda la tensión que la situación le ocasiona en un suspiro, levantó la vista de su móvil para fijarla en el camino; estaba cerca del trabajo de su padre. Aún no entendía porque lo citó en la oficina para hablar en lugar de hacerlo en casa.

Tal vez, tendría que ver con que el aniversario con su madre estaba próximo a suceder.

¿Pero en qué podía ayudar él en particular?

—¿Desea que lo espere? — preguntó el joven Beta que se presentó frente a él cuando le abrió la puerta trasera del auto, ayudándolo a bajar del mismo.

—Por favor, saliendo de aquí necesito que me lleves a otro lugar— le respondió.

—Bien, vaya con cuidado.

Con una sonrisa y un sutil asentimiento, Izuku tomó camino al interior de las instalaciones.

Cada empleado que le miraba pasar le sonreían, saludaban y daban la bienvenida como si no hubiera estado allí hace sólo un par de días.

Eran bastante amables con él; algunos lo hacían de buena fe y por qué les nacía la amabilidad, otros por simple compromiso y así evitar que su padre los despida por haberle dado un mal gesto a su hijo.

Sea cual sea la razón, él respondía con una gran sonrisa en el rostro, después de todo fue educado con los mejores modales.

Al llegar a la oficina de su padre, fue recibido por el señor Yagi, ese hombre tan maravilloso que con el pasar de los años lo ha considerado como su segundo padre.

—Buenas tardes, joven Izuku. Su padre lo está esperando.

—Muchas gracias— respondió Izuku ante el gesto que tuvo el mayor al abrirle la puerta.

Era hora de saber cuál era la razón de dicho llamado.

(...)

Calada tras calada, y aquel cigarrillo entre sus dedos había llegado a su terminó. Cómo era mala costumbre suya, volvió a sacar otro de la cajetilla y encenderlo para después comenzar a consumirlo.

Fue en la universidad cuando le tomó el gusto al cigarrillo, y solía fumar hasta tres diarios si tenía mucho en que pensar; está ocasión era una de ellas, y cómo no serlo, si desde la tentadora insinuación del señor Midoriya ha estado pensando en los pros y en los contras.

Mi mayor codicia [BakuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora