Prologo

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En japón había un orfanato que era conocido por ser el peor lugar en donde dejar a un niño sin familia.

¿La razón? Podrían ser muchas, pero en principal era el maltrato que recibían constantemente allí las criaturas.

Además del cuestionable lugar en donde los tenían, camas rotas, sin calefacción ni ventilación, baños sucios, comida que te hacía querer vomitar todo al instante, paredes caídas y ni hablar de la mala educación que les daban.

Megumi era un chico que hace poco había cumplido dieciocho años, eso era lo poco que sabía de él mismo, su nombre, edad y fecha de cumpleaños.

Si bien siempre trató de aprender por cuenta propia la mayoría de cosas, era en verdad que normalmente en las noches donde no podía dormir, se colaba a las habitaciones de uno de los trabajadores de ese lugar; junpei yoshino, un chico, que era unos años más grande que él, que trabajaba el la parte de la "limpieza" del hogar.

Junpei conoció a megumi cuando este tenía apenas 6 años, era un niño curioso y que siempre trataba de buscar algo distinto que hacer que los demás, si todos decían blanco, el siempre iba a decir negro. Yohino era hijo de una de las mucamas del lugar, al ser madre soltera debía acudir con su hijo al trabajo, lo cual al preadolescente no le preocupaba mucho ya que podía llevar sus cuadernos y sentarse a hacer algo para distraerse.

Un día el pequeño azabache se acercó a yoshino preguntándole que decía uno de los libros que sus profesores les habían dado de tarea, desde ese día el mayor se había dedicado a enseñarle al niño cosas básicas de la escuela, como leer, sumar, restar e incluso se sentó a contarle sobre su subgénero.

De todas formas, junpei se presentó como un beta, por lo que no podía ayudar mucho al pequeño de ojos verdes en caso de que salga omega o alfa.

Actualmente, megumi considera a yoshino como uno  de sus mejores amigos, y siempre que le diera insomnio, sabía que subiendo las escaleras, al final del pasillo, siempre habría una cama y una persona para acompañarlo.

Sus dedos golpearon suavemente la puerta de madera, tratando de no despertar a las directoras. Esta se abrió despacio dejando ver al chico allí, quien le sonrió y le dejó entrar.

— hace mucho no te veo megu — el beta cerró la puerta con llave y vio al recientemente adulto sentarse en su cama.

— lo se, estaba ocupado buscando algo — se recostó en la cama y el mayor sonrió.

— ¿otra vez le robaste dinero a utahime? — el omega rió.

— en realidad... ¿que pensarías de que pueda escaparme de aquí? — eso sorprendió a yoshino.

— ¿escaparte? — repitió. — ¿estas seguro? — el menor se sentó de nuevo.

— claro, si me quedo aquí no voy a poder seguir avanzando con mi vida, estoy creciendo y en cualquier momento ellos me echaran de aquí porque por ley solo pueden mantenerme hasta los dieciocho

junpei suspiró. — vos sabes que- fue interrumpido de nuevo por el omega. Unas fermonas dulces flotando en el ambiente en señal de seguridad.

— y yo te dije que no era necesario yoshino, voy a sacar dinero de mei mei, aparte de lo que tengo con mis ahorros, me va a servir para quedarme en algún hotel cercano — el beta peinó su cabello con sus manos.

— yo- ay dios, megumi... — su rostro reflejaba preocupación. — quiero que lo pienses diez veces antes de hacerlo, es peligroso...

el omega agarró sus manos. — me iré pasado mañana, no tengo mucho tampoco que esperar — ahora abrazó a su amigo. — de verdad, gracias por todo lo que me enseñaste, no seria quien soy ahora si no fuera por ti — el beta sentía sus ojos ponerse aguados, con su mano derecha acarició las hebras oscuras de megumi, en señal de apoyo.

se escuchó un sollozo en la habitación. — me alegra... me alegra que quieras decidir salir de aquí megumi, sos muy valiente — el abrazo se estrechó más, quedando ambos dormidos en medio de lagrimas de felicidad, miedo, angustia y emoción.

winter flowers ; itafushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora