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Katsuki no imaginó pasarla tan mal al regresar a casa, no pudo dormir en lo absoluto, llevándolo a tomarse el día libre al siguiente día, por suerte Hisashi lo entendió y se lo cedió sin problemas.

El resto de los días fue muy poca la mejora y saber la condición de Izuku tampoco era de gran ayuda.

Una semana, ese fue el tiempo que duró el celo del Omega, y aunque él lucía mejor aspecto, no imaginó que su corazón se estrujaría al ver el estado de Izuku cuando fue de visita.

Grandes ojeras bajo sus hermosos ojos, piel pálida y un poco más delgado de como lo recordaba.

Cuando Izuku lo miró desde las escaleras, pequeñas lágrimas salieron de sus cuentas, bajando con prisa los escalones hasta estar en los brazos de su Alfa.

Sí, desde su primera cita en aquel muelle, lo ha considerado suyo.

—Kacchan— lloriqueo—. Lo siento tanto, debiste pasarla muy mal por mi culpa.

El Alfa rubio, separó a Izuku un poco de su cuerpo, acunando su rostro con ambas manos para mirar mejor ese rostro con mal aspecto.

—No te preocupes por eso, ¿cómo te sientes? — preguntó, importando poco si la servidumbre notaba su preocupación.

—Cansado, mi cuerpo se sigue sintiendo débil.

—Entonces no debiste salir de la cama.

—No es para tanto, la verdad es que la ropa que enviaste para hacer mi nido me ayudó bastante. Y tenerte ahora aquí me hace sentir mucho mejor.

Katsuki sonrió, estrechando al pequeño Omega entre sus brazos mientras bañaba su delicado cuerpo en sus feromonas, era como una manta, una cálida manta que hizo suspirar satisfecho a Izuku.

—Joven Izuku — escucharon ambos a Tsutsumi, mirando a la beta que llevaba en sus manos una charola con el almuerzo del Omega—. ¿Qué hace aquí? Debería estar descansando— regaño, y Katsuki río.

—Lo mismo dije.

—¿Comes conmigo? — preguntó, importando poco el regaño de su Nana.

—Si así lo deseas está bien.

Con una enorme -aunque débil- sonrisa, Izuku tomó la mano de Katsuki, mirando ahora a la Beta que seguía de pie.

—¿Puedes traer una ración más a mi habitación?

Con extrañeza, Tsutsumi terminó accediendo, mirando como Izuku llevaba al Alfa escaleras arriba rumbo a su habitación.

Mientras caminaban por el amplio pasillo Katsuki miro todo a su alrededor, sintiendo un pesar sobre su estómago cuando se detuvieron frente a la puerta de la habitación del Omega.

—¿No prefieres comer en el jardín? — preguntó nervioso.

—Quiero mostrarte algo, además, tu ropa está en mi habitación, tengo que devolvértelas— respondió, abriendo la puerta; tirando de la mano del rubio para que esté entrará.

Todo olía a él, e inconscientemente Katsuki respiró profundo para llenar sus pulmones de ese aroma dulce.

Izuku, se acercó a la pequeña mesa que había en el interior:

—¿Recuerdas está flor? — preguntó, y Katsuki le miró sin entender—. Es la flor que me diste en nuestra primera cita, Tsutsumi se esforzó mucho para que ésta echara raíz. Es linda, ¿no crees?

A pasos lentos, Katsuki se acercó a Izuku, mirando detenidamente la maceta que había en medio; pequeñas hojas de un verde musgo y un tenue pistache sobresalen de las ramas, al igual que pequeños botones rosados que aún no estaban listos para brotar.

Mi mayor codicia [BakuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora