Math Boy｜Shim Jake

0.9

─ ¿Segura que entendiste?─ preguntó Jake tomando el borrador para limpiar el pizarrón.

─ Sí.

Jake tenía un talento innato para explicar las cosas. Desglosaba los temas como si fueran peras y manzanas, asegurándose de que todo quedara claro antes de seguir. Era casi imposible no entenderlo.

Mientras guardaba sus útiles en la cartuchera, Jake colocaba cada cosa en su lugar. Guardó el marcador en su mochila y la colgó despreocupadamente sobre su hombro.

─ ¿Te irás sola a tu casa?─ preguntó, alzando una ceja─ Evelina asintió─ ¿Caminando, en bus o...?

─ ¿Te preocupas?─ replicó.

Jake no respondió, pero se le notaba la inquietud.

─Son casi las nueve y media. Puedo llevarte─ dijo finalmente mirándola de reojo─ mi auto es nuevo, necesito que alguien lo vea.

─Si insistes.

Bajaron juntos al estacionamiento. Evelina caminaba unos pasos detrás de Jake, quien parecía más confiado que nunca. Al llegar, ella se detuvo en seco. No podía creer lo que veía. Frente a ellos había un Bentley reluciente.

─Mi precioso hijo─ dijo Jake con orgullo mientras desactivaba el seguro del auto.

Evelina no pudo evitar reírse por lo bajo. ¿Qué más podía esperar de él? ¿Que dijera que su padrino era el presidente de Corea? ¿O que su hermana había ganado Miss Universo?

─Bonito auto─ comentó finalmente─ aunque, siendo honesta, no sé mucho de autos.

Jake esbozó una sonrisa ladina.

─Permíteme.

Abrió la puerta del copiloto y esperó a que Evelina se acomodara antes de cerrarla con cuidado. Mientras él rodeaba el auto para subir al asiento del conductor, ella echó un vistazo al interior. Era aún más lujoso de lo que imaginaba.

─¿Sabes dónde vivo?─ bromeó cuando él encendió el motor.

─Guíame, no soy adivino─ respondió, ajustando los espejos─ pon Justin Bieber─ dijo extendiéndole su celular─ ya está conectado. La contraseña es 1, 2, 3, 4.

Evelina arqueó una ceja.

─¿Qué clase de contraseña es esa?

No comentó más, pero al desbloquear el celular vio que el fondo de pantalla era un perro adorable. Decidió no meterse demasiado y buscó la playlist que decía "Justin Bieber 🪽🫦".

El trayecto fue tranquilo. Evelina le daba indicaciones, y aunque Jake se equivocó de calle un par de veces, no parecía incómodo.

─Sana y salva─ dijo Jake al detenerse frente a su casa.

Evelina vio a su hermano Lorenzo afuera, regando las plantas con sospechosa dedicación.

─Gracias por todo, Jake.

─No hay de qué.

─Cuídate.

Ella bajó del auto y entró en la casa, seguida por Lorenzo, quien echó un último vistazo al Bentley antes de cerrar la puerta.

Jake llegó a su casa y fue recibido por Layla, su perrita, que se emocionó al verlo como siempre. Llenó su plato con croquetas y, tras un vistazo a la nevera, decidió que no tenía ganas de cocinar. Mejor pidió pizza a domicilio.

Descalzo, caminó por la casa con sus calcetas blancas sin preocuparse por ensuciarlas. Total, podía comprarse otro par.

Mientras esperaba, revisó sus redes sociales hasta que una publicación captó su atención: una foto suya en la página de la escuela.

─ Me veo como un cerebrito─ murmuró, riendo entre dientes.

Cuando llegó la pizza, fue a recibirla, escaneó el código del repartidor y cerró la puerta. En la cocina, colocó la caja sobre la mesa y, para sentirse más sofisticado, sacó una copa y un vino exclusivo que su padre guardaba celosamente.

Con todo listo, se sentó a disfrutar de su banquete improvisado.