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Mirando con orgullo otra de sus obras de arte, Izuku se levantó del banquillo con la felicidad borboteando hasta de sus poros.

Y cómo no iba a estar feliz, pues su padre le había pedido hacer la pintura más hermosa y significativa de, y para su madre, pues le daría la misma como obsequio por su aniversario de bodas; y eso, eso le parecía un detalle único, pues aún después de sus años de matrimonio y con un hijo ya siendo un atractivo joven Omega, su progenitor la sigue tratando como si aún la estuviera cortejando: tan detallista, tan amable y amoroso.

Sí, él deseaba vivir un matrimonio tan perfecto como el de sus padres.

Y ante ese pensamiento, la noticia dada por su padre hace algunos días atrás resonó en su cabeza como un mar de emociones.

«Quedas libre del matrimonio con Shoto Todoroki. Pensé mejor lo que habías mencionado, y tienes razón, todos merecemos nuestra persona especial y con mi cercano aniversario, me sentí egoísta... así que, hijo mío, puedes elegir a la persona que tú desees. Pero, con la condición de que cuando así sea, no sé demoren en darme nietos».

Fueron las palabras que Hisashi Midoriya le había brindado, y fue algo bastante liberador si era honesto. Aunque también se sentía un poco mal por Shoto, pues era evidente para cualquiera su interés hacia él; y debía decir que incluso no recibir sus numerosos mensajes lo hicieron sentir aún peor.

¿Cómo tomó la noticia él?

Esa era su mayor duda; pero su padre le había prohibido volver a tener contacto con él para evitar malos entendidos y molestias entre ambas familias.

Y aunque las ganas por saber lo carcomían, prefirió obedecer la orden, seguir con su vida tal y como antes de conocer al Alfa bicolor.

Regresando su vista una vez más a la pintura, sonrió al ver que su trabajo estaba pronto a terminar para ser entregado a tiempo.

Y la sola idea lo mantenía emocionado; ¿Qué expresión pondría su madre al verla?

Se preguntó, riendo con suavidad y diciéndose a sí mismo de que ya llegará el momento de recibir una respuesta.

Pero por el momento, saldría de su estudio para ir en busca de comida, pues su estómago rugía más fuerte que los ronroneos de un minino.

(...)

Para ese punto Katsuki ya sabía de sobra el alejamiento del hijo menor de los Todoroki, al igual de que también era consciente que su camino con aquel Omega estaba más que disponible.

Pensaba en tomar su tiempo para mentalizarse y organizar una cita adecuada, pero nunca imaginó que su jefe lo citaría en su oficina al mismo tiempo en que su pequeño hijo lo estaría visitando.

Vaya sorpresa que fue para él, pero no era el único, pues en el momento en que Izuku cruzó la puerta de aquel despacho y lo miró, sus feromonas se dispararon ante la emoción y nerviosismo que el intento del menor por ocultar las fue completamente inútil.

Era consciente de sus sentimientos hacia él, pero realmente no imaginé que sería tan evidente.

Aun así, allí estaban los tres.

Hisashi se encontraba sentado a la cabeza de la pequeña sala que se encontraba en el interior; Katsuki por su parte se encontraba al costado derecho de su jefe y enfrente de él estaba Izuku.

Mismo pequeño que mantenía su mirada en el suelo y jugando con los dedos de sus manos; sin olvidar el notorio sonrojo en sus mejillas llenas de pecas.

Sin apartar su mirada de aquel Omega, el Alfa rubio tomó entre sus dedos la pequeña taza de té que reposaba sobre la pequeña mesa. Al dar el primer sorbo, sus ojos captaron aquellos iris esmeraldas; por un choque inesperado de miradas, Izuku se sonrojo aún más y desvió sus ojos hacia su padre, quien por supuesto miraba embelesado la pintura en sus manos.

Mi mayor codicia [BakuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora