0.21

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─Entonces… ¿le agradé a tus padres?─ preguntó Jake recostándose ligeramente en el respaldo del sofá.

La cena había sido un éxito. Los padres de Evelina parecían encantados con él, y ella no podía ocultar su satisfacción.

─Mucho. No dejan de hablar de lo educado y amable que eres─ respondió con una sonrisa.

─Me alegra escuchar eso─ Jake suspiró aliviado─ gracias por invitarme, Evelina. Fue un honor estar aquí esta noche.

─Gracias a ti por venir─ replicó ella con sinceridad.

Sus padres ya se habían retirado a descansar, pero aún era temprano, y la calidez de la noche los invitaba a quedarse un rato más. Evelina se levantó de pronto, recordando algo.

─¡Espera! Tengo que darte tu regalo.

Jake la observó con curiosidad mientras ella se dirigía al rincón donde estaban los demás regalos. Tomó una bolsa navideña decorada y volvió para entregársela con cierto nerviosismo en el rostro.

─No era necesario, Evelina…─murmuró Jake, aunque su mirada delataba la emoción que sentía mientras abría la bolsa.

Cuando finalmente sacó el contenido, sus ojos se iluminaron al descubrir un peluche tejido. Era una réplica perfecta de Layla, su perrita, con cada detalle meticulosamente cuidado.

─Yo misma lo hice─ dijo Evelina, su voz un poco tímida.

Jake se quedó sin palabras por un momento. Sus emociones lo abrumaban: calidez, gratitud, felicidad. Finalmente, la envolvió en un abrazo lleno de ternura.

─Es precioso, Evelina. Muchas gracias.

Para él, ese regalo significaba más de lo que las palabras podían expresar. Layla no era solo su perrita; era el centro de su mundo, su compañera en los momentos más solitarios.

─Sabía cuánto amas a Layla ─ apoyó la cabeza en el hombro de su novio.

Jake sonrió, sintiendo cómo un nudo se deshacía en su pecho.

─La amo. Así como a ti ─murmuró casi sin darse cuenta.

Evelina se tensó un momento, sorprendida, pero pronto su expresión se suavizó. Las palabras de Jake no sonaban forzadas ni calculadas. Eran sinceras.

Para Jake, esa noche era más que una simple cena. Desde pequeño, su hogar había sido frío. Sus padres, siempre ocupados con los negocios, le habían dado todo lo material que podía desear, pero nunca lo que más anhelaba: amor y tiempo. Layla había llegado a su vida en su cumpleaños número 15, un intento de llenar el vacío. Y aunque lo había logrado en parte, aún soñaba con sentir lo que experimentaba ahora, sentado junto a Evelina.

Por primera vez en mucho tiempo, sabía lo que era pertenecer a un hogar.

─Andas muy cariñoso hoy ─bromeó Evelina intentando aligerar la intensidad del momento.

Jake rió, acariciándole el cabello.

─Acostúmbrate. Tengo mucho cariño que dar, y tú eres la única persona a la que quiero dárselo.

Evelina sonrió, sintiendo que el frío de la noche se desvanecía bajo el calor de sus palabras. Habían comenzado como dos personas tratando de conocerse, pero en esa noche especial, algo más profundo comenzaba a tomar forma.

Math Boy|Shim Jake Donde viven las historias. Descúbrelo ahora