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Recién levantada me encontraba despidiéndome de mis padres  ya que no solían pasar  mucho tiempo en  casa . Eran muy trabajadores y la mayoría del tiempo lo aprovechaban en el trabajo .

Económicamente Hamza trabajaba y pagaba sus propios caprichos , mientras que yo ,simplemente ,no derrochaba el  dinero, siempre que necesitase  algo debía pedirles personalmente a mis padres , cosa que no me era muy cómodo.A mis 19 años seguir pidiendo dinero parecería una tomadura de pelo , pero no tenía opción.

Mientras tanto debía ir preparándome para la temporada universitaria , debía centrarme  ya que había escogido la carrera que desde hace tiempo soñaba en cursar , psicología, llegando el año pasado a la nota de corte por los pelos.

Centrandome en el presente ,seguí pensando en el día de ayer, después del malentendido me arrepentí un montón de las palabras que había soltado .Mi manera de actuar no fue la más adecuada , Nissrin tuvo toda la razón en lo que dijo , al final y al cabo tenía todo el derecho en compartir tiempo con sus amigos de vez en cuando,tampoco le podía prohibir nada.

Tengo que trabajar mi inteligencia emocional.

Hamza por las mañanas se la pasaba en el gimnasio practicando boxeo en conjunto con su grupo y por las tardes para ahorrar conducía ubers .Yo en cambio aún teniendo la mayoría de edad mis padres no me permitían trabajar ,tenían aún en mente que no me veía capacitada , que en el momento en el que comenzase a ganar dinero me iba a cegar y meter en cosas raras, lo único raro que me podría comprar serian más cremas solares , básicamente estaba obsesionada con el skin care ,pero eso de dejarme todo mi poco dinero en ello no era mi mayor afán.

Mi teléfono vibró de repente, interrumpiendo el silencio de la tarde y anunciando la llegada de una llamada. Al ver quién era, un leve presentimiento se instaló en mi pecho; sabía que lo que iba a pedir no sería trivial.

—Querido hermano —dije, intentando ocultar la burla en mi voz—, ¿qué necesitas de mi persona?

—Kamar, tráeme mi bolsa, se me ha olvidado —respondió, su tono seco y directo.

Me quedé en silencio por un momento, procesando la solicitud.

—Pero... ¿te los acerco a algún sitio en concreto? —pregunté, esperando que no mencionara el gimnasio.

—Ya estoy en el gimnasio, y como es evidente, me he dejado la bolsa en casa.

—¿Yo ir al gimnasio? —repliqué, sintiendo cómo una oleada de nerviosismo me invadía. La sola idea de ponerme en ese entorno me hacía sentir incómoda, con los ecos de máquinas y las conversaciones animadas de otros entrenadores resonando en mi mente.

—No estoy para bromas. No tardes —cortó, su voz resonando con una urgencia que no dejaba lugar a la duda.

Dejé escapar un suspiro exasperado. La idea de salir de mi burbuja de comodidad me resultaba abrumadora, pero sabía que no podía negarme.

Para recompensarle por el problema que le causé ayer no iba a rebatirle , pero el simple hecho de imaginarme entrando en un lugar alborotado de hombres hormonados y mujeres semidesnudas, no era mi gran ilusión, pero me tenia que atener a las consecuencias.Pensando en el conjunto del día de hoy me puse un simple chandal a conjunto con mi hijab negro, no fallaba nunca el negro.

Terminando todo ,decidí salir de casa y tomar camino hacia el gimnasio, mediante el autobús . Nada mas llegar a la parada uno se acercó y decidí montarme .

—¡Buenos días! —saludé con una sonrisa amplia y alegre al conductor, esperando que su respuesta fuera tan cálida como mi saludo.

—Buenas —contestó de manera cortante, su tono casi frío, lo que me causó un desánimo instantáneo. La energía positiva que llevaba se disipó rápidamente, como si se hubiera encontrado con una pared.

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