Capítulo LII -Una luz al final del túnel-

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Aun apretaba fuertemente el cuerpo de Oli contra mí, y aunque sentía como todo mi organismo había colapsado en un instante por la inevitable agonía, todo a mí alrededor se volvió oscuro al escuchar un aterrador rugido a mi espalda. ¿Seguía respirando?, un jadeo duro y pausado que me hacía debatir lo que realmente estaba sintiendo.

Así que me quede allí, inmersa en mis pesadillas, en mis miedos oscuros, y sobre todo, aferrada entre lágrimas al cuerpo sin vida de mi amor. Y aunque el silencio era casi palpable, un sonido me sacó de la oscuridad; escuchaba en mi oído el estridente sonido creado por una enorme tormenta, así que abrí mis ojos y me maravillé de la fortuna.

Estaba en el mismo lugar, bajo la acariciante sombra del mismo árbol y junto a tres cuerpos marchitos, solo que esta vez me acompañaba un ser de abundante melena. Entonces entendí que la tormenta que había escuchado no era otra más que el ronroneo que expedían sus cuerdas.

-¿Te encuentras bien? –El león habló.

Eso me dio una pista de con quién me encontraba. Vi a mi alrededor, la luz aún se alzaba en los cielos encandilando mi visión, las colinas se dibujaban como hechas por un pequeño niño y todo lo que allí ocurría, pasaba a enorme velocidad y yo me sentía atrapada en el tiempo.

-¿Locke?

El león sonrió y asintió ensangrentado, su mirada se notaba cansada, en ese instante sentí que solo nosotros existíamos. Él se apartó y otras voces empezaron a aparecer. Siluetas rápidas corrían en mi dirección pero yo era incapaz de identificarlas, me sentía perdida en un mundo de luz y tristeza. Así que incliné mi mirada hacia el suelo, entre mis brazos aún se encontraba Oliver y sentí nuevamente como mi corazón se rompía en millones de pedazos.

Alguien se acercó y me separó del cuerpo, era una chica por lo que sentí al rosar nuestros cuerpos, noté un cabello rubio y escuché un montón de palabras. Ruth, no podía ser otra más que ella. Me incrusté entre sus brazos y lloré como si fuera nuevamente la misma niña de hace mucho tiempo cuando nos conocimos. Y si, poco a poco todo fue tomando su lugar.

Todos los chicos estaban a mí alrededor, intentando ocultar los cadáveres de Oliver, Serguei y Lydia. Algunos intentaros excusarse, pero otros solamente se quedaron allí con lágrimas en sus ojos. Oli había sido un gran amigo para todos los allí presentes.

-Kel, amiga... ¿Estás bien? –Ruth estaba alarmada por mi estado.

-Él me prometió que todo iría bien –le dije llorando.

Escuché como tragó fuerte y solo se ciñó a prestarme su compañía.

Entre todo el sosiego, un grito de ira se alzó por todo el lugar, cuando todos observamos su origen notamos que Ailan se acercaba a toda velocidad envuelto en un enorme manto de llamas, a su paso solo dejaba destrucción.

-¡Maldita traidora! –Gritaba- ¡Has traicionado a nuestra señora!

Su odio estaba dirigido a Keyra, y aunque Locke – aun convertido en el felino- se situó frente a ella para defenderla, sabíamos que no era suficiente defensa contra las interminables llamas.

De pronto un golpe se escuchó, Harold con uno de sus poderosos troncos le golpeó duramente haciéndolo volar. Rápidamente April lo contuvo en una enorme burbuja de agua que Yuki se apresuró a congelar. La enorme esfera cayó precipitándose contra el suelo y Ailan contenido prisionero dentro de ella.

-Creo que podemos hacer algo –La voz tímida de la Sra. Madeleine se hizo escuchar y todos le vimos impacientes-. Lydia está muerta, y al no haber alguien que regente el más allá, puede que podamos traer a Oliver de entre los muertos.

-¡Pero cómo podemos hacerlo? –preguntó April.

-Solo Kel puede, ella es la descendiente de Flora.

-¿Pero cree que de verdad pueda funcionar? –preguntó asustada Ruth.

-Eso no lo sabemos, sería una técnica muy difícil de realizar y la primera vez en realizarse por un descendiente y no un dios directo.

-Entonces –me aparté de las garras de la rubia-, lo intentaré.

Todo quedó bajo un completo silencio.

-Pero Kel, ¿estás segura? –aunque Ruth ya no me tuviese entre sus brazos aun sentía el miedo en sus palabras.

-No me puedo quedar de brazos cruzados, si hay una opción lo intentaré.

Así que me tambalee al cuerpo de mi amado apoyándome entre los allí presentes y concentrando todo mi poder arrodillada junto a él, luché incansablemente para revivirle.

Pero nada hacía efecto, maldije todas las horas de entrenamiento que no habían dado sus frutos. Dije conjuros, palabras al azar, me concentré, moví mis manos alrededor de él y nada funcionaba. Segundo a segundo perdía la compostura, cada vez parecía más una demente intentando revivir a su Frankenstein; y cuando finalmente perdía toda esperanza, golpee el pecho del cuerpo con todas mis fuerzas.

-¡Me prometiste que todo iría bien! ¡Me prometiste que nunca me abandonarías, que siempre estarías a mi lado!

Cuando mi poder se acabó, caí entre lágrimas sobre su cuerpo y lo apreté entre mis manos como pude. Pero me fijé, entre mi sucios cabellos, que el collar que una vez él me obsequió se hallaba fuera del traje de batalla, se encontraba mojado entre su sangre. Al tomarlo para limpiarlo me percaté de que se había abierto del todo, no sabía que detrás de las doradas ramas del roble, unas palabras se habían ocultado todo este tiempo.

"Te amaré por el resto de mis días."

Leer eso hizo que me rompiera por completo. Pero Keyra se acercó a mí, se arrodilló justo al otro extremo del cuerpo y dijo:

-Tal vez juntas podamos.

Tomó mis manos y las entrelazó con las suyas e interpretando algunas palabras de los originales, todo a nuestro alrededor se convirtió en luz.

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