-Capítulo XV-

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Miro por la ventana del autobús, gotas caen con fuerza contra el cristal; yo no me preocupo por ello, la música en mis audífonos no me permite escuchar el golpeteo incesante, y tampoco el estruendo que suena cada que en el cielo se hace ver un rayo. Eran apenas las seis y quince de la mañana, pero yo me encontraba camino hacia el colegio. Mi cabello rizado, obligado a ser lacio en ciertas ocasiones, se encontraba atado en una cola de caballo, y sobre mi uniforme, vestía un suéter de color azul. A mediados de mayo, hacía mucho frío; era una excusa perfecta para salir con mis suéteres gigantes, aunque mi nariz y mis orejas siempre se tornaran de color rosa.

Llego al Central, y miro cómo la plazoleta que hay en medio del único pasillo que rodea al colegio, formando un perfecto cuadrado, tiene muchas zonas inundadas; incluso el pasillo se encuentra húmedo. En la parte de arriba del Central siempre hay mucho viento y más cuando hay mucha lluvia. Por dicha, mis clases eran en el sótano, donde al menos se conservaba un poco el calor. 

Al llegar al sótano, me doy cuenta que tal vez he llegado demasiado temprano, puesto que el reloj a penas marcaba las 6:35 a.m, y las clases iniciaban a las 7 a.m. En la mayoría de ocasiones, me gustaba más llegar temprano, el silencio en el pasillo y también la escasa luz que las bombillas brindan al sótano, es algo relajante.

Me quedo sentada sobre un pequeño borde que deja al descubierto la pared que sostenía el piso de arriba, han pasado muchos años desde la construcciónde este colegio, un poco más de 170 años tal vez, así que la parte más moderna del colegio, es exactamente la del piso de arriba, el sótano conserva su estructura original, sus paredes de piedra dejan al descubierto un pequeño muro a lo largo de todo el pasillo, aunque en la esquina superior, ese "pequeño muro", logra ser tan grande como para que la mitad de tu cuerpo pueda acomodarse en él.  La mayoría de estudiantes vienen aquí a comer en sus recesos o las parejas suelen sentarse aquí a darse sus muestras de afecto.

Miro como poco a poco los estudiantes empiezan a llegar, miro a Nicolette venir hacia mí, su altura no aparenta su edad, pero su manera de hablar deja muy en claro que son unos cuantos meses los que le llevo de ventaja. Nicolette tiene el cabello castaño, sus ojos son grandes y de color café claro, sus mejillas tienden a ponerse roja cuando las dos nos hacemos chistes de manera coqueta y detesta salir de su casa, aún más detesta venir a clases.

La miro con atención, y sobre su cabeza lleva un gorrito de conejo, tenia dos tiras para amarrarlo por debajo del cuello, como los de un bebé, y venía con todo y orejas, era rosado, combina bien con su suéter gris y su personalidad, es adorable de ver. Ella lleva sus manos hacia las tiras que amarran su gorro y las aprieta con fuerza, y con ello, las orejitas se elevan.

-Hola, Jos, mírame, hoy soy un conejo- me dice poniendo una sonrisa, su nariz está roja por el frío, y no logro divisar sus orejas por el gorro.

-Nicolette, definitivamente solo tú haces estas cosas- le digo devolviendole la sonrisa y llevando mi mano hacia sus mejillas, ella se pone completamente roja y eleva sus cejas en una señal de coqueteo.

-Ay, pero si me tocas así, me sonrojo- me dice con un poco de nerviosismo en su voz.

-Yo no he hecho nada, pequeña- le digo riendo por su reacción.

-Hola, señoritas-escucho la voz de Dereck y miro por sobre la cabeza de Nicolette, él se encuentra con un suéter de color blanco, y en su mano, lleva un bolso deportivo.

-Dereck, mira, Nico hoy es un conejo, y aparte de ello, rosa- le digo señalando a Nicolette, ella se gira hacia él y vuelve a hacer que sus orejas se eleven. Dereck suelta una pequeña risa antes de abrazarla.

Dereck siempre ha gustado de Nicolette; con ella a veces no sabe ni cómo comportarse; dice que le gusta mucho la diferencia de tamaño entre ellos dos. Dereck es alto; podría calcular que es casi de la misma altura que Matthew, y si Dereck es alto en comparación conmigo, con Nicolette es prácticamente el doble. Es adorable ver como ella parece corresponder a sus sentimientos, pues sus mejillas se ponen rojas nuevamente y sobre su rostro se posa una pequeña sonrisa.

Giro mi rostro hacia el otro lado del pasillo, y logro divisar a Sam. Sam estuvo muy triste luego de lo que sucedió con Ana. Me llamaba casi que todas las noches llorando, pero luego de unas cuantas semanas, al final lo veo sonriendo. En este último tiempo, Sam pasa casi que todos los días pegado a Lisa; los veo sonriendo siempre y abrazados, como en este momento, están sentados frente a la fotocopiadora que aún se encuentra cerrada, hechos una bolita.

Faltaban solamente cinco minutos para que las clases iniciaran. Joan y Alan se acercan a nosotros, al igual que casi que la mayoría del grupo. He estado esperando a una persona de manera inconsciente, o tal vez consiente, pero no quiero pensarlo desde ese punto de vista porque, sino, me pondré nerviosa. Estaba mirando mi celular, cuando de pronto siento que alguien se coloca justo frente a mí. Alzó mi mirada, y mis ojos chocaron con un suéter azul y, por consiguiente, con una hermosa sonrisa.

-Hola, Jos- me dice Matthew, aun con la sonrisa en su rostro, ni siquiera estando sentada sobre este muro, logro igualar su altura.

-Hola, Matty- le digo abriendo mis brazos, en una señal de que se acerque aún más; él hace caso y se acerca a mí, a lo que yo paso mis brazos por su cintura y coloco mi cabeza sobre su pecho. Este abrazo es tan cálido que siento que todo el frío de afuera simplemente se disipa; siento los nervios colarse por mi cuerpo y mi corazón agitarse de manera estruendosa. Mientras intento calmar a mi tembloroso cuerpo, logro percibir los latidos de su corazón contra mi oreja. Late de manera acelerada, lo que me hace pensar que tal vez y solo tal vez, yo no sea la única persona que se pone nerviosa con estas muestras de afecto entre nosotros dos.

Rumores de un Corazón Desgarrado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora