Estaba sentada en un banco con Jessel y Keider, su novio. Finalmente, me lo presentó, y, como ella había dicho, es realmente alto. Hoy mi madre le envió a Jessel unas papas a la francesa, ya que le había contado que siempre me robaba mi almuerzo durante el receso. Mi madre guarda un cariño especial por Jessel, así que antes de salir de casa me dio una taza extra, diciendo que era para ella.
-Jessel- la llamé. Ella dejó de observar a su pareja para mirarme con una expresión intrigada.
-Dime- respondió, llevándose una papa a la boca.
-Si alguien siempre te presta su suéter, te deja usar sus llaves y tus amigos te dicen que le prestes atención, ¿será que le gustas? -pregunté, bajando un poco mi rostro.
-Eso es obvio. No creo que tus amigos te digan eso sin un motivo oculto detrás -dijo Jess, poniendo los ojos en blanco con una expresión de claridad.
-Les pregunté por qué, pero no quisieron decirme -respondí, haciendo un puchero.
-Jos, te lo diré como hombre: si ese chico hace esas cosas, es porque le gustas. ¿Es el mismo chico al que abrazaste en la parada aquel día? -Lo miré sorprendida y me volví hacia Jessel.
-Ese día Keider estaba conmigo, así que también te vio abrazarlo. Dinos, ¿ha pasado algo más con él? -me preguntó.
-Pues… no ha sido algo muy wow, simplemente hemos hablado por chat y nos abrazamos de vez en cuando. En Gestión, un compañero me dice que le gusto porque siempre le lanza miradas de enojo cuando está cerca de mí -dije, encogiéndome de hombros.
-Definitivamente le gustas. Pero ¿a ti también te gusta él? -me preguntó Keider.
-La verdad, me pone un poco nerviosa y me parece un chico muy lindo -respondí, mirando hacia otro lado.
-Es un chico nerd, ¿verdad? -dijo Jessel riendo- Se ve muy inteligente, y además es rubio, algo nuevo.
-No le llames así -le repliqué riendo- Sí, es muy inteligente. Es una de las cosas que me atrae de él: un chico bonito, inteligente y alto. ¿Qué más puedo pedirle a la vida? -dije mientras me levantaba del asiento, ya que tenía que ir a la clase de Gestión.
-Entonces adelante, ¿qué estás esperando? -dijo Keider levantándose también. Él tenía clases en el Central.
-Me da un poco de vergüenza, pero veré qué hacer -le dije, dándole un pequeño abrazo a Jessel. Cuando me aparté, Keider se inclinó para darle un casto beso de despedida y ambos comenzamos a caminar juntos hacia arriba. Me iba contando sobre cómo empezaron a salir él y Jessel, sus planes para el próximo año en la universidad, entre otras cosas. Cuando llegamos al Central, subí las escaleras mientras él se dirigía a la pequeña puerta del sótano para su clase de química.
Al llegar a mi salón, me di cuenta de que ya estaban adentro. Con algo de vergüenza, pasé tras saludar a Don Cheeto. Había un asiento libre a la derecha de Matthew, mientras Nicolette ocupaba el del lado izquierdo. Me senté a su lado, y ambos me preguntaron por qué había llegado tarde a lo que solo les respondí que venía de Pabellones.
La clase transcurrió con su aburrida normalidad. Me encontraba acariciando el cabello de Matthew, que, además de ser suave, tenía un ligero olor a coco. Giré mi cabeza y vi cómo él parecía quedarse dormido lentamente, y noté que Nicolette también hacía lo mismo con su cabello. Fruncí el ceño, pues eso me resultaba incómodo.
La última vez, mi mano estaba entrelazada con la de él, y ella tomó su mano izquierda para hacer lo mismo. A pesar de su expresión confundida, él no apartó su mano, así que, por orgullo y dignidad, retiré la mía. Aunque me molestó, no podía decirle nada, no éramos nada, así que solo me quedaba tragarme mis sentimientos y seguir como si nada hubiera pasado.
(...)
Estaba frente al aula de matemáticas, conversando tranquilamente con Celia y Valentina, hasta que escuché risas muy fuertes del lado izquierdo. Al girar, vi a Sharon corriendo hacia mí. Cuando estaba a unos centímetros, saltó; apenas tuve tiempo de atraparla entre mis brazos. Sin embargo, escuché un pequeño "crack". Bajé a Sharon al suelo y miré lentamente hacia mi pecho. Aún conservaba el lanyard de Matthew, pero las llaves ya no estaban; al voltear al suelo vi la pequeña pieza de metal que sostenía las llaves, completamente quebrada.
Miré a Sharon con los ojos abiertos, pero rápidamente me agaché a recoger la pieza rota. Mi corazón empezó a latir con más fuerza, mis mejillas se sonrojaron y el apretón en mi pecho se volvió evidente.
- ¿Y ahora qué le digo a Matthew? -pronuncié con dificultad.
-Jos, lo siento mucho, de verdad, fue sin intención -dijo Sharon, poniéndose a mi lado, igualmente nerviosa. Volteé hacia un lado y Dereck observaba la situación con expectación. Caminé rápidamente hacia él.
-Dereck, ayúdame, ¿qué le digo ahora? Se va a enojar mucho conmigo -le dije, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos.
-No te preocupes, dile lo que pasó. Él no se va a enojar contigo -me dijo, colocando su mano en mi hombro.
-Definitivamente sí se enojará-respondí preocupada. Sharon se acercó con el celular en mano.
-Jos, en el lugar donde compro piezas para mis pulseras venden repuestos para esa pieza. Iré a comprar uno, lo pagamos a medias y se lo damos mañana -dijo, a lo que asentí.
-Ve y dile lo que pasó. Te prometo que no se molestará -me animó Dereck. Asentí y, con toda la vergüenza del mundo, me dirigí a la entrada del salón, donde Matthew estaba. Entré y lo vi conversando con Alan y Joan.
-Matty -dije acercándome con el lanyard y la pieza rota en mi mano. Él giró hacia mí con curiosidad.
-Verás, le pasó algo a tus llaves, pero...por favor, no te enojes conmigo -dije mirando al suelo.
- ¿Qué ha pasado? No me voy a enojar -respondió con voz suave. Levanté la mirada y coloqué lo que traía en las manos sobre su pupitre. Sus ojos se abrieron con sorpresa.
- Sharon saltó sobre mí y, cuando la atrapé, la pieza de las llaves se rompió. Lo siento mucho, no fue mi intención. Te prometo que mañana te traeremos un repuesto -dije con mucha vergüenza, sintiendo mis mejillas arder. Él no dijo nada, solo tomó el lanyard y la pieza rota. No pude ver qué hizo, pero luego colocó el lanyard frente a mis ojos. De alguna manera, había logrado colocar nuevamente las llaves, aunque ya no quedó igual.
-No te preocupes, mira, ya lo arreglé -dijo manteniendo la suavidad en su voz. Me levanté del asiento que había tomado y me paré junto a él, dándole un pequeño abrazo, con su rostro en mi pecho y mi cabeza sobre la suya.
-De verdad lo siento mucho. Mañana traeremos el repuesto -dije separándome para mirar su rostro.
-No es necesario, ya está reparado- me dijo con una sonrisa.
-Lo es, así que mañana lo traeremos - insistí, a lo que él negó con la cabeza, pero de todos modos, traeré la pieza.
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Rumores de un Corazón Desgarrado
RomanceJoselyne, una estudiante de secundaria, que tiene una vida aburrida hasta que él empieza a ser parte de su vida, Matthew, el cuál pondrá su mundo de cabeza en unos cuántos meses, algo muy cliché, pero con ello logran vivir muchas aventuras, experien...