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El despertar me acompañaba con la luz anaranjada que se filtraba por los agujeros de la persiana, haciéndome levantar poco a poco.

Me dirigí con cuidado al baño, todavía somnolienta, pero con una chispa de ilusión. Frente al espejo, comencé con mi rutina de cuidado de la piel, aplicando cada producto con cuidado y delicadeza. El frescor del tónico y la suavidad de la crema hidratante parecían borrar los rastros del día anterior. Con cada paso, me sentía más preparada para enfrentar el nuevo día, decidida a que hoy fuera mejor que ayer.

Cuando me miro en el espejo me percato de lo bien que me veía el día de hoy, notando como una gran sonrisa se reflejaba en el espejo.

Tenía ganas de verme reluciente el día de hoy, así que escogí un precioso y formal conjunto verde que sabía que embellecería mis rasgos. La tela caía suavemente sobre mi figura de manera sutil y elegante. Le añadí un elegante pañuelo negro, que hacía resaltar mis pestañas, dándome un aire de sofisticación y confianza.

Para terminar añadí un par de retoques con maquillaje , tratando de realzar aún mas mis finos rasgos.

Contenta con mi apariencia, salí de la habitación y me dirigí al cuarto de Nuhaila para ver si ya estaba despierta. Al no encontrar a nadie alrededor, supuse que seguía dormida, disfrutando de su descanso.

No quería interrumpir su burbuja de intimidad, así que decidí no entrar a su habitación. En su lugar, tomé una hoja de papel y le escribí una nota breve pero clara: "Buenos días, Nuhaila. Estoy en la oficina, si necesitas algo no dudes en llamarme. Siéntete cómoda, toda la casa es tuya. ¡Que tengas un buen día!". Dejé la nota en un lugar visible, sobre la mesa del comedor.

Sentí una tranquilidad reconfortante mientras me calzaba y me aseguraba de tener todo lo que necesitaría para el día de hoy. Antes de salir, hice una revisión rápida de la casa para asegurarme de que todo estuviera en orden.

Me monté en el coche y me dirigí a la oficina. El trayecto fue tranquilo, con el sol de la mañana iluminando el camino. Al llegar a la oficina, aparqué con cuidado, prestando atención a no golpear los autos a mi alrededor. Me bajé del coche con delicadeza, cuidando cada movimiento.

Entré en el edificio y caminé hacia nuestro departamento, donde la secretaria nos esperaba con su acostumbrada sonrisa. "Buenos días", la dije con una sonrisa, agradecida por su constante amabilidad. "Buenos días", respondió ella, devolviendo el saludo con entusiasmo.

Mientras avanzaba hacia mi escritorio, sentí una oleada de energía positiva. Estaba lista para enfrentar el día con determinación y optimismo.

Cuando me senté, ordené todos los materiales que necesitaría. Agendaría y revisaría a mis pacientes para organizarme. Además, antes de que llegasen, tenía que analizar su caso en profundidad.

Miré la hora en el movil y me di cuenta que eran las 10.

Podría decir que me había olvidado de la cita a la que Amin me había amenazado con asistir, pero no era así. Sus palabras seguían presentes en mi mente, recordándome la seriedad de su advertencia. Cada vez que intentaba enfocarme en otra cosa, su voz volvía a resonar, subrayando la importancia de cumplir con lo que me había exigido. No era solo la cita lo que me inquietaba, sino el hecho de que no parecía aceptar un no por respuesta.

Lo único que tenía claro era que mantendría mi vida tal como era. No iba a aceptar su propuesta, sin importar cuán persuasivo o intimidante intentara ser. Sabía que ceder significaría renunciar a mis principios y a la vida que había construido con tanto esfuerzo.

Y sabía que aceptar su oferta , sería darle la bienvenida a mi nueva vida.

Y me negaba rotundamente.

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