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Después de lo que pareció una eternidad, finalmente Dust pudo probar su desayuno, o bueno, estaba cerca de hacerlo

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Después de lo que pareció una eternidad, finalmente Dust pudo probar su desayuno, o bueno, estaba cerca de hacerlo.

Pronto descubrió que Carl era más amenaza que acciones, mucho ladra y poco muerde, ya que cuando Ron llegó a la cocina con ellos Carl volvió a pretender que no sabía nada y los tres pudieron subir escaleras arriba para encontrarse con Mikey y Enid.

En esos momentos Ron se encontraba explicándole a Carl como funcionaba Alexandria para ellos: los adolescentes que no necesitan trabajar.

Si fuera por Dust, le encantaría trabajar y hasta un par de veces había convencido a Aiden de llevarlo a varias busquedas de suministros, pero después de la última vez, cuando gran parte de su grupo murió, Aaron y Eric le habían prohibido a Dust salir por un tiempo.

No es que Dust esté realmente cumpliendo sus ordenes, ya que él salía casi todos los días después de clases con Enid al bosque, pero aún así, les hacía creer a ambos que él si cumplía, ya que eran quienes le dieron un hogar a Dust después de todo e incluso aunque él no lo pidió.

—Y, después de clases, casi siempre nos encontrarás aquí. —concluyó Ron, señalando hacía su propia habitación.

Ron y Carl venían caminando un par de pasos delante de Dust, que se quedó atrás para poder sostener bien ambos vasos de chocolatada.

El duo siguió su camino pero Dust dió media vuelta en el pasillo para llevarle su chocolatada a Sam, quién rápidamente le abrió la puerta cuando Dust la golpeó con su pie.

—¡Oh, gracias! Creí que te ibas a tomar la mía. —bromeó Sam, sacándole uno de los vasos y haciéndole una seña para que entre.

Al entrar, Dust observó de reojo como Jessie se encontraba asegurando el cerrojo interno del armario de Sam.

Todos allí iban a fingir que nadie notaba los extraños sucesos de la familia Anderson, pero ya hay más papeles escritos de Dust con amenazas hacia el padre de la casa de los que en realidad puede recordar.

Cada una de esas amenazas que fue silenciada por Sam o quemada por Ron, ninguno de los dos hermanos queriendo aceptar ver lo que tenían en frente.

O tal vez era alguna extraña clase de protección para ellos mismos, fingir que eran una familia feliz hasta que se lo crean.

—Sí, aquí está la remera que me decías cariño. —dijo Jessie, claramente fingiendo que no estaba revisando el cerrojo que Dust había descubierto la primera semana que interactuó con los Anderson.

Jessie cerró las puertas del armario y después de dejar una remera a rallas sobre la cama de Sam se despidió con una media sonrisa, dejándolos a ambos en la habitación.

Dust se sentó sobre la cama de Sam, sacando del bolsillo canguro de su buzo todas las galletas que había logrado guardarse justo en el momento en que Ron logró interrumpir la incómoda competencia de miradas que Dust había estado teniendo con Carl.

NOTHING LEFT TO SAY  ✧ Carl GrimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora