Al Salir del Flos Rolbert, caminaba apresurada en dirección a casa para así ponerme al día con todos mis deberes y descansar un buen rato, pues ya me lo estaba mereciendo. La pequeña excursión que había realizado con mi padre a la casa del lago no me dejó suficiente tiempo de hacer muchas cosas el fin de semana.
Para mi sorpresa -al cruzar la esquita del instituto- fue que un auto negro se detuvo justo a mi lado, de este salió el sonido de una voz que anteriormente había escuchado y que no esperaba escuchar durante algún tiempo más.
-¿Quieres que te lleve? -Era Oliver, al parecer el misterioso chico tenía un auto, y no uno cualquiera.
Mi padre era un amante de los motores y al ser yo la mayor de sus crías, intentaba inculcarme el mismo amor que él sentía, la verdad sin dar muchos frutos. Pude deducir que era un Camaro modelo SS de aproximadamente el año 69' algo que era absolutamente un vejestorio pero que por lo visto, él mantenía en muy buen estado.
-No gracia, mi casa no está muy lejos -Fue lo que respondí intentando apurar el paso-, puedo ir caminando.
-Bueno, no importa. También puedo acompañarte desde aquí -Esta vez el seguía mi paso en su reluciente auto a la misma velocidad con la que yo caminaba– te aseguro que sería mucho más cómodo si vienes conmigo. De igual forma me quedare a tu lado, pero sobre todo, necesito hablarte.
No tenía que decir nada más, esas fueron las palabras que me alentaron a subir a su auto, sabía muy bien que tenía que hablar con él, lo últimos que me había dicho regresaba de nuevo a mis pensamientos y con ello las dudas que hubiera dejado. ¿Pero estaba bien que subiera a un auto de un extraño? Obviamente que no, pero noté que otras personas caminaban a mi alrededor. Pude deducir que alguien se daría cuenta de que me subía a su auto, si algo llegara a pasarme, tendría suficientes testigos. Así que detuve mi paso y junto a mí él también se detuvo, lo mire directo a los ojos y le dije:
-Está bien, iré contigo. Pero ten mucho cuidado con lo que haces –Ahí salía mi encantador tono amenazante que tanto necesité en aquel momento.
-Tranquila que no te tocaré ni con el pétalo de una rosa -Soltó, mostrando lo que parecía una pequeña luz de esperanza entre sus ojos.
Con el Camaro detenido, se bajó lo más rápido que pudo en mi dirección abriéndome la puerta e indicando con sus fuertes manos que pasara adelante. Luego de cerrar mi puerta rodeó el auto y se posicionó en su asiento. Dentro de su auto pude observar como todo estaba tan limpio, la tapicería y los asientos de cuero negro no mostraban ni el más mínimo manchón de suciedad. No parecía que fuese un auto tan antiguo, parecía más bien que terminaba de salir de una agencia.
-¿Me puedes indicar la dirección? -Preguntó.
-Tú solo sigue seis calles en esa dirección y luego cruza hacia la derecha –Dije mientras hacia las indicaciones con mis manos.
El viaje fue bastante silencioso, al no conocer nada de él no tenía mucho de qué hablar aunque daba la sensación de que él sí tenía muchas cosas que deseaba contarme; Yo estaba allí esperando para escuchar.
Ya habíamos pasado las seis calle ahora solo quedaba cruzar a la derecha y llegaríamos a mi casa, pero aún no habíamos cruzado ninguna palabra.
-Tengo algo que me gustaría preguntarte -Por fin soltó rompiendo tanta tención.
-Soy todo oídos –Ese era mi tono de indiferencia haciéndose presente.
El me vio y con una sonrisa en su rostro me preguntó.
– ¿Quisieras ser mi compañera en el trabajo que asignaron en historia?
No podía creer lo absurdo que había sido todo aquello, tanto misterio para tan solo pedirme que sea su compañera de un tonto ensayo del cual ya había olvidado.
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Descendientes
Novela JuvenilPor muy extraño que me parezca, todo comenzó por algo tan absurdo como haberme enamorado de la persona menos indicada. Ya habrán pasado unas semanas desde aquel culpable incidente que dio un vuelco a mi existencia, un incidente que destruyo todo lo...