Capítulo 18

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La mirada del detective Steve Pierce se deslizó de su compañero, al otro lado de la mesa, a Harry.

—Hemos estado en este caso desde el principio. No hay nadie más que pueda darle más información, y nos tenemos nada. Hable con el médico forense, tal vez. O esa mujer que hace perfiles, Swift.

—Hemos hablado con Swift —le dijo Louis con una mueca en los labios—. No queremos que nos digas lo que ha pasado. Queremos que digas lo que piensas. Ésta es tu gran oportunidad para hacernos saber que en realidad tienes sinapsis funcionando.

El detective se echó hacia atrás en su silla, con los ojos yendo de Louis a Harry, que estaba sentado en la mesa frente a él. Se cruzó de brazos obstinadamente y le miró en silencio.

Harry entrecerró los ojos ligeramente y apartó la mirada de Pierce, en vez de abordar a Holleman.

—Has estado en todas las escenas. Seguro que tienes algún tipo de sensación sobre todo esto.

Louis puso los ojos en blanco y apartó la mirada, su atención vagó a los carteles de se busca en las paredes. Despreciaba a estos hombres. Los polis le gustaban, en su conjunto. A veces, pensaba que habría sido mejor policía que federal. Pero estos dos hombres en particular eran unos completos imbéciles.

—¿Quieres oír mis sensaciones? —respondió Holleman con hostilidad—. Mi sensación es que están tan preocupados con sus reuniones y papeleos que están haciéndonos perder nuestro tiempo. Podríamos estar ahí fuera ahora…

—Sí, has estado haciendo un gran trabajo hasta el momento, Steve —dijo Louis lentamente sin apartar la mirada del cartel más cercano.

Harry habría reído si no estuviera ya tan molesto. Estos dos idiotas habían estado dando tumbos durante casi una hora, haciendo comentarios sarcásticos sobre las víctimas y comentarios más insultantes aún sobre la operación del FBI.

—La única razón por la que estamos en esta reunión es para tratar de conseguir un poco de ayuda. Como ha dicho Pierce, han estado aquí todo el tiempo. Nadie sabe más sobre el caso. Cuanto antes nos informen, antes podremos salir ahí fuera.

Pierce sonrió con suficiencia.

—Muy bien, entonces, te voy a poner al día. Algunos de estos casos son de un asesino en serie. Pero no todos. ¿Qué tal eso como intuición?

—¿Cuáles no te parece que encajan? —preguntó Louis.

—El drogadicto, por ejemplo. La prostituta seguro. Y las otras dos chicas, las compañeras de habitación. Hicimos algo de investigación… Resulta que eran un poco promiscuas —les contó Pierce.

La mano que Harry tenía sobre el muslo debajo de la mesa se cerró en un puño blanqueada.

—Promiscuas, ¿eh? —preguntó con voz engañosamente tranquila. Los comentarios anteriores sobre la negligencia de la víctima ya habían sido lo bastante malos. Esto era suficiente para hacer que le hirviera la sangre.

—¿Y qué? —preguntó Louis con indiferencia, sin ni siquiera registrar la molestia de su compañero—. Se acostaban. También tu madre, pero nadie le tiñó el pelo de púrpura y la asfixió.

Pierce retorció el rostro.

—Idiota —gruñó—. Se acostaban mucho más de lo que harían cualquier universitaria que se precie —insistió.

—Cristo —rio Louis incrédulo—. ¿Has estado en un campus universitario últimamente? —preguntó.

—Averiguamos que eran prostitutas ocasionales —continuó Pierce, sin inmutarse—, y llevaron al tipo equivocado a casa. Encaja.

Retirada (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora