Capítulo XVIII -Yuki-Onna-

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Mis mejillas ardían, mi nariz estaba roja, el fuerte frío hacía estragos en mi. No bastaba con esconderse en lo más profundo de un bosque totalmente blanco y espeso, lo único que quería era caminar hasta que mis pies no pudieran más y la sangre brotara por los lados de mis botas térmicas.

Sin detener mi paso busque entre mis bolsillos el teléfono internacional que me había dado Rick por seguridad, marque unos cuantos número y en segundos ya estaba hablando con mi madre.

-¿Todo bien Kel? –Mi madre nunca pudo ocultar el temor en ninguna circunstancia.

-Si mama, todo está bien.

Mi tono de voz tuvo que hacer saltar algunas alarmas en ella, o simplemente es uno de los sentidos ocultos que tienen las madres.

-No te lo creo Kel, sé que llegaron a salvo, la Sra. Madeleine me avisó hace un momento –Tomó un pequeño suspiro-. Te conozco mejor de lo que crees, yo no he nacido ayer, será mejor que me cuentes lo que ha sucedido.

Detener un paso rápido y firme para secarse las lágrimas no era símbolo de debilidad, y menos si tienes la dulce voz de tu madre en el teléfono.

-No quiero estar aquí mamá, quiero irme ya –Tomé con ambas manos el teléfono, mientras escuchaba como débilmente sonaba el corazón de mi madre al quebrarse.

-Hija mía, tu eres mi sol, lo sabes bien –Escuché su llanto al otro lado del mundo-. Sé que esto es difícil, pero ambas sabemos que esto es lo mejor que se puede hacer.

-Pero yo no quiero mamá, yo no decidí esto.

-Lo sé Kel, no es justo ni para ti, ni para todas las personas que están a tu alrededor.

-Pero...

-Nada de peros Kel, siempre te he dado mi amor y mi apoyo incondicional, soy tu madre y te amo con todas mis fuerzas, a ti y a tus dos hermanos –Incluir a la hermana secuestrada fue un golpe bajo-. Siéntete agradecida por lo que tienes hija mía, no eres una persona ordinaria y dentro de un mundo de desconcierto, eres una de las pocas personas que pueden tener un futuro mucho más claro.

Mi madre no era solamente belleza, dentro de la piel perfecta se encontraba una mujer fuerte y muy sabia.

Tome un fuerte respiro y finalmente dije:

-¿Por qué no puedes ser como el resto de las madres? –Pregunte entre una risa ahogada y húmeda.

-Porque tengo una hija única, ser una típica madre no sería correcto.

-Gracias mamá.

Un sonido entre el bosque interrumpió, me asusté y miré a todas direcciones.

-Mamá te llamo luego –Dije rápidamente.

-¿Todo bien hija?

-Si mamá, debo irme –Intenteé no sonar desesperada.

-Entiendo, te quiero Kel.

-También te quiero mamá.

Colgué rápidamente el teléfono y lo oculté en uno de mis bolsillos del abrigo rojo que mi abuela me había regalado hace un par de meses.

-¡¿Quién está allí?! –Grite mientras escuchaba algunos movimientos a mí alrededor.

Busqué hacia cualquier sitio, trataba de ubicar la silueta de cualquier persona.

-¡¿Oliver?! –Nadie respondió- ¡¿Ruth?! –Nada aun. En ese instante me pregunté qué tan lejos había caminado de la casa.

>> Quien este allí le puedo asegurar que soy una descendente, tengo poderes y podría acabar con usted con tan solo mover los dedos –Mentía, sabía que no tenía tal poder.

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