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El tiempo suele pasar más rápido de lo esperado, y cuando menos se lo había esperado Katsuki, ya habían transcurrido dos meses desde que comenzó a salir con Izuku.

Un tiempo que sin duda ambos aprovecharon para conocerse más a fondo, rompiendo la carcasa de la máscara ficticia que en algún momento llegaron a imaginar uno del otro.

Por parte de Izuku, nunca imaginó que el Alfa rubio tendría un humor de los mil demonios; quiere decir, durante ese tiempo nunca había sido grosero con él y mucho menos le faltaba al respeto, siempre era dulce, comprensivo y un caballero de primera, pero con sus compañeros de trabajo, era todo lo contrario.

Tan despectivo en ocasiones que llegaba a temer por el trabajo del mismo: «—Eso no es nada, joven Izuku— comentó a sus espaldas Yagi cuando lo encontró frente a la oficina del rubio—, su padre solía ser igual o peor. Aunque el joven Bakugo es más flexible».

¿Más flexible? Quizá, pues después de haberles llamado la atención a sus pupilos por reunir mal las evidencias, les dio más tiempo para hacerlo correctamente, orientándolos y dándoles consejos ante casos como esos.

Era admirable de alguna manera para él.

Y Katsuki, bueno, sin duda alguna se quitó la idea errónea que tenía sobre Izuku de alguna manera; durante el tiempo que ha ido a la casa Midoriya pudo darse cuenta de muchas cosas: Izuku era un encanto con los empleados, los trataba como iguales y no le molestaba mancharse las manos si con ellos tenía la oportunidad de ayudar; Inko Midoriya era similar al Omega menor, ahora entendía de dónde había heredado su encanto, porque Hisashi, por Dios, era una persona que le gusta mirar a los demás por debajo de él.

Además, le parecía increíble que aún teniendo las posibilidades de cumplir cada uno de los deseos de su familia, estos fueron limitados ante su mente retrógrada sobre el lugar de los Omegas.

Entendiendo por completo las palabras dichas por Izuku en su primera cita: «No crees todo lo que se dice en las revistas». Vaya que tenía razón.

«—Mi madre tuvo la oportunidad de regresar a la universidad, aunque dejó su maestría a medias cuando se embarazó— le explicó Izuku—, por supuesto mi padre le prohibió terminar sus estudios y dejar de trabajar en el restaurante, pues toda su atención debía dármela a mí y bueno, mi madre estuvo de acuerdo. Recientemente lo ha convencido de regresar a trabajar al restaurante principal como chef... pero mi padre no se nota nada contento por ello. Ya sabes, le preocupa mucho el qué dirán».

Sí, esa familia estaba llena de secretos, razón por la cual inconscientemente, quería hacer las cosas distintas con Izuku:

—Me estás diciendo que, ¿tú padre no te deja conducir por qué cree que eres incapaz de hacerlo sin meterte en problemas? — le preguntó.

En ese momento se encontraban comiendo en un pequeño negocio de comida rápida. Era fin de semana y bueno, tenían todo ese día para ellos solos.

—Algo así, recuerdo cuando le dije que quería tomar clases, dijo que solo sería una pérdida de tiempo y de seguro terminaría en problema como la mayoría de los Omegas que conducen. Por eso tengo chófer— detalló.

—Entiendo lo que dice tu padre, puesto que la mayoría de las infracciones y problemas vehiculares es encabezada por Omegas, pero la mayoría es por estar bajo las sustancias del alcohol o por betas o los mismos Alfas que tampoco tienen cuidado al conducir— explico—, pero ya sabes, la culpa y responsabilidad siempre recae en los Omegas.

Izuku asintió con la tristeza dibujando su rostro, un gesto que, por supuesto no pasó desapercibido por el Alfa, quien carraspeó y tomó su soda para terminar de ingerirla.

Mi mayor codicia [BakuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora