❛❛No soy un nerd si es lo que piensas pero tampoco soy irresponsable❜❜
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› agosto ❪2024❫
SOLO EN WATTPAD
Con la ayuda de Shim, Evelina había resuelto sus dudas. Ahora se sentía un poco culpable por haber subestimado su capacidad. Sin embargo, la sorpresa más grande llegó cuando el profesor revisó su trabajo y confirmó que todo estaba correcto.
─ Hasta aquí llega la clase ─anunció el profesor de inglés mientras borraba el pizarrón.
Evelina guardó sus cosas y, al levantarse, echó un vistazo de reojo al pupitre junto al suyo. Jake tenía la cabeza apoyada en el escritorio, aparentemente dormido.
¿Cómo puede ser tan despreocupado? Pensó. Jake daba la impresión de ser un pésimo estudiante.
Decidió no darle más vueltas al asunto y salió del aula en busca de Heejin. La encontró rápidamente en el pasillo. Heejin le sonrió y le extendió una leche de fresa. Evelina aceptó el gesto con gratitud, devolviéndole la sonrisa.
El día transcurrió sin sobresaltos y, finalmente, era hora de volver a casa. Pero este no era un día cualquiera: su hermano Lorenzo llegaba a la ciudad, y Evelina no podía esperar para abrazarlo. Habían pasado meses desde la última vez que lo vio.
Cuando abrió la puerta de su casa, lo primero que notó fue una maleta en la entrada con una etiqueta que decía "Italia". Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras dejaba su mochila a un lado. Al entrar a la sala, allí estaba él, sentado en el sofá, con la misma energía relajada de siempre.
─¡Lorenzo! ─gritó, corriendo hacia él.
─ ¡Evelina! ─respondió con entusiasmo, poniéndose de pie para recibirla ─¿Cómo hasestado?─ preguntó él en italiano, con una sonrisa traviesa.
Evelina hizo una mueca. Apenas entendía el italiano básico, en comparación con Lorenzo, quien dominaba el idioma a la perfección. La diferencia entre ambos era evidente, pero eso no la incomodaba. La historia de su familia lo explicaba todo: Lorenzo tenía un año cuando su padre conoció a la madre de Evelina durante un viaje a Roma. Lo que comenzó como un romance de película terminó en una familia unida. A pesar de compartir el mismo padre, Lorenzo había crecido viajando frecuentemente a Italia, mientras que Evelina vivía permanentemente en Corea.
─ ¡Muy bien! ─respondió él, esta vez en coreano, riendo con complicidad.
─ La mesa ya está lista. Laven sus manos ─interrumpió su madre desde la cocina.
Evelina corrió a su habitación para ponerse ropa más cómoda. Después de lavarse las manos, se sentó junto a Lorenzo, observando la mesa llena de platos que combinaban tradiciones italianas y coreanas.
─Vaya, esto es nuevo─ comentó Lorenzo, señalando el plato principal─. ¿Risotto alla milanese con arroz coreano?
Evelina sonrió mientras tomaba sus palillos. No tenía que decir nada; prefería escuchar la animada conversación entre Lorenzo y su padre, que hablaban en italiano. Aunque no entendía cada palabra, le gustaba la calidez de su compañía.
─ ¡A comer! ─anunció su madre, marcando el inicio de la cena.
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Por otro lado, Jake llegó a su silenciosa casa, siendo recibido por Layla, su perrita. El animalito, lleno de emoción, se restregaba contra sus piernas, ladrando suavemente para captar su atención.
─La más bella de esta casa─ dijo Jake, inclinándose para acariciarla con cariño.
Después de alimentarla con croquetas, se dirigió a la cocina. Sacó un paquete de ramen del armario y puso agua a hervir.
La soledad no era algo extraño para él. Estaba acostumbrado a que la casa estuviera vacía. Sus padres, siempre ocupados con sus trabajos "importantes", apenas pasaban tiempo en casa. Pero Jake ya no se quejaba. Había aprendido a vivir con ello, y al menos disfrutaba de una vida cómoda.
Mientras esperaba a que el agua hirviera, revisó su teléfono.
Heeseung Hermano, el sábado habrá fiesta. ¿Vendrás?
Jake Sí.
Dejó el celular sobre la mesa y abrió el paquete de fideos, vertiéndolos en el sartén con movimientos mecánicos. La rutina era su refugio, pero a veces, como en ese momento, una pequeña chispa de emoción se filtraba en su día: una fiesta con amigos, una excusa para salir de la monotonía.