PARTE III Descontrol: Capítulo XXXVI -Eterno Retorno-

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Después de haber hecho el transbordo en España, el punto cumbre para nuestra llegada a Oregon sería un rápido paso por la selva amazónica. Para la Sra. Madeleine y Rick les parecía un destino rápido el cual no podríamos dejar de lado.

Las náuseas matutinas eran constantes, y aunque Yuki sabía toda la verdad, le hacíamos creer al resto que solo era una mala digestión.

Al llegar a Caracas, la capital venezolana, note como una nación hundida en la pobreza y la corrupción se afianzaba en las fronteras de Latinoamérica. Sentí un frio dolor en mi interior, estas tierras al igual que mi madre, también eran mías, y ver como desalmadas personas hambrientas de poder la destruían desde sus adentros me causaba una total y completa repulsión. En ese instante entendí el dolor que vivía mi madre contantemente al ver las noticias cada mañana en casa, y el motivo por el cual salió corriendo despavorida de aquí.

-¿Qué son esas construcciones? –Pregunto Ryu un tanto asombrado.

-Así es como vive la gente en este país –Le respondió la Sra. Madeleine.

-Lastima por ellos.

La afirmación que Ruth había hecho fue más que correcta. Desde el aire se podía observar perfectamente como un millar de casas estaban unidas unas a otras sin estructura aparente. El hueco en mi interior solo se magnifico aún más.

El hermoso amazonas se presentó ante nuestros ojos en el mismo instante que el avión toco su suelo, tres monstruosos autos nos esperaban a las afueras, eran de fuertes hombres encargados de llevarnos a nuestro pintoresco destino.

-Bienvenidos a Venezuela –Manifestó el guía-, es un honor tenerlos a ustedes en nuestras instalaciones.

-Gracias a ustedes por habernos recibido.

-¿Acaso es usted el capitán Rick Paterson? -preguntó aquel hombre un tanto sorprendido.

-Así es, capitán Rick Paterson reportándose, sargento.

Rick junto a aquel hombre hicieron un gesto militar, llevando su mano derecha a su frente.

-Es un honor para nosotros que nos honre con esta visita señor.

-Olvídese de eso sargento, agradecemos que nos recibieran tan eficazmente en tan poco tiempo.

No me había percatado del aire de superioridad con el que Rick soltaba sus palabras. En este lugar él era el mandamás.

-¿Entenderá usted que debemos seguir con el protocolo? –Le preguntó el chico.

-Hagan lo que deban hacer –Les ordenó.

Dos hombres se colocaron a la espalda de aquel sargento y pronunciando las palabras de algunas tablets que tenían en sus manos iniciaron aquel acto.

-Yuki-Onna Fujiwara, preséntese por favor.

Yuki apartó sus cabellos de su cara dejando a la luz sus incandescentes ojos azules y dio un paso al frente, el hombre que la había nombrado tomó aquel aparato que traía entre sus manos y lo posó sobre la muñeca desnuda de Yuki, en cuestión de segundos un pitido inundó nuestros oídos.

-Aceptada –Dijo el chico, apartó el aparato y el ejército presente hizo una reverencia-. ¿Trae usted algún acompañante mi señora?

-A... así es –Dijo Yuki titubeando-, me acompaña Ryu Yamamoto, capitán del ejército blanco.

Aquel hombre solo pudo mirar asombrado a Ryu y anotando su nombre en el aparato finalmente dijo:

-Ryu Yamamoto, aceptado –Y extendiendo sus manos nuevamente a su frente le rindieron honores.

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