CAPÍTULO 11

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NATHAN

"Me perdí en su mirada, es que el color de sus ojos me encantaba; no eran ni azules, ni verdes. Eran color café, café que quita el sueño, café que produce desvelos."- Mario Benedetti

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Cuando abrí la puerta y la vi ahí; tan herida, tan agotada y desesperada, algo dentro de mí se rompió; pero el sentir cómo se refugiaba en mis brazos, el sentirla tan frágil, tan lastimada, encendió una rabia profunda en mi interior y tuve ganas de acabar con el causante de todo el dolor que ella estaba padeciendo.

Amber se desmayó en mis brazos y con el mayor cuidado posible la llevé dentro del apartamento; me costaba creer que solo hace unos días ella estaba sonriendo a mi lado y verla aquí, con tantas heridas en su cuerpo me llenaba de rabia, pero cuando le quité el abrigo para revisarla y noté que tenía la blusa desgarrada, además de múltiples marcas en su pecho, estuve tentado a ir a buscar venganza.

Amber tenía demasiados golpes y demasiadas heridas en su piel; se veía tan delgada, tan frágil y por un momento me culpé; no debí dejarla marcharse, debí insistir para que me dijera lo que estaba ocurriendo; debí hacer algo más para sacarla de ese lugar; tal vez si lo hubiera hecho, tal vez si hubiera dicho algo más, entonces todo sería diferente.

Estaba preocupado por ella y no sabía si debía llevarla a un hospital o debía esperar a que volviera a despertar; pero si ella había venido hasta aquí es porque necesitaba ayuda y yo iba a hacer todo lo que estuviera en mis manos por mantenerla a salvo, así que la cubrí con las mantas y esperé pacientemente hasta que ella abrió los ojos.

-        Estrella – dije colocándome a su lado en cuanto despertó y cuando me miró, sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas

-        Lo siento... - murmuró y simplemente negué, acariciando su mano con suavidad

-        Deberíamos ir al hospital – en cuanto dije esas palabras, ella se alejó

-        El hospital no – declaró con seriedad

Iba a ser difícil que ella aceptara ir al hospital, eso era obvio, pero aun así me preocupaba el estado en el que se encontraba y no tenía idea de que hacer para asegurarme de que estuviera bien; sin embargo, tampoco iba a llevarla a la fuerza, en especial teniendo en cuenta lo débil que era su confianza en este momento.

-        Bien, el hospital no; pero al menos déjame curar tus heridas – pedí con calma y ella pareció pensarlo durante un segundo, antes de aceptar

Creí que estaba listo para todo en esta vida, pero nada me preparó para el momento en que vi la totalidad de las heridas en el cuerpo de Amber y el dolor que se vio reflejado en sus ojos me partió el alma.

Tomé el botiquín que tenía en el apartamento y lentamente comencé a curarla; pero cada uno de los gestos de dolor en su rostro me hacían temblar; quisiera poder quitarle su dolor y si pudiera lo tomaría todo para que ella no sufriera ni un solo segundo más, pero no podía, aunque me prometía que no volvería a dejar que esto le sucediera; nunca más permitiría que alguien la lastimara.

-        ¿No vas a preguntar? – dijo sin mirarme y me limite a acariciar su mejilla, la que aun continuaba sana

-        Cuando estés lista para hablarme de lo que sucede, estaré ahí para escucharte; hasta entonces, no voy a presionar – respondí y ella me dio una pequeña sonrisa

Cuando terminé de curarla; ella se acomodó entre las almohadas y la cubrí con otra manta sin apartar mis ojos de ella; se veía tan delicada, como una pequeña muñeca de porcelana y parte de mi deseaba colocarla entre algodones para asegurarme de que estuviera a salvo, pero no quería abrumarla, así que solo la dejé descansar mientras preparaba algo de comer en la cocina.

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