22-ك

131 10 1
                                    

-Si tranquila, quería preguntarte si querías salir a tomar algo.

Nada más escucharle me sentí fatal.

-Zakariya...- susurré mientras me montaba al coche con pesar- Sabes que hasta que no estemos casados no me gusta estar a solas , no puedo estarlo.

Me dolía profundamente decirle esto, ya que sabía que él tenía la verdadera intención de casarnos. Sin embargo, la decisión final no estaba en sus manos, sino en las de mi padre.

Sentía una mezcla de impotencia y tristeza, consciente de que nuestros deseos quedaban supendidos . Cada vez que él mencionaba sus planes futuros, mi corazón se llenaba de esperanza, solo para ser rápidamente aplastado por la realidad de nuestra situación.

-Entiendo...-respondió denotando cansancio.

-¿Qué tal el día?- pregunté queriendo cambiar de tema.

-Ya sabes , lleno de clientes- contestó con cansancio.

-Zakariya ve a casa y descansa , ha sido un día difícil para tí .

-Kamar , no se compara con tu día- dijo volviendo a empatizar conmigo.-¿Al final qué habéis echo?

-Fue complicado-susurré.-¿Podemos hablarlo en otro momento?

-Me da miedo que vuelva a aparecer y no esté presente- me contestó reflejando su miedo.

-Zakariya nunca estoy sola, الله me acompaña a todas partes .-le traté de tranquilizar.-No quiero que tu principal preocupación sea yo.

-Lo eres Kamar- susurró sacándome una sonrisa.

-Tranquilo, lo solucionaré- le dejé claro después de colgar.

Tomando una gran bocanada de aire debido al cansancio, recosté mi cabeza en el asiento y cerré los ojos, tratando de calmar mi mente. Las tensiones del día parecían desvanecerse lentamente mientras me concentraba en mi respiración.

Cuando me giré para observar el edificio, vislumbré a Amin apoyado en una esquina. Junto a él se encontraba una mujer que, a pesar de su corta estatura, lograba atraer su atención. La mujer se apoyaba despreocupadamente sobre el edificio, sus ojos fijos en Amin con una intensidad que dejaba entrever una conversación seria. Sus cabellos oscuros caían en suaves ondas alrededor de su rostro, y su postura, aunque relajada, denotaba una cierta urgencia.

Amin, con los brazos cruzados sobre el pecho, escuchaba atentamente lo que ella decía. Su expresión era una mezcla de preocupación y determinación, como si estuviera intentando tomar una decisión difícil. De vez en cuando, su mirada se desviaba hacia el suelo, evitando el contacto visual directo con la mujer.

La cercanía de la mujer a Amin y la manera en que él la observaba me hicieron sentir un nudo en el estómago.

Antes de poder sentir más cosas, decidí arrancar el coche, generando un ruidoso rugido que resonó en el aire. Vislumbré cómo esto atraía la atención de los dos presentes y cómo él me reconocía al instante. Sin prestarle mucha atención, fijé la mirada hacia adelante y comencé a maniobrar para salir del lugar.

Sentía como una espina me molestaba en el pecho, una sensación punzante que no podía ignorar. Sabía que de alguna manera, él habría proseguido con su vida. Cada noche me lo preguntaba, atormentándome con la idea de su posible felicidad sin mí. Y era hipócrita, porque yo misma tenía la intención de casarme con otro hombre.

SabrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora