Harry ignoró la oferta de Burns de transporte, en vez de pasar un par de días más con sus padres subió a la moto y fue hacia el este. En realidad no le importaba cuanto tiempo tenía para llegar puntual el quinto día a Washington DC. Burns no había especificado una hora, después de todo. Se detuvo dos noches en el camino e intentó no pensar en lo que le esperaba. Un nuevo compañero.
Pasaban unos minutos del mediodía cuando entró en el aparcamiento del FBI y mostró su identificación. Una vez que aparcó recibió un golpe de déjà vu. Había llegado así la última vez. Misma moto, mismo cuero, diferente chaqueta. Su madre había insistido en que se cortara el pelo, por lo que lo llevaba corto y pulcro otra vez. Tenía algunas cicatrices nuevas. No se lo había contado a nadie. No había nadie a quien contárselo, la verdad, y en su mayoría se habían curado.
Frunciendo la nariz, Harry dejó caer el casco sobre el asiento y fue a zancadas al edificio, refunfuñando para sí mismo.
Con todos sus contactos, había conseguido averiguar que Louis había sido liberado del loquero del Walter Reed el día que Harry le había visto por última vez, pero luego era un callejón sin salida. No sabía cómo era posible que Louis se marchara del hospital y desapareciera, los agentes sin misiones por lo general eran bastante fáciles de encontrar a través de la Oficina. No había pasado por el circuito de charlas como había dicho, eso era seguro. Lo único que Harry pudo averiguar era que Louis estaba trabajando en algo fuera de los libros, ni siquiera infiltrado, sino alguna mierda de operaciones encubiertas y eso significaba que no encontraría nada en absoluto. Había sido frustrante en extremo mientras Harry le buscaba. Y ahora allí estaba, frente a un compañero que no quería, en un trabajo que rápidamente se estaba convirtiendo en más como trabajo y menos como algo que disfrutaba.
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—Es bueno verle bien, agente especial Tomlinson —ofreció la secretaria con burla cuando Louis entró en la oficina exterior.—Es bueno ver que el palo sigue todavía firmemente alojado, princesa — respondió Louis mientras iba directamente hacia ella y la saludaba con la mano para que le dijera a Burns que estaba allí.
Ella resopló con rabia y golpeó el intercomunicador para anunciarlo.
Louis entró en la oficina del director adjunto y se detuvo en seco. En las últimas cinco o seis horas, se había permitido esperar que su nuevo compañero sería el antiguo. Que Burns por fin había sacado a Harry del infierno de Miami y lo había devuelto a la Unidad de Crímenes Especiales. Pero ahora, vio con una sensación de hundimiento que su nuevo compañero ya estaba allí, sentado en una de las sillas frente a Burns con una cartera de cuero en su regazo, tomando notas.
Santo Jesús, estaba tomando notas.
El joven levantó la mirada por encima del hombro para estudiar a Louis mientras Burns comenzaba a hablar.
—Agente especial Tomlinson, gracias por unirse a nosotros. Este es David Reese.
El hombre rubio se levantó, agarrando la carpeta contra el pecho. Unos ojos verdes brillaron a través de las gafas de montura metálica.
—Agente especial Tomlinson —dijo Reese—. Es genial conocerle.
Louis permaneció plantado donde estaba, mirando al chico. Miró a Burns con indignación brillando en sus ojos.
—¿Qué mierda es esto? —preguntó.
Reese parpadeó y volvió a mirar a Burns, que sonreía.
—David es un estudiante de Georgetown. Está haciendo prácticas conmigo este verano. Di hola, Louis —ordenó el director adjunto amablemente.
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Retirada (Larry Stylinson)
Misteri / ThrillerUna serie de asesinatos en la ciudad de Nueva York ha bloqueado tanto a la policía como al FBI, y ambos sospechan que el culpable es un solo asesino que manda un indescifrable mensaje. Pero cuando los dos agentes federales a cargo de la investigació...