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Haber estudiado fuera de Japón fue de sus mejores elecciones y mayores logros, nunca imaginó hacerlo un día, y por ende, agradece la oportunidad que se le había dado.

Aún recuerda la emoción y orgullo de su tío Yagi; recuerda como el hombre lloró cual bebé ante la emoción de ver a su sobrino avanzar en la vida a pesar de lo sucedido en el pasado, y por él, la única familia que le quedaba en esa vida era él porqué de su esfuerzo. Claro, porque para ese entonces ya no tenía a Izuku a su lado.

No mentira, lo echaba mucho de menos, y no precisamente por haber sido su primera relación, su primer amor, sino porque en algún momento fueron grandes amigos; pero por más que quisiera hablar con él, que quisiera contactarlo y contarle sobre su vida, no podía hacerlo. Porque fueron las condiciones del señor Midoriya para seguir cubriendo sus estudios.

En el momento en que accedió a dicha petición del Alfa mayor, le dolió hasta el alma haber terminado lo que puede llamarse lo mejor de su vida, le dolió tanto haber terminado con el lindo Omega que vio en él una gran belleza, pero era algo que debía hacer para apoyar en algún futuro a su tío, porque quería demostrarle de lo que era capaz, porque era una oportunidad que por más que Yagi quisiera dárselo su estabilidad económico jamás se lo permitiría, y quería devolverle todo lo que hizo por él en porciones grandes.

Pero los recuerdos del pequeño que le recibió con los brazos abiertos, la belleza de niño que se fue convirtiendo con el pasar de los años ahora se presentaba frente a él y en brazos de alguien más, y ese sería su calvario por la decisión que tomó años atrás.

No fue algo que espero al momento de regresar a Japón, no saliendo de su reunión con Hisashi para seguir hablando de su futuro.

Ver cómo su rostro se iluminaba aún más por ese Alfa rubio, ver su radiante sonrisa dirigida hacia alguien más; enterarse de esa manera le hizo doler el corazón.

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Izuku era feliz cada vez que Katsuki le concede una cita entre semana, le gustaba saber que el Alfa hacía un espacio en su agenda para verlo, le gustaba sentirse su prioridad, le gustaba saber que a pesar de todo él era primordial en su vida.

Cómo en ese momento, en el que después de algunos contratiempos al fin podían ir al cine y pasar tiempo juntos.

Al bajar del auto que su padre le había asignado con chofer, viro sobre sus talones al oír la voz de Katsuki a sus espaldas, sonriendo al percibir las motas de sus feromonas en el aire; corriendo hacia él para abrazarlo y besarlo como tantas veces. Amaba estar en sus brazos, amaba sentirse seguro en ellos, amaba sentirse querido y adorado.

¿Cuándo fue la última vez que se sintió de esa manera? La verdad es que olvidaba todo cuando Katsuki estaba a su lado, porque a su lado todo era perfecto.

Pero todo se desvaneció cuando cierto aroma antaño regresó a sus sentidos, ese agradable olor a cedro le hizo viajar a sus años escolares, aquellos en los que jugaba de la mano de cierto Alfa tímido.

Al girar su rostro hacia la entrada del edificio, miro a quien tanto quiso hace años, miró a su amigo de infancia y a su primer amor: Tomura.

Alto, cabellera larga sujeto en una coleta y con ese rostro pálido con pequeñas cicatrices cerca de sus labios; vistiendo tan elegante que lo hacía ver bastante atractivo, algo no tan usual en el pasado. Un pasado dónde sonreían gustosos después de pasar una tarde juntos en el parque al término de las clases.

Abriendo sus ojos y boca con asombro, se alejó de Katsuki al instante, corriendo a los brazos de Tomura que lo recibieron con gusto y añoranza.

El albino enterró su rostro en el cuello de Izuku, aspirando hondo aquel dulce aroma que le encantaba desde que era un infante; sonriendo con gracia al sentir el picor del caramelo quemado llegar a sus fosas nasales, levantando un poco su mirada para notar aquel rubio con el ceño fruncido.

Separando un poco a Izuku de su lado, acunando su rostro para contemplar su bello rostro.

—Pero mírate, ¿cuándo creciste tanto? —pregunto el albino.

Izuku, río sujetando las muñecas de Tomura, alejando sus manos de su rostro para sujetar sus manos y estrechar las mismas.

—¿Cuándo regresaste?

—No tiene mucho, después de todo aquí seguiré con mis estudios.

—¿De verdad? ¿Entonces nos veremos más seguido?

Tomura sonrió y río con suavidad: —Supongo que así será— levantó su mirada carmín para mirar al Alfa rubio que solo contemplaba todo desde cierta distancia.

—Oh, cierto— murmuró apenado Izuku—. Tomura, quiero presentarte a mi pareja— dijo, soltando al albino para extender su mano hacia Katsuki hasta que esté la tomo—. No hace mucho que comenzamos a salir, ¿No es así, Kacchan?

El aludido, sonrió sin quitarle la mirada de encima al otro Alfa de mirada carmín, llevando la mano del Omega a la altura de sus labios para besarla.

—Así es, cariño— Izuku se sonrojo en respuesta, le gustaba cuando Katsuki lo llamaba de esa manera.

—¿Trabajas aquí? — preguntó el alfa albino señalando el gafete del rubio.

—Sí— se apresuró a responder el Omega —. Es el mejor abogado que tiene mi padre a pesar de ser muy joven.

—Vaya, asombroso— dijo con más seriedad, quitando todo rastro amable de su rostro.

Claro, Hisashi no le permitiría a cualquiera estar con su único hijo.

—Izuku, está enfriando la tarde, entremos por el momento, en un rato más nos iremos— comentó Katsuki.

—Bien. Nos estaremos viendo entonces— se dirigió está vez al otro Alfa frente a él.

Con un asentimiento y suave sonrisa, Tomura dio un paso a su costado para dejarlos pasar, gruñendo molesto al perderlos de vista, bufando y riendo tan alto que los empleados en el interior lo miraron desconcertados.

«—Si me convierto en alguien importante, si consigo ser el mejor médico usted, ¿me dejaría regresar con Izuku? — Hisashi se burló de sus palabras».

«—Si eso llega a pasar, reconsiderare mi opinión sobre ti. Pero por el momento, te quiero lejos de mi hijo, no quiero que los medios critiquen sus elecciones de pareja».

Tomura bajo la cabeza, mirando sus manos llenas de cicatrices, mismas que en algún momento de su niñez fueron llenadas de banditas de colores por Izuku.

Era evidente que nunca sería aceptado en la familia Midoriya, no siendo un huérfano y un don nadie que no estuviera al nivel de esa familia; una familia que ahora le brindaba una gran oportunidad que ni en sus sueños podría lograr por cuenta propia.

Con pesar en su corazón, Tomura accedió a todas las condiciones que el Alfa mayor le imponía.

Sí, él era el amor más sincero y recíproco que Izuku pudo tener, pero este no era lo suficientemente fuerte como para luchar contra el gran patriarca.

Quizá priorizar su futuro a costa de alejarse de Izuku fue su único pecado, mismo del que ahora lloraba con amargura al darse cuenta de lo que había perdido, pero ya no había vuelta atrás, ya no había nada que hacer.

—Imbécil— se llamó así mismo entre dientes. 

Mi mayor codicia [BakuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora