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Mientras el minutero avanzaba, no dejaba de mover su pie de arriba a abajo al mismo tiempo que mordía las uñas de sus manos, mirando ansiosa la puerta frente a ella, regresando su vista a esos documentos que Torino le había entregado para hacérselos llegar a su jefe.

Realmente aquel hombre quería que esas personas tocaran fondo a como dé lugar. Y tener esos documentos en manos la hacían dudar sobre si era correcto o no.

¿De qué trataban? Fácil, un contrato exclusivo donde Katsuki aceptaba trabajar con el Alfa mayor a espaldas de Hisashi, al igual que pasarle información importante sobre casos específicos que ella misma le ha entregado a escondidas de todos, excusándose de que su jefe le pedía muchas copias. Pero ante esos pequeños movimientos, si este era de conocimiento ante los Midoriya, el Alfa rubio sería el responsable, corriendo la mala suerte de ir a parar a la cárcel.

Ochako era consciente de que había condenado al pobre joven en el momento en que fotocopió el primer juego, ¿por qué ahora dudaba en hacerlo firmar ese papel?

Tal vez era por temor a que se diera cuenta. O simplemente sabía que lo que hacía no era lo correcto.

Suspirando con sofocó una vez más, escondiendo esas hojas en su propio portafolio. Brincando del susto en el momento en que la puerta fue abierta y se dejó ver a la linda pareja: Katsuki e Izuku, mismos que en los últimos días pasaban la mayor parte del tiempo juntos, incluso cuando el Alfa rubio tenía reuniones importantes Izuku siempre debía estar cerca de él. Y ella no era tonta, sabía que ciertas actitudes de ambos molestaban al padre del Omega peliverde.

—¿Ya no hay nada pendiente? — le preguntó Katsuki a la castaña.

—No, todo está en orden y al corriente.

—Me alegro, entonces puedes ir a casa, yo debo irme temprano.

—Muchas gracias— respondió, colocándose de pie para dar una pequeña reverencia en agradecimiento.

Pero ante la pequeña sonrisa brindada, no evitó sentir ese extraño cosquilleo en su estómago, teniendo que disimular su emoción ante el pequeño gesto pues el Omega de su jefe estaba presente. Además...

—Ve con cuidado de regreso a casa, Ochako— dijo Izuku con una linda sonrisa adornando su bello rostro.

Y eso hizo doler su pecho, pues Izuku era tan lindo, amable y considerado con ella que ponía en duda todas las acciones que hacía encontrá de ellos por órdenes de Torino.

Cuando los perdió de vista, suspiro cansada y comenzó a guardar y acomodar sus propias cosas, dirigiéndose a casa para así poder descansar un poco.

Aunque al llegar a su humilde vivienda no imaginó encontrar a Himiko y su bola de amigos que siempre la miraban de más. Con incomodidad, caminó hasta su habitación, tratando de ignorar el olor a tabaco, alcohol y las molestas feromonas de esas personas, cuestionando una vez más por qué no sale corriendo de allí.

Fue tonta de alguna manera, aunque no del todo, pues cuando conoció a la linda Alfa ella era una persona completamente distinta, misma que se transformó cuando conoció a los raros que le acompañaban en ese momento. Y si tan solo hubiera sabido antes sobre sus andadas, jamás hubiera dado aquel paso en falso que arruinaron la poca felicidad que había tenido en su vida.

No sabe en qué momento se quedó dormida, solo recuerda haberse acostado y haber cerrado sus ojos, despertando cuando su habitación estaba en completa penumbra. Tomando asiento sobre el colchón en el momento en que la puerta fue abierta, dejando ver a esa chica rubia.

—Compre la cena, ¿vienes? — preguntó Toga. Recibiendo un asentimiento por parte de la castaña.

La convivencia entre ellas había decaído bastante, ya no había juegos previos a cualquier actividad, ya no había risas inundando cada rincón de su hogar, ya no había tanta comunicación como antes. Cómo en ese momento, en el que ambas cenaban juntas, pero en completo silencio.

Mi mayor codicia [BakuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora