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—Bien, ya estoy aquí —pronunció para sí, observando la zona que tenía frente a ella—, según esto, está es la última ubicación de Sonic, antes de que perdiera la consciencia, pero aquí no hay nada —Sus ojos regresaron a la muñequera que, el mencionado erizo, llevaba consigo en el momento y que hurto mientras que el trio se encontraba discutiendo sobre qué hacer, después de su pequeña discusión, gracias a que recordó como Tails la había apartado de su amigo para analizarla.

Sus palabras se acabaron cuando el paisaje solo mostraba quietud y control. Todo lo opuesto que esperaba encontrar en una zona que, al parecer, había podido contra un ser que iba a la velocidad de la luz. Se quedo parada, sin saber que hacer, durante varios instantes, hasta que, tratando de no rendirse tan fácil, guardo el aparato en la bolsa que cruzaba su pecho y quedaba a su costado. Debía ser cuidadosa y evitar que el aparato saliera dañado para, así, poder regresárselo a su dueño, tan pronto como se fuera de ahí o podrían descubrirla. Aunque, si era más objetiva, había una gran posibilidad de que ya estuviera metida en más problemas de los que podía imaginar en ese momento, pero no podía dase la vuelta ahora. Ya está ahí, poniéndose en riesgo y en duda cada una de las palabras de sus queridos amigos, así que tenía que sacar algo de provecho.

Motivada por esto, su mirada verde limón escudriño el amplio sitio, en búsqueda de algo que llamara su atención, como mínimo, cosa que, al inicio, predeciblemente, no encontró nada. De esta manera, comenzó a movilizarse, sin tener un rumbo fijo, pero atenta a cualquier cosa que pudiera alertarla. Entonces, cuando se encontró con un sendero ya trasado, tuvo la corazonada de que estaba yendo por el camino correcto. Volviendo a motivarse, acelero sus pasos, impaciente de un nuevo descubrimiento y, luego de una caminata de varios minutos, lo hayo. El inicio de un bosque frondoso, en medio de una llanura desolada y desértica, la cual mostraba sitios muertos, todo lo contrario, a lo vivo que parecía, a simple vista, ese cumulo de árboles frutales. Eso no parecía tener sentido, pero Amy quedo maravillado con el lugar de inmediato. No sabía si se debía a su admiración hacia la belleza natural o su incesante curiosidad, continuo su recorrido, sin tener claro que podía encontrar dentro.

El tiempo fue pasando y, con eso, el creciente cansancio de Amy, sin embargo, no fue suficiente para hacerla rendirse. No tenía idea de a donde se estaba dirigiendo o que encontraría al final de ese sendero, pero sabía que estaba cerca de su objetivo y no podía abandonar esa misión, cuando estaba cada vez más cerca. Ella sabía que podía utilizar su teletransportación y se ahorraría un poco de tiempo, pero, al no conocer el sitio en el que se encontraba, aparecer, de repente, en un lugar que la comprometiera era una posibilidad latente que la eriza decidió no descubrir. Entonces, cuando se vio obligada a detenerse, a la orilla del camino, para tomar un poco de aire, la idea de que estaba perdiendo el tiempo y, posiblemente, preocupando a todos sus seres queridos, se hizo presente en ella.

Esto, como era predecible, la hizo dudar en seguir o no, decisión que fue analizada por un tiempo considerable. De esta manera cuando concluyó que era buen momento para darse la vuelta y aceptar, a pesar de que eso dañara su orgullo, que se había equivocado y no era la más apta para ayudar en una situación, se enderezo, teniendo un creciente desanimo, sin embargo, cuando levanto la mirada, noto algo que destruyo esos pensamientos y fueron remplazados por mayor curiosidad que antes. No sabía si su propio cansancio había conseguido distraerla lo suficiente para evitar que notara la presencia de una casa, cuesta arriba. Inconscientemente, su mirada busco la manera de poder dirigirse a ella, dándose cuenta de que, tal cual imagino al inicio de su recorrido, el sendero la guiaría hacia la cosa que estaba buscando, aunque, en el momento, no sabía la importancia que podía tener esa cabaña que, a simple vista, parecía sencilla y bastante ordinaria.

Sus pasos siguieron, aunque, en esta ocasión, noto que el recorrido fue más rápido. Posiblemente, debido a que ahora tenía un objetivo claro que alcanzar. Una vez que estuvo lo suficientemente cerca, pudo apreciar como una barda de madera, algo desordenada, de baja estatura, que delimitaba el terreno perteneciente al propietario de la cabaña, en donde, justo donde acaba el sendero, se hallaba una puerta, del mismo material que la construcción, con brochazos de color blanco, como intento de mejorar el aspecto del exterior, aunque esto no se llevó a su conclusión. Sin pensar mucho en las consecuencias de su siguiente movimiento, la eriza acerco su mano hacia la perilla oxidada de la puerta, la cual acabo abriéndose tan pronto como las yemas de los dedos la tocaron, en un movimiento que, fácilmente, pudo culpar al viento como el responsable. Al no tener algo que le impidiera seguir, la joven, llena de intriga, se encamino hacia la entrada de la cabaña, con mayor cuidado que antes. Entonces, cuando apenas estaba por asomarse a una de las ventanas, tratando de asegurarse de que el lugar estuviera libre y seguro para ella, algo la detuvo.

En blanco [Shadamy] (EN ACTUALIZACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora