En blanco [Shadamy] (EN ACTUALIZACIÓN)

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Por un instante, Amy no sintió ningún tipo de dolor o, siquiera, su propio cuerpo. Se trataba de una sensación muy confusa, al igual que confortable, así que no se resistió y dejo que se instalara en su interior, sin mayores complicaciones. Parecía que, después de mucho tiempo en guerra, por fin se había liberado de un peso demasiado grande para la capacidad de su pecho, aunque esta tranquilidad no duro demasiado.

El dolor se hizo presenta con agresividad con forme iba siendo más consciente de sí misma. En sus extremidades se extendió un agudo daño que la regreso a la realidad, gritándole a la cara que era hora de despertar. Impulsada por el deseo de sobrevivir, se obligó a abrir los ojos, terminando en una acción más complicada de lo habitual. Una vez que finalizo aquello, supo que más problemas la acompañaría a partir de ese momento.

Estaba recostada encima de una cama. Todo estaba en silencio, lo que provocó que pensará que seguía perdida en una especie de sueño sin fin. Más confundida que antes, se dedico a observar a su alrededor con la intención de encontrar algo que respondiera a sus preguntas. Estaba ubicada en una habitación cualquiera, sin nada realmente destacable, pero, en el fondo, era, vagamente, familiar. Había una pieza del rompecabezas que le faltaba para que todas cayeran en perfecta sintonía y todo comenzara a tener sentido, pero se encontraba perdida en la inmensidad del blanco que se habían convertido sus memorias.

Estaba tan sumida en sus intentos por descubrir que había detrás de esas paredes que le daban una sensación de pertenencia que ignoro un detalle muy evidente. Fue hasta que intentó moverse del mueble que la acogía, que se dio cuenta de que había algo muy cerca de sus piernas y de las cobijas que mantenían su cuerpo a una temperatura agradable. Enfoco su vista en aquel ser con rapidez y se encontró con una coneja de pelaje anaranjado claro y crema, la cual parecía estar dormida. Todo se estaba volviendo más confuso con forme los minutos pasaban.

Sin saber que más hacer, la eriza acerco su mano hacia la ajena, llamando la atención de la menor al instante. En un movimiento acelerado, la niña se enderezo, percatándose de que, de hecho, si se encontraba dormida, aunque este estado espiro tan pronto se dio cuenta de que su rosada amiga estaba consciente. El momento que tanto había esperado, ocurrió y se lo había perdido, pero, a cambio, tenía de vuelta su quería compañera. Abordada por la emoción, la atrapo entre en un abrazo, efusiva, causando un ligero susto de parte de la eriza, gracias al cambio drástico. Todo fue demasiado rápido después de eso, al menos, desde la perspectiva de la mayor.

La desconocida pronunció un par de cosas que Amy no logro comprender, cosa no la detuvo para salir del cuarto, en lugar atender a la confusión de la mayor. Su entusiasmo era tan cegador que ni siquiera noto cuando la nombro un par de veces y la joven no hizo lo mínimo por responder. Una vez sola, el sentimiento de estar en blanco, vacía y carente de algo que parecía muy importante se hizo más evidente, aunque no tuvo tiempo suficiente para sumergirse en esa desorientación, ya que, más pronto que tarde, alguien más se hizo presente. Se trataba de un zorro de ojos azules claros, pelaje amarillo y portador de dos colas que se movían con gracia. La joven eriza los miró con intensidad y duda, ya que, por mucho que no quisiera admitirlo, no los reconocía para nada y eso la comenzó a preocupar.

 Después de un saludo improvisado, los menores terminaron de entrar a la habitación. Una vez que esa acción estuvo completa, una seguidilla de palabras cargadas de cariño y notorias muestras de preocupación, gracias a un suceso que Amy desconocía por completo. Entonces, con forme Tails fue preguntando cosas más específicas y vio que las reacciones de Amy no cambiaban o, directamente, se mantenía callada, las dudas se instalaron en el zorro. Este comportamiento no tenía sentido en la eriza, así que tenía que intervenir cuanto antes. Fue en ese momento que el chico se pronunció sobre ese detalle que había querido ignorar desde el primer momento que había entrado.