CAPÍTULO 8

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NATHAN 

"Necesitas caos en tu alma para dar a luz a una estrella danzante" – F. Nietzsche

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Amber era especial; era maravillosa y hermosa; escucharla reír era un sonido precioso, pero verla sonreír, sin duda era la mejor parte de mi día; jamás pensé que diría algo así, pero estaba fascinado por ella.

Si era completamente honesto conmigo mismo, parte de mi sabía que esto era una locura; había dejado todo en San Francisco, le había insistido al entrenador para que me diera unos días más de descanso y les había mentido a los chicos sobre mis razones para salir de la ciudad.

Yo no me comportaba de esta forma, no era impulsivo ni tomaba decisiones tan radicales; yo iba a lo seguro, conociendo el camino antes de tomar una decisión; jamás imaginé escaparme de la ciudad o dejar los entrenamientos solo por una chica; aunque tal vez Amber era más que solo una chica, al menos para mí.

Nunca creí en esos cuentos sobre el amor verdadero o las almas que se encuentran sin buscarse; jamás creí en nada de eso, pero ahora lo estaba reconsiderando; porque, ¿Qué otra explicación podía existir para la fuerte necesidad que me impulsaba hacia Amber?

Habían pasado solo un par de días desde que tuvimos esa conversación en la playa, pero durante estos días Amber y yo continuamos conociéndonos; aunque siempre con cuidado de que nadie nos viera, especialmente los reporteros.

En estos días que llevaba conociendo a Amber, había aprendido mucho de ella; como su gusto por los dulces y los batidos de vainilla; había aprendido que le gustaba mucho el café, sin embargo, si era amargo, no lo tomaba; también había notado que solía jugar con su cabello cuando se ponía nerviosa y le costaba mirarme a los ojos cuando las preguntas que le hacía, la ponían incómoda.

También noté que le costaba sonreír y por eso me emocionaba, cada vez que conseguía sacarle una sonrisa, pero entre todo lo bueno, también noté cosas malas; como lo nerviosa que se ponía cuando me acercaba demasiado o lo tenso que estaba su cuerpo cuando yo elevaba las manos y lo peor de todo, noté nuevas marcas en su piel; nuevos moretones que ella intentaba ocultar, pero que no podía dejar de mirar.

Solo una vez intenté preguntar quien la estaba lastimando y ella se había cerrado por completo; no quería hablar del tema, no quería responder a mis preguntas y por más que quería gritar para hacerla entrar en razón y que me dijera quien le estaba causado tanto daño, jamás haría algo que la asustara y en lo personal, nunca me gustaron ni los gritos ni la violencia.

Tal vez Amber no me diría quien la estaba lastimando, pero eso no me impedía hacer mis propias averiguaciones y eso es justo lo que estaba haciendo en este momento; necesitaba buscar información sobre todas las personas a su alrededor, en especial aquellos capaces de hacerle daño.

Según lo que había averiguado; Amber no tenía muchos amigos; en realidad, casi no salía con nadie ya fuera parte de la industria de la música o no y fuera de su representante, algunos bailarines, productores y coreógrafos, no tenía contacto con nadie más; bueno, con excepción de Troy Clement, quarterback de los Miami Panthers, su actual pareja y alguien que sinceramente despreciaba; no lo había tratado mucho, pero las pocas veces que lo vi, siempre fue extremadamente narcisista e insufrible; le gritaba a todos y lanzaba ordenes como si fuera intocable; se creía un ser supremo, incapaz de equivocarse y trataba a los miembros de su equipo como si fueran desechables.

Me costaba comprender como alguien con una luz tan hermosa como la que poseía Amber, había terminado junto a un ser tan engreído y frustrante como Troy Clement; ellos no parecían tener nada en común y si tenía un sospechoso para todos los moretones en la piel de Amber, era justamente él.

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