Capítulo XXIX -Destino Irlanda-

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Esa noche las cuatro chicas compartimos habitación, con los cambios de horarios, nuestro reloj natural estaba completamente descontrolado.

Necesitaba hablar con Ruth, así que le pedí ocultamente que me acompañara al comedor y me hiciera compañía en los oscuros pasillos que el Vie Eternelle. Ella no se negó, entendió perfectamente la indirecta y apoyándose en su colorida ropa para dormir, la rubia, mi amiga, caminó fielmente a mi lado.

-¿Quieres saber toda la verdad? –Ruth fue directa-, ¿No es así?

-Necesito que me expliques que fue todo aquello de hace un rato.

Ella rió, su blanca sonrisa fue un espejo de las escasas luces que iluminaban los pasillos.

-Es una larga historia amiga.

-Tenemos toda la noche para que la cuentes.

Intenté no tropezar las palabras que a continuación Ruth pronunció detenidamente, al parecer, ella si era el bando enemigo, fue una subordinara directa de Lydia hace mucho tiempo.

Una lágrima se desprendió por su mejilla derecha, intentó secarla rápidamente. Todo aquello le resultaba doloroso de recordar.

-Fue muy duro Kel, no tienes idea.

Lydia había hecho mucho mal a este mundo nada más que con su existencia, pero ella fue quien destruyó a mi mejor amiga y eso no se lo perdonaría.

-Me hacía hacer cosas terribles Kel –Repetía una y otra vez-, le encanta regodearse al ver que las personas imploran por su vida hasta el momento en el que sus almas abandonan sus cuerpos.

Tragué saliva fuertemente, parecía que era un monstruo de quien me hablaba.

-Me arrepiento cada día de lo que hice Kel, era muy débil. Lo mejor que he podido hacer fue escapar de aquel lugar.

-¿Y cómo lo hiciste?

-No fue fácil amiga, pero hice lo que tenía que hacer.

Palabras llenas de frio fue lo que sentí.

-Me asustas Ruth –Tomé un fuerte respiro-, ¿Qué hiciste?

-Envenené a quien fue su amor –Un rastro de mirada sin alma me observó-, aproveché la conmoción y escapé por los túneles de agua que había bajo su madriguera a la que ella llamaba hogar.

Ese era un momento en el cual nadie está preparado para responder, yo simplemente enmudecí.

-Luego de eso –Continuo-, viaje por muchos lados sola durante meses. Escuché de este lugar, durante algún tiempo lo estuve buscando, pero para cuando finalmente lo encontré, las personas de acá no quisieron recibirme. Fue la maestra, la Sra. Madeleine, quien me brindó cobijo. Yo no sabía que eso le costaría la protección que este lugar le brindaba.

Apretó fuertemente la taza de té que tenía entre sus manos.

-Era solo una niña Kel, nunca perdonaré a Lydia por lo que me hizo hacer. Aun me cuesta entender porque le costó reconocerme aquella vez en Japón.

-Ruth –Mis palabras fueron pausadas-, lamento mucho por lo que tuviste que pasar.

Ella tomo mi mano fuertemente y a medida que una lágrima recubría nuevamente su rostro y una sonrisa iluminaba la habitación dijo:

-No lamentes nada, todo eso me llevó a ti y al mejor momento de mi vida.

***

A la mañana siguiente, todos con las pilas ya recompuestas, nos dirigimos a la salida de aquel mágico pero espeluznante lugar, un auto que ya tenía nuestras pertenencias sería el encargado de llevarnos al aeropuerto internacional de Paris, para que así pudiéramos seguir con nuestro camino.

Todos ya estábamos listos y ansiosos por abandonar Paris, la ciudad mágica del amor se nos había convertido en un lugar poco agradable. Intenté contar las cabezas que nos acompañaban, solamente faltaba una.

-¿Alguien ha visto a Madeleine? –Preguntó Rick.

-Dijo que ya vendría –Le respondió Ruth.

No pasó mucho tiempo para que la maestra llegara a nuestro lugar, en su mano derecha cargaba una pesada maleta de cuero, mientras en la izquierda y muy cerca de su pecho, un libro era apretado fuertemente.

-Lectura para el viaje.

Fue su respuesta un tanto apresurada cuando le preguntamos que era aquel libro, respiraciones rápidas y cansadas brotaban de su pecho, daba la sensación de que había corrido una maratón hace tan solo segundos.

El traslado fue rápido, el avión nos esperaba.

Leí un tanto sorprendida el billete del vuelo.

-¿Primera clase? –Pregunté extrañada- ¿Alguien los cambió?

-No querida –Ruth rió con sus palabras-, son los beneficios que tiene estar de parte de las brujas.

No se dijo más, los chicos estaban por su lado, parecían estar inmersos en su mundo de comida, chistes y lacrosse, sobre todo lacrosse. Por otro lado, las chicas hablábamos de nuestras cosas, ciertamente nuestro sistema de conversación no era tan practico como el que ellos tenían.

Entre Ruth y yo apenas si circulaban palabras, desde la conversación de la última noche, las cosas se habían convertido en incomodas para las dos –Era algo que el tiempo se encargaría de hacer olvidar-, Yuki no era la conversadora más diestra y la Sra. Madeleine no despegaba su vista del libro, el pesado libro que traía consigo.

-¿Buena lectura? –Le pregunté.

-Así es Kel –Tomó un pequeño descanso-, ¿no te interesa saber quién fue descendiente de flora antes de ti?

-¿Qué libro es ese el que tiene allí maestra? –La cara de Ruth fue de terror puro.

-Tuve que tomarlo sin que me vieran de la biblioteca del Vie Eternelle –Dijo-, ellos saben algo y no los están ocultando.

-Usted ha roto reglas Madeleine –Al parecer la conversación de los chicos se vio secamente detenida.

-Lo sé Rick.

Incrédulos como Yuki, Ryu y yo nos quedamos simplemente siendo expectantes de aquel hecho.

-Entonces –Continúo la maestra-, ¿Deseas saberlo Kel?

-Si maestra, deseo saberlo –Era la respuesta más obvia.

Mi corazón latía muy rápido, la sensación de romper algunas reglas ponía mis nervios de punta.

-La madre de tu madre –Dijo finalmente mientras ojeaba algunas páginas-, hace ya más de dos décadas de su muerte.

-¿Mi abuela fue descendiente al igual que yo? –Intenté contener las lágrimas.

-Así es.

-¿Por qué has tomado el libro? –Preguntó Oliver.

-¿Dinos que es lo que quiere saber? –Acotó entre susurros Yuki.

Y entre los amplios asientos de un vuelo que va con dirección a Irlanda me enteré de que las pesadillas se pueden hacer realidad.

-¿Saben quién es Odysseas? –La incredulidad en nuestros rostros fue su respuesta- él es el hijo de Lydia Roden, su digna descendencia.  

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