Capítulo XXXII -Espectáculo de entrenamiento-

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¿Te preguntaras en donde estuvo el preservativo en aquel momento?

Pues simple, nunca lo estuvo.

Me sentía como una estúpida apartada de todo el grupo, hace tan solo un momento tuve la primera discusión con Oliver y ahora estoy sentada a las afueras sin parar de llorar y pensando cómo había llegado a tanto.

La gran madre se apartó de nosotras apenas había anunciado la noticia, pero la compasiva de Yuki aún se mantenía a mi lado. Entre susurros y llanto le rogaba que no dijera nada a nadie, al principio le costó entender todo aquello, pero finalmente lo comprendió.

Era entendible entonces para ese instante mis mareos, mi falta de apetito, mi cansancio y mis brotes hormonales.

Deje que la noche nos cubriera a ambas y para cuando mis glándulas lagrimales se quedaron completamente vacías, mi interior expulsó la frustración de una manera más razonable, me confesé a Yuki. Cuando todos dormían Ryu vino en nuestra búsqueda pero solamente Yuki se fue con él a descansar, yo me quedé pensando y meditando toda la noche.

No podía creer que a mis dieciocho años quedara embarazada; mi madre lo estuvo a los veintitrés, por lo que yo quería esperar a su edad o un tanto más. Tenía sueños y aspiraciones y con un niño creciendo en mi interior era poco lo que se podría hacer. Caí en depresión, ira, molestia, rabia, en fin un coctel de sentimientos.

Pero cuando creía todo perdido, vi algo que todo ser humano debe observar en su vida, algo que puede aclarar tus ideales y darle una oportunidad al destino, el impresionante amanecer en las llanuras del suelo africano. Entonces decidí que dejaría las cosas pasar y que todo se solucionaría de la forma en la que fuera, solo debía ser agradecida por la vida.

Antes de levantarme del suelo y decidir ir a la choza que había sido preparada para mí, pedí a quien sea que me escuchara en aquel momento, que las cosas realmente no se destruyeran por completo, deseaba que todos a mi alrededor estuvieran bien y si se necesitaba mi sacrificio, estaría complacida de hacerlo.

Para mi sorpresa al entrar en el pueblo fue el recibimiento de Ruth, tenía un par de platos con comida en sus manos y me indicó para que la acompañara en el desayuno.

-¿Qué tal has dormido? –Detestaba como Ruth siempre tenía ese resplandor en las mañanas.

-Mal.

De cierta manera no había mentido, aunque la verdad no había dormido nada, el cansancio en mi rostro por el desvelo era el maquillaje perfecto para mis palabras.

-Entiendo, realmente hace calor en este lugar –Jugó un poco con su comida-, y sin electricidad no puedo saber nada de Trevor.

-Seguramente estará bien –Le dije-, en este momento debe estar durmiendo en su cama, cansado por las fiesta tan increíble que paso anoche, hablando y bailando con todos.

Ella me miró molesta, así que rápidamente intenté arreglar mis palabras.

-Y cada vez que una chica se le acercaba, siempre les rehuía porque él solo tiene ojos para ti.

Sabíamos ambas que lo que decía pudiera que no fuera verdad, pero el amor es ciego y en aquel momento dije justo lo que ella deseaba escuchar. Era bastante buena manteniendo las mentiras.

Comimos, charlamos y nos despedimos, ella entregaría los platos y agradecería la comida mientras yo me dirigiría a la choza e intentaría recargar algunas fuerzas.

Pero alguien no lo veía de esa manera, cuando me encontraba dentro y empezaba a desplegar los mosquiteros por las ventanas, la Sra. Madeleine entró en la habitación.

-Qué bueno que te levantaste tan temprano Kel, ya veo que has arreglado tu cama, buena niña –La verdad nunca la había desarreglado, pero ella continuo-. Ve a darte un baño, Ruth me dijo que ya habías comido, luego tenemos entrenamiento que hacer.

-¿Entrenamiento? –Pregunté.

-Así es, hace tiempo que no practicas –Tomó aire y observó a las afueras-, tal vez demostrando tu poder el chico, Omar, decida acompañarnos.

-Creo que piensa usted lo mismo que yo, no sabemos si él vendrá con nosotros.

-Es un muchacho muy testarudo querida, no desea separarse de su familia.

Eso era todo, él amaba a los suyos más que a su propia vida.

Ella salió de la habitación, yo sumisa solo me recosté a un lado de la cama, sentí el suave tacto de las sabanas y resignándome, me levanté y fui a las duchas al aire libre por un rápido baño reconfortante.

***

La tribu entera estaba expectante, lo que haríamos sería un hecho único, la primera en participar fue Yuki, se alejó de todos junto a Ryu a las inmensidades del campo y cuando por fin se encontró en lo más lejos desplegó una densa neblina, apenas eran perceptible los pasos danzante que daba invocando su poder.

Aunque se encontrara lejos, el frio entumecedor llegaba hasta nosotros, algunos estornudaban y otros se asustaban por aquella extraña sensación. Cuando su danza finalizó, la neblina se dispersó y entre un círculo inmenso de nieve, espigas y esculturas de hielo he hallaba la pequeña.

Toda la tribu bassari se hizo sentir, los gritos y alaridos de felicidad homenajeaban una y otra vez tan magnifica presentación de Yuki. Algunos incluso se dirigieron hacia su creación y guardaron en grandes vasijas todo el hielo que pudieron, Rick dijo a mi oído que de esa forma podrían tener agua más fácilmente, solo debían esperar a que se derritiera.

Esperamos a que aquellos hombres realizaran su tarea y que el incandescente sol terminara de derretir las últimas construcciones de hielo para que así llegara mi turno. Estaba nerviosa, no tenía idea de que podía llegar a hacer frente aquella gente. En el tiempo en el que había desarrollado mis poderes apenas si había creado una planta inútil y curada el cuerpo de mi chico.

Rick y la Sra. Madeleine desearon acompañarme al centro de aquel campo –Que ahora estaba un tanto lodoso-, yo les indiqué que no sería necesario, si fracasaba, deseaba ser la única que lo hiciera. Ruth y Yuki me lanzaron algunas palabras de apoyo y yo con solo una sonrisa de agradecimientos les respondí. Busqué a Oliver entre todos aquellos rostros, pero no lo vi, en su lugar observé la cara de eterna felicidad de unas decenas de personas de piel oscura, esa fuerte vibración no la había sentido hacia Yuki.

Koltan y su preciada gran madre se encontraban junto a Omar, el chico con aun molestia e impaciencia en su rostro, mientras que los mayores seguían el ritmo de las demás personas.

Respiré hondo y caminé, nerviosa por no saber qué era lo que podría llegar a hacer y sudorosa por el fuerte sol, el baño que hace tan solo instantes me había tomado no había servido de mucho.

Me ubiqué en mi posición, rogué con fuerza en mi interior y durante un cuarto de hora intentos fallidos de creación hicieron que perdiera la paciencia. Pero por lo visto no fue solo la mía, el cuerpo fornido de un chico impaciente se abalanzo corriendo hacia mí con enorme velocidad.

*

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