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Sentado frente a su tocador y con la mirada perdida; lleva alrededor de veinte minutos en la misma posición.

Y es que, aunque recibió un pequeño mensaje de Katsuki la noche anterior para confirmar su cita, seguía sin creer que una de sus mayores fantasías con él se estaba cumpliendo.

Y el gran día había llegado. Y solo el toque en su puerta lo hizo ser consciente de la realidad que lo rodeaba.

—Joven Izuku— escuchó decir a su nana, misma que abrió la puerta y se adentró al interior de su habitación — ¿Todavía no se quita el pijama? Sus padres ya lo esperan para desayunar.

—Tsutsumi, dime qué no estoy soñando, dime que realmente tendré mi primera cita con el empleado de mi padre.

Sonriendo con suavidad, la joven mujer se acercó al pequeño niño que tenía enfrente, mismo que se encontraba vulnerable ante la infinidad de emociones que lo estuvieron invadiendo por el resto de la semana.

Tomándolo de los hombros y haciendo que se mire una vez más al espejo; tomando el cepillo para comenzar a desenredar ese esponjoso y lindo cabello.

—Mi pequeño y lindo Izuku, claro que es real, el sueño que tienes desde los 17 años se hará realidad. ¿Por qué sigues sin creerlo?

—Porque por muchos años Katsuki ha sido mi mayor sueño imposible — dijo con lamento—. Tú más que nadie sabe que no siempre obtengo lo que deseo, o al menos no de la forma correcta.

—¿Qué no obtienes lo que deseas? Si no mal recuerdo hace solo unos días atrás estabas casi comprometido con el joven Todoroki. Y henos aquí, a tan solo unas horas de ir a esa cena con tu Alfa soñado.

El pequeño Omega se encogió de hombros, recordando que sus caprichos siempre eran consentidos a cambio de algo más. Razón por la cual le costaba creer que eso realmente le estaba pasando.

La joven Beta, tomó un pañuelo, mismo con el que secó las pequeñas lágrimas de aquel niño que ha visto crecer y caer de distintas formas.

—Mi lindo Izuku, no te atormentes y levanta ese hermoso rostro, ya tendremos tiempo para pensar de más, pero por el momento, debes bajar a desayunar.

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Al entrar al comedor, encontró a sus padres que se tomaban de la mano, devolviéndoles la sonrisa que aquel par le brindaron.

—Que traigan el desayunó— le ordenó Inko Midoriya a Tsutsumi.

—Sí señora.

—Disculpen la demora— dijo Izuku, acercándose más a los mayores.

—Toma asiento— respondió su padre—. ¿A qué hora viene Bakugo? — pregunto.

—A las ocho de la noche.

—Bien, tu madre y yo nos iremos antes para nuestra reservación, puede que no lleguemos a dormir así qué— miró a su pequeño y único hijo—, no llegues tarde.

Con las mejillas coloradas, Izuku asintió, viendo cómo su platillo de comida era colocado frente a él.

—No me siento segura con Izuku saliendo sin que no estemos en casa— reprocha la Omega mayor.

—Mujer, ya lo hemos hablado. Bakugo es un Alfa de confianza, además, creo que hemos educado bastante bien a Izuku para que él mismo conozca los límites.

—Aun así, ¿no deberíamos estar presentes? Quiero decir, soy la única que no lo conoce.

—Ya habrá momento para conocerse adecuadamente, así que tranquilízate, nuestro hijo está creciendo y debemos aceptar eso.

Gruñendo aún inconforme, Inko asintió y guardó silencio; finalizando esa conversación discutida durante toda la semana, la pequeña familia comenzó a degustar de los aperitivos que fueron realizados para su desayuno de esa mañana.

Pero la pequeña espinita en su instinto Omega y maternal, hacían a Inko seguir dudando sobre la tranquilidad de su esposo ante el repentino pretendiente de Izuku que resultó ser uno de sus mejores abogados de su firma; pero el ver a su pequeño cachorro y sentir su felicidad borbotear a través de sus feromonas, decidió seguir guardando silencio. Por el momento.

(...)

En el momento en que sus padres se marcharon para celebrar su aniversario, Tsutsumi se encargó de llevar a Izuku a su habitación para comenzar a ayudarlo con su arreglo para su propia cita.

—¿Y bien? — le pregunto al menor, mostrándole el conjunto que ella misma eligió de entre todo su guardarropa.

—No es muy...

—Es perfecto, te hará ver elegante y adorable a la vez. Digno Omega e hijo del señor Midoriya.

Izuku, le echó un vistazo más al conjunto que su querida nana tenía en manos: una camisa blanca de manga larga, haciendo juego con un chaleco de lana con romboides negros en el frente y un tenue café como color principal; un short negro y medias blancas; rematando con unos zapatos negros a crochet con un poco de plataforma.

¿No era un poco llamativo para su primera cita?

—Te ves bellísimo — chilló la mujer al verlo usar su conjunto elegido.

—¿Crees que es adecuado? — preguntó inseguro.

Tsutsumi, negó con la cabeza y caminó hacia él, tomándolo de sus hombros para guiarlo al tocador donde lo hizo tomar asiento.

Tal y como en la mañana, comenzó a cepillar su cabello; un pequeño acto que realizaba desde que Izuku era un pequeño e indefenso cachorro, haciéndolo en su adolescencia cada vez que tenía días malos, haciéndolo antes de que esté vuele y forme su propio hogar.

—Deberías comenzar a tener más confianza en ti mismo, ¿qué importa si es o no la vestimenta adecuada? Tú eres hermoso y elegante incluso hasta con un saco de papas. Y si a ese Alfa se le hace mucho, ¿qué hace cortejando a una joya como tú? — al terminar de colocar el broche del pequeño sombrero negro sobre su cabello, tomo nuevamente los hombros de Izuku y acercó su rostro al ajeno, sonriéndole a través del reflejo del espejo— ¿Listo? — pregunto, he Izuku asintió.

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En el momento en que Katsuki llegó a la residencia de los Midoriya, se sintió aún más intimidado, pues aquella casa frente a él era como el triple de grande de la casa de dónde creció.

Sí que debía esforzarse más de lo que imagino si quería entrar en esa familia.

En el momento en que se colocó frente a la puerta de copiloto de su auto, escucho la puerta ser abierta, de la cuál salió ese lindo Omega; y sería mentira si dijera que no sintió nada en el momento en que la brisa de la noche se combinó con su dulce aroma e inundó sus fosas nasales.

Tan hermoso, tan pequeño y adorable.

«Un conejito». Pensó, sonriendo en el momento en que ambos quedaron frente a frente.

—Luces hermoso— halago, tomando su mano para tener el atrevimiento de besarla— ¿Listo?

Izuku aún con el bochorno en todo su cuerpo, asintió a la pregunta. Acto suficiente para que el Alfa abriera la puerta y lo ayudará a subir al vehículo, rodeando el mismo para abordarlo de igual manera.

—Tu padre me había recomendado un buen restaurante en el centro de la ciudad— dijo al momento de encender el auto—, pero durante la semana se me ocurrió algo mejor, ¿has cenado alguna vez en un barco bajo la luz de la luna? 

Mi mayor codicia [BakuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora